Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Transcripción
Esta es una historia también de, de lo que hablamos de los mitos, de los mitos y leyendas, lo barrios de mis familiares… ¿Tienen prisa ya? Era aquí enfrente, ahí se llamaba el barrio de Cabreras. En aquellos entonces estábamos nosotros como quien dice en tinieblas, ‘tábanos a oscuras, y aquí ‘taba un callejón, aquí enfrente había un callejón que se llamaba, se llama Las Ánimas, hoy ya no, hoy ya lo cortó la carretera. Platicaban que en aquellos entonces, aquello de las…| cuando ya se hacía oscuro, ya el callejón ya toda la gente se recogía, dicen que bajaban las ánimas salidas del panteón a orar allá al templo de bajo.
Gentes que vivían en el callejón, gentes también familiares míos y familiares de allá enfrente que veían, los de enfrente los veían cuando salían, una procesión de muertitos todos con su velita y todo, y otros, los del callejón dicen que oían los puros murmullos, nunca los llegaron a ver. Y había una vecina curiosa que no creía en esas cosas, y que le decía:
—Oiga vecina ¿y para qué saca eso? —era un cajetito con velitas, con velitas que allí le tenía sus velitas allí, dijo: —Y ese cajetito ¿para qué es? Siempre veo que en la noche lo saca—.
Dijo: —No… mira mujer, este lo saco —dice— porque aquí pasan las ánimas a dar gracias allá al templo abajo, y algunos van a oscuras —dijo—, y por eso les dejo sus velitas para que se alumbren.
Esta mujer dijo: —No… Mi vecina está más loca que nada—.
La tuvo cuidando cuando ya sacó el cajetito con sus velitas, esta llegó y las metió pa dentro de su casa con toy y cajetito, de pura maldad. Entonces dice que cuando las… las metió atrás de la puerta, cerquitas, cuando este ya llegó el marido estaba acostado, pero ‘taba muy curiosa en la ventana viendo el callejón a ver quién pasaba, iba y venía. ¿Cuál sería la sorpresa? Si todos vivíamos a oscuras, no teníamos más que con el aparatito, dicen que vio una parte de un pasillo, dice que vio con mucha luz, y esta es la sorpresa que se asomó, que esa era la parte de, la parte de abajo, que se asomó y estaban todas las velas prendidas, dijo:
—¡Ayjole!— le grito al marido. Dijo—Ven a ver las velas.
—¿Cuáles velas?
—Están encendidas.
Cuando el marido se paró para darle ánimos a la señora, dijo:
—¿Cuáles velas?
—Mira aquí hay…
Y que este hombre se bajó y no había ni una, estaba el cajete, pero no había ni una sola vela prendida, ni siquiera velas había. Le dijo:
—No, pero esto es un…| hay un cajetito ahí, pero ese cajete está vacío.
Dice la señora: —No, pero tenía velas…
—¿Cuáles velas? Está vacío.
Esta vieja no se quedó| se quedó con las ganas, dicen que se quedó todavía pensando… Quería apantallar a la comadre, para decirle algo a la comadre de enfrente, a la vecina; entonces dicen que tuvo la ventana y oyó que tocaron, y que oyó que tocaron la puerta, dijo, y que llegó una persona y le dijo:
—Ay, señora, aquí está su velita— pero que empinaos, así. —Ahí ta su velita.
Mira, y que dijo la señora, dijo: —¿Pero qué velita? ¿Y cómo se metió a mi casa si estaba cerrado?
Una sola persona, entonces dice que pasó y se quedó pensando la señora, y como estaba arriba dice que el último que iba atrás era un tipo de monje, platicaba que era un tipo de monje porque llevaba como una capucha, y que le dijo, y que le dijo el hombre este:
—Muchas gracias por las velitas —dijo—, muchas gracias— dijo.
Y para demostrarle que si existía aquello dice que voltió y, así empinao, todos pasaban así empinaos, pero dicen que este se levantó la capucha y voltió pa arriba a verla. No… pos dicen que le vio la cara, la pura calaverita, dijo: “Ay…”.
Y al día siguiente… dicen que amanecieron todas las velas allí, allí pero adentro. Fue y le dijo, porque la mujer era muy precavida, cuando ella sabía cuándo oyía las voces, que oyía los murmullos, dijo “ya van pa bajo”, y no nomás ella, gentes que decían allá van pa bajo ya: “Cállense que ya van a orar todas las, las ánimas del purgatorio, van pa bajo” “…y ya van pa’rriba”. Cuando ya salían para que no se robaran las velas, gentes que curiosos, que esta salió y ya van pa’rriba y no encontró el cajete, dijo “ah, caray, ora hasta se llevaron hasta el cajetito se llevaron con todo y velas”, pero no le preocupó.
Hasta el día siguiente cuando ya amaneció, que la señora esta fue y le dijo, dijo:
—Mi vecina, aquí está el cajetito con todas las velitas— le dijo.
—Bueno ¿y por qué las tiene usted en su casa?— dijo.
—No… pos la curiosidad—.
Ora si como dice el dicho: la curiosidad mató al gato, y la curiosidad de esta señora se llevó una sorpresota, y le dijo:
—Sí le creo.
Y dice: —¿Y por qué me cree usted? ¿Oyó el murmullo?
—Yo no oí el murmullo, que sí les vi la carita. Yo sí vi al muerto… — Se le quietó las ganas de andar, de andar de curiosa...