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Bueno, estos se hicieron compadres a la muerte, pos para protegerse y durar más años. Entos’ dicen que el compadre pos seguido se topaba con la muerte, que era su comadre, dice que su comadrita pos le hacía mucho la valona, decía:
—Compadre ya te toca—
Dijo: —Hazme la valona comadre —dijo, dijo— todavía quero seguir viviendo…
—Pero es que ya te toca.
Dice: —Anda, no seas malita, hazme la valona.
—Por esta vez te la paso, compadre —dice— pero vete preparando—.
Y entos’ este le decía a su, a su esposa:
—Fíjate que me topé con mi comadre —dice— y anda bien terca.
—Tú insiste que no y para eso es nuestra comadre, pa que nos ayude—.
Hasta que llega un buen día que le dijo la muerte, se topó:
—Compadre —dijo— ahora sí ya no hay salvación compadre, ahora sí ya le toca—.
No… pos este se fue corriendo a su casa y le dijo a la comadre, a la esposa le dijo:
—Ay, fíjate, nomás que va a venir mi comadre, va a venir mi comadre por mí.
—Ay, viejo, ¿pos cómo le hacemos? —dice— Mira —dijo— disfrázate, disfrázate.
Dice: —Pero ¿cómo me disfrazo?
—Mira, pélate peloncito, peloncito a rapa, peloncito y escóndete tras la puerta—.
No… llegó la muerte y tocó muy… llegó y tocó y dice:
—Soy yo, comadre, vengo por mi compadre.
Dice: —Discúlpeme comadre, ah… comadre, fíjese que no está.
—Ah, qué caray, comadre, ¿cómo que no está mi compadre? Bueno…—dice— en vista que no está mi compadre este peloncito me llevo, pos en lugar de mi compadre—.
Era el mismo compadrito… hasta jijo con la muerte no se puede.