Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0799r
Informantes
Recopiladores
Notas
En esta versión, se repite el último verso.
Archivo sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00001 19).
Título indicado en las anotaciones de campo: "Enrique y Lola".
Muchos de los temas de esta entrevista fueron también transcritos en el Catálogo Folclórico de la provincia de Valladolid.
Bibliografía
IGRH: 5129
Otras versiones de "Enrique y Lola"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Eran dos hermanos huérfanos, nacidos en Barcelona;
el niño se llama Enrique, la niña se llama Lola.
Enrique se fue a La Habana, se ha hecho de alta mar,
ganando mucho dinero, disfrutando de ello está.
En tanto, la pobre Lola, en tanto, se ha quedao sola.
La ha pretendido un muchacho, un joven de veinte años,
Lola acepta el casamiento solo por no verse sola.
Estando un día comiendo, Lola le dice al marido:
—Vámonos para La Habana, tengo un hermano perdido.
Tengo un hermano perdido y me han dicho que allí está.
—Lola, prepara la ropa, que nos vamos a embarcar—.
A la mañana siguiente, montan en la embarcación,
pero, al llegar a La Habana, su maridito enfermó.
Cayó enfermito en la cama con las fiebres amarillas,
con las fiebres amarillas y unas calenturas malas.
Otra vez la pobre Lola, otra vez se ha quedao sola.
Se ha puesto a pedir limosna y nadie la socorrió,
pero salió un caballero que cinco duros la dio:
—Es usted una linda rosa, es usted un bello clavel;
mañana vuelva a mi casa, que yo la socorreré—.
A la mañana siguiente, Lola fue en ca el caballero;
la ha agarrado de la mano, la mete en su habitación.
La pide cosa imposible, Lola le dice que no:
—Antes prefiero la muerte, antes que manchar mi honor—.
El caballero, furioso, con el puñal en la mano:
—Si no logro mi intención, aquí morimos los dos.
—¡Si estuviera aquí mi hermano, Enrique del alma mía,
si estuviera aquí mi hermano, a mi defensa saldría!
—Dime si te llamas Lola. —Lola me llamo, señor.
—Matar a una hermana mía; ¡sería un inquisidor!—.
Allí fueron los abrazos, allí fueron los suspiros,
allí fueron encontrados los dos hermanos perdidos.