Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0849r
Categoría:
Colección:
Colección de Jerónimo Anaya Flores
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante indica que esta canción lleva por título El romance de Adela.
En esta versión, se repiten los segundos hemistiquios de la mayoría de los versos. Al cantar el v.23a, repite: “cierra la puerta”. En la repetición de 30b: “en pruebas”.
Aclaraciones léxicas:
arrollaron: por arrullaron.
veste: por vete.
Bibliografía
IGRH: 0195
Otras versiones de "Lux aeterna"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Una niña y un niño, con su alegría,
iba para ocho años que se querían.
Una niña que ha muerto de mal de amores;
la culpa la han tenido Juan y Dolores.
Un día muy temprano fue a festejar
y no tenía gana con ella hablar.
—¿Qué te sucede, Juan, que estás tan triste?
Si acaso no me quieres, tú me lo dices.
—Pues no te quiero, que quiero a otra,
que mis ojos han visto que es más hermosa—.
Ya cayó mala la pobre Adela;
todas sus amiguitas iban a verla.
Y ella les dice con mucho agrado:
—¿Habéis visto a mi Juan por algún lado?
—Piensa en ponerte buena, que te lo digo,
los amores de Juan los has perdido,
(………………..) porque tu Juan
con tu amiga Dolores se va a casar.
—Oye, madre, esa música, ¡qué lejos suena!
—Son los mozos que cantan de puerta en puerta.
(……………………..) —¡Ay, cuántas noches
arrollaron* mis sueños cantos de amores!
Madre, cierra la puerta, y vente a mi lado,
que antes de morir quiero darte un encargo.
Si viene Juan a verme después de muerta,
no lo dejes que pase de aquella puerta.
—¡Ay, hija mía, no digas eso!
—¡Ay, mi madre querida, dame otro beso!
Me pondrán la cruz de perlas
que me regaló Juan, de amor en pruebas—.
Dice Juan a Dolores: —¿Por quién doblaban?—.
Y era la pobre Adela, que ya expiraba.
Y ella le dice con mucha pena:
—Ya acabó de sufrir la pobre Adela—.
Y a otro día a las seis pasó el entierro;
Juan, que estaba en la puerta, se metió dentro.
Cogió el retrato y lo besaba,
y allí junto al retrato, allí lloraba:
—Adiós, Adela, Adela mía,
nunca creía yo que por amores tú te morías.
Adiós, Adela, y adiós, jazmín,
y eras la más bonita que entre mujeres yo conocí—.
A otro día temprano, fue al cementerio;
dice el sepolturero, que es algo serio:
—Ya veste*, Juan, deja a la muerta,
que los restos que quedan son de la tierra—.
Sacó el revólver y disparó
y allí junto a la losa muerto quedó.