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Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0804r
Categoría:
Colección:
Colección de Jerónimo Anaya Flores
Informantes
Notas
La informante lo titula Antonio divino y santo.
Aclaraciones léxicas:
requiera: por refiera.
entraste: por obraste.
protesto: por portento.
se agrave: por se agravie.
Bibliografía
IGRH: 0194
Versión publicada en Anaya Flores (2016: pp. 354-355).
Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Estudios
RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.
TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.
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Transcripción
Antonio divino y santo, suplicado a Dios inmenso
que por tu gracia divina (y) alumbra mi entendimiento,
para que mi lengua requiera* el milagro
que en el huerto entraste* de edad de ocho años.
Desde niño fue nacido con mucho temor de Dios,
de sus padres fue estimado; del mundo, la admiración.
Fue caritativo y perseguidor
de todo enemigo con mucho rigor.
Su padre era un caballero cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa con el sudor de su frente.
Y tenía un güerto donde allí cogía
cosechas y frutos que el tiempo traía.
Una mañana, un domingo, como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa, cosa que nunca olvidaba.
Y le dijo: —Antonio, ven acá, hijo amado,
escucha que tengo que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa, gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos todo lo echan a perder.
Entran en el güerto, pican el sembrado,
por eso te encargo que tengas cuidado—.
Cuando se ausentó su padre y a la iglesia se marchó,
quedando Antonio al cuidado y a los pájaros llamó:
—Venid, pajaritos, no entréis en sembrado,
que mi padre ha dicho que tenga cuidado.
Para que yo mejor pueda cumplir con mi obligación,
a encerraros voy a todos dentro de esta habitación.
Venga, pajaritos, —mientras los mandaban,
ellos, muy humildes, en el cuarto entraban.
Cuando vio venir su padre, todos los mandó callar;
entra su padre en la puerta y comienza a preguntar:
—¿Qué tal, Antoñito, qué tal, hijo amado,
has cuidado bien de los pajaritos?—.
Entonces dice Antonio: —Padre, no tengas cuidado,
que para que no hagan mal todos los tengo encerrados—.
El padre que vio milagro tan grande
al señor obispo trató de avisarle.
Ya viene el señor obispo con grande acompañamiento,
quedando todos confusos a ver tan grande protesto*.
Abrieron ventanas, puertas a la par
por ver si las aves se querían marchar.
Entonces dice Antonio: —Señores, nadie se agrave*,
los pájaros no se marchan hasta que yo no los mande—.
Se puso en la puerta y les dijo así:
—Vayan, pajaritos, ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden, águila, mochuelo y grajo;
……………………… …………………………
salgan las calandrias, tórtolas, perdices,
canarios, gorriones y las codornices—.
Al instante que salieron, todas juntitas se ponen,
escuchando a san Antonio para ver lo que dispone.
Antonio les dijo: —No entréis en sembrado,
marcharos por montes, ríos y los prados—.
Al tiempo de alzar el vuelo cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio, de toda su compañía.
Antonio divino, por tu intercesión
todos merecemos la eterna mansión.