San Antonio y los pájaros

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Notas

La informante indica que el título de este romance es Los pajaritos.

Aclaraciones léxicas:

apotento: por portento.

Bibliografía

IGRH: 0194

Versión publicada en Anaya Flores (2016: pp. 340-341).

Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"

Alcalá Ortiz (2003: n.º 4024); Alcalá Ortiz (2006: pp. 138-149); Alonso Fernández y Cruz Casado (2003: n.º 35); Atero Burgos (2003: n.º 71); Barrios Manzano y Jiménez Rodrigo (2002-2003: n.º 130); Benítez Sánchez (1999: pp. 277-278); Benítez Sánchez (2000: pp. 270-273); Checa Beltrán (2005: n.º 21); Díaz (2007: C.1); Escribano Pueo, Fuentes Vázquez y Romero López (1990: pp. 17-21); Esteve Faubel (1998: pp. 1206-1209); Foxo (2011: pp. 68-69); Gómez Garrido (2012: n.º 160); Heredia Menchero (2017: n.º 70); Hernández Fernández (2010: n.º 25-26); Majada Neila (1984: n.º 45, 46); Mendoza Díaz-Maroto (1990: n.º 194); Moreno Moreno (2016: n.º 92); De Mur Bernad (2015: n.º 75, 76); Nieves Martín (2010: n.º 517); Pimentel García (2020: n.º 332); Piñero Ramírez (1996: n.º 69); Piñero Ramírez (2004: n.º 53); Piñero Ramírez (2013: n.º 122); Piñero Ramírez y Atero Burgos (1986: pp. 126-127); Piñero Ramírez y Atero Burgos (1987: n.º 79); Rico Beltrán (2009: n.º 102); Schubarth y Santamarina (1986: n.º 74a); Trapero (2000a: n.º 203); Trapero, León Felipe y Monroy Caballero (2016: n.º 198); Trujillo Pacheco (2017: n.º 58).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Estudios

RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.

TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.

Transcripción

Por la mañana un domingo,     como siempre acostumbraba,
se marcha su padre a misa,     cosa que nunca olvidaba.
Y le dice: —Antonio,     ven acá, hijo amado;
escucha, que tengo     de darte un recado.
Mientras que yo esté en la iglesia,     gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos     todo lo echan a perder.
Entran en el huerto,      pican el sembrado,
por eso te encargo     que tengas cuidado—.
Se marchó su padre a misa,     como siempre acostumbraba.
Antonio quedó encargado,     a los pájaros llamaba:
—Venir, pajaritos,     dejar el sembrado,
que mi padre ha dicho     que tenga cuidado—.
Por aquellas cercanías     ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron     donde Antonio les mandó.
Lleno de alegría     san Antonio estaba
y los pajaritos     alegres cantaban.
Vido venir a su padre,     después les mandó callar;
entra su padre en su casa     y le empieza a preguntar:
—¿Qué tal, hijo amado,     qué tal, Antoñito,
has cuidado bien     de los pajaritos?—.
Antonio le contestó:     —Padre, no tengas cuidado,
que para que no hagan mal     todos los tengo encerrados—.
Su padre que vio     milagro tan grande
al señor obispo     trató de avisarle.
Ya viene el señor obispo     con grande acompañamiento;
todos quedaron confusos     al ver tan grande apotento*.      
Antonio les dijo así:     —Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan     hasta que yo no lo mande—.
Se pone en la puerta     y les dice así:
—Vamos, pajaritos,     ya podéis salir.
Salga el cuco y el vilano,     gurrapastor y andarríos,
canarios y ruiseñores,     todos, pájaros y mirlos.
Salgan venderones     y las golondrinas
y las congojadas     y las golondrinas—.
Acabaron de salir,     todos juntitos se ponen,
esperando a san Antonio     para ver lo que dispone.
Antonio les dice:     —Dejar el sembrado,
marcharos por montes     y por riscos, prados—.
El obispo que vio     milagro tan grande
por diversos pueblos     mandó publicarle.

Resumen de "San Antonio y los pájaros"

El padre de san Antonio acude un domingo a misa y le encomienda a su hijo que tenga cuidado de que las aves no estropeen el sembrado. El niño llama a los pájaros y los encierra dentro de una habitación. Cuando Antonio ve que su progenitor vuelve a casa, manda callar a las aves. El padre le pregunta si ha cumplido con su encargo y el niño le contesta que tiene a los pájaros encerrados en una habitación. El padre queda estupefacto y llama al obispo para que vea el milagro. Una vez en casa de Antonio, el obispo y sus acompañantes abren las ventanas y las puertas para que las aves se marchen, pero Antonio asegura que no lo harán hasta que él no lo ordene. A continuación, el niño les pide a las aves que salgan. Estas lo hacen y se reúnen fuera de la habitación esperando nuevas instrucciones del santo. Este les ordena que se marchen sin picar en los sembrados. Los pájaros se despiden y se marchan.