Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0838r
Categoría:
Informantes
Recopiladores
Notas
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00002 21).
Título indicado en las anotaciones de campo: "Julia Rodrigo".
Muchos de los temas de esta entrevista fueron también transcritos en el Catálogo Folclórico de la provincia de Valladolid.
Bibliografía
Otras versiones de "Julia Rodrigo"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
(Y) un comerciante ya viudo vivía en dicha ciudad;
este tenía una hija de veintiún años de edad.
Julia tenía por nombre (y) esta joven desgraciada,
con un rostro tan alegre que a todos enamoraba.
L´ha pretendido un barbero, gran mozo guapo y prudente.
Julia tenía por nombre (y) esta joven desgraciada,
con un rostro tan alegre que a todos enamoraba.
L´ha pretendido un barbero, gran mozo guapo y prudente.
Julia de él se enamora y el padre no lo consiente
porque quería casarla con un capitán muy viejo
que era bastante rico, mas Julia hacía desprecio.
Y su padre la decía: —Piensa lo que vas a hacer.
Si al capitán le desprecias perdida te vas a ver.
Ya sabes que él te quiere y tiene mucho dinero,
por eso te digo ahora que desprecies al barbero—.
porque quería casarla con un capitán muy viejo
que era bastante rico, mas Julia hacía desprecio.
Y su padre la decía: —Piensa lo que vas a hacer.
Si al capitán le desprecias perdida te vas a ver.
Ya sabes que él te quiere y tiene mucho dinero,
por eso te digo ahora que desprecies al barbero—.
Su hija le contestaba, con el rostro muy sereno:
—Todo lo que hable, pierde, pues yo no olvido al barbero.
He puesto el amor en él y no le puedo olvidar,
por eso le desengaño, que no quiero al capitán—.
Y su padre, al oír esto, por ver si la convencía,
enseñándola un revólver, (y) estas palabras decía:
—Si no olvidas al barbero, con este te he de matar,
y tú verás lo que eliges: la muerte o al capitán.
—Haga de mí lo que quiera, yo no quiero al capitán;
he dado ya mi palabra y no me volveré atrás—.
Y a los tres días siguientes, aquel padre la encuentra
hablando con el barbero, mas ya subida la cuesta.
La coge de los cabellos aquel padre malhechor
y, arrastrada por el suelo, (y) en un cuarto la encerró.
Allí estuvo veinte días (y) hasta que fue descubierta,
mas ya cuando la encontraron la infeliz ya estaba muerta.
Allí estuvo veinte días (y) hasta que fue descubierta,
mas ya cuando la encontraron la infeliz ya estaba muerta.
Y el mismo novio fue el que lo declaró;
se presentó donde el juez y de este modo le habló:
—Le respondo, señor juez, que ha desaparecido
la hija de don Fernando, llamada Julia Rodrigo,
y creo que el mismo padre la haya quitado la vida;
porque trataba conmigo ya quiso matarla un día—.
El juez le dijo al babero que cuánto tiempo hacía
que faltaba aquella joven y dijo que veinte días.
Entonces, el señor juez y una pareja de guardias
fueron donde el comerciante (y) a registrarle la casa.
se presentó donde el juez y de este modo le habló:
—Le respondo, señor juez, que ha desaparecido
la hija de don Fernando, llamada Julia Rodrigo,
y creo que el mismo padre la haya quitado la vida;
porque trataba conmigo ya quiso matarla un día—.
El juez le dijo al babero que cuánto tiempo hacía
que faltaba aquella joven y dijo que veinte días.
Entonces, el señor juez y una pareja de guardias
fueron donde el comerciante (y) a registrarle la casa.
En esta segunda parte, leerán con atención
el martirio de esta joven que aquel malvado la dio.
El señor juez le pregunta a aquel padre criminal
que dónde estaba su hija, y él no pudo contestar.
Llamaron a la criada y muy pronto declaró
que hacía ya veinte días que en un cuarto la encerró:
—Y dijo mi señorito que yo no lo descubriera
porque si lo descubría me cortaba la cabeza—.
Así que lo descubrió, ella misma les enseña
el cuarto donde encerró a aquella humilde doncella.
Llamaron a la criada y muy pronto declaró
que hacía ya veinte días que en un cuarto la encerró:
—Y dijo mi señorito que yo no lo descubriera
porque si lo descubría me cortaba la cabeza—.
Así que lo descubrió, ella misma les enseña
el cuarto donde encerró a aquella humilde doncella.
En un cuarto muy oscuro donde guardan el carbón,
allí estaba aquella joven que causaba gran dolor.
Al lado tiene un papel escrito con lapicero,
que decía: “Muero mártir por no darme alimentos.
Porque no quise casarme con quien mi padre quería,
me ha encerrado en este cuarto y por él pierdo la vida.
Sin embargo, le perdono, que yo me voy a gozar
con los ángeles y santos por toda la eternidad”.
Al lado tiene un papel escrito con lapicero,
que decía: “Muero mártir por no darme alimentos.
Porque no quise casarme con quien mi padre quería,
me ha encerrado en este cuarto y por él pierdo la vida.
Sin embargo, le perdono, que yo me voy a gozar
con los ángeles y santos por toda la eternidad”.
Leyó el padre este papel y se cayó desmayado,
mas, apenas volvió en sí, y a la cárcel la llevaron.
Lloraban con amargura todas las mozas del barrio
cuando la sacan de casa para llevarla al juzgado.
La familia de esta joven, llorando iba detrás,
diciendo: —Que ahorquen pronto (y) a este padre criminal.
[Com.: Luego escribió la carta el padre, y decía:]
“A mis queridos hermanos, perdón a todos os pido,
para que me perdonéis la falta que he cometido.
Por amor al interés, yo mismo he martirizado
a una hija tan hermosa; mas quiero morir ahorcado.
Y Dios quiera que mi hija gozando en la gloria esté,
que murió martirizada por ser yo un padre cruel.
Esta horrible crueldad es muy justo que la pague,
ya que he matado a mi hija, deseo que a mí me maten.
Antes prefiero morir, que salir ya de la cárcel,
porque comprendo que he sido (y) un hombre malo y infame.
Los padres que tengáis hijas bien os podéis enterar
para que no cometáis esta gran barbaridad”.
Los padres que tengáis hijas bien os podéis enterar
para que no cometáis esta gran barbaridad”.