El panteón de la Luz

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[Don Luis]: Mira, había un minero, había mineros, había mineros, había mineros que decían que… Más bien eran mineros, pero a la vez eran, eran… ¿cómo se nombran d’estos? de estos que se van a robar la plata, hombre, estos son…

[Entrevistador]: Lupios

[Don Luis]: Lupios, lupios. Que iban a robarse la plata y sabían que de antemano que ya los perseguían, los perseguían, entonces estos dicen que tenían, tenían su…| todos se metían al panteón y allí, en el panteón, era ‘onde tenían su | se puede decir allí, allí iban juntando su buen, su buen como le nombran, chivas, ellos le nombran chivitas o chivas, para dispués bajarlas a Guanajuato, acá con don Herculano, que entonces, en aquellos entonces.

Dicen que allí pues ¿cuántos mineros había?, digo, ¿cuántos mineros habían muerto en los aquellos entonces? Se supone que muchos, ¿veda? Que morían cascados, ese era el Panteón de tos-, de la Luz y todos esos minerales que había por ahí, dicen que estos se, se, se protegían, que potregían, se protegían, todos, todos, pero los dijuntitos, los dijuntitos que ya ‘taban ahí, que eran mineros, que eran mineros.

Por ejemplo, dices tú, ibas tú y le decía ahí al papá, al tío, ibas y le dicías allí al papá o al tío o al amigo o al compadre, que fue minero y murió precisamente de la, de la silicosis, y de la silicosis del, de la mina, ibas y le pedías casi como permiso:

 —Ay— dice, dice, —mira, tú tas consciente jefe o compadre o tío —le decía— tú tas consciente como está orita la cosa —dice, dice— y me dicen que, que, que la plata lo mero bueno está en tal parte—.

Y le decía, dijo:

—Mira, ayúdame, dame una ayudadita —dijo, dijo— Mira, dame una ayudadita, mira tú sabes cómo está la familia y todo eso —dijo—. Anda uno calavereando—.

Y dice:

—Mira pos’ la platita por acá ta muy, ta muy, ta muy pobre, —dijo— nos la pagan muy barata —dijo.

—Ayúdame, ayúdame a pasar.

O sea que lo importante que les ayudara a pasar delante de los veladores, de los veladores pa’ la entrada, porque para entrar no era muy fácil, para entrar a la mina. Los lupios entran por distintas partes, pero ellos no querían trabajar tanto, querían entrar como trabajadores, como trabajadores, pero la cosa que estos nunca los veían, los, los veladores.

Entraban, dicían que entraban, entraban, entraban pa’ dentro, por, por la puerta, por la puerta, taba un guardián por cada lado. Allí hasta armao, allí pa’ que no entraran, sólo entraban los mineros allí, entraban. Con decirte que hasta la reja, que dicen que había una reja perimitral, perimitral, así que había barandal y reja, decían que hasta ellos mismos les habrían, los veladores, decían:

—Vengo aquí a trabajar.

—Ah, no, si a ti te conozco ya.

Pero fíjate nomás, los que representaban no eran, no eran los que iban a trabajar, sino que los dijuntitos, ¿eh?. Dice:

—Yo aquí trabajo.

—A pos’ sí, si aquí trabajas—.

 Hasta cuando se habían metido adentro, ya cuando se habían pasao, dijo:

—Ya pasó —dijo.

—Ah caray—.

Y que decían los veladores:

—Pos’ si lo conocí, pero este ya se murió —dijo.

—Pero pos’ ya lo dejates pasar —dijo.

—No, pero estos no roban —dijo— Los los dijuntitos ya no roban —dijo.

—Pero yo lo vi —dijo.

—Yo también lo vi, pero pos’ tú le abrites la reja —dijo.

—Pa’ que entrara —dijo.

—Pero si yo lo conocí —dijo— Sí lo conocí, por eso lo dejé entrar —dijo.

Pos’ lo mismo hacían cuando ya venían cargaos, que venían ya cargaos pero con harta plata, venían por ahí con plata, y que le decía, y que decían:

—Ábreles que me voy pa fuera.

—Cargados con plata —dijo:

—Oye pero pos’ este va bien cargao —dijo.

—Pos hay que detenerlo  —que dijo.

—Pos órale, pos atráncalo, atráncalo.

Pos’ decían que miraban los pies, pero nomás que coincidencia que miraban que los costales volaban, llevaban que iban pues a un a un ritmo así, como cuando llevas tú en la espalda.

Que iban los costales así pero en la espalda, que se miraban así, pero no miraban a nadien, que no miraban a nadien, que él mismo, que los mismos, les ayudaban a sacar, que les ayudaban a sacar la plata, la plata pa’llá y pa’cá, pero todo tiene, todo tiene sus límites. Mira, dicen que les ayudaban, les ayudaban todo lo que podiaban. Eso es platicas de mi, de mi tía Pachita, de sus… porque ella tuvo un amante por ahí… les ayudaban los muertos a sacar la plata, pero cuando tú usabas el dinero para la, para la familia, ¿me entiendes? Para tus necesidades, pero si lo usabas para para para ir a tomar vino y irte por ahí de parranda con las mujeres, pos’ era por lógico que decían no, decía “no, no, no, así no te puedo ayudar”, dijo, pero decían que sí era cierto, decía mi tía —dijo:

—Sí, sí, mira —dijo. Decía que ella vivía por la parte de abajo, decía— Yo vivía en la parte de abajo —decía— yo vivía en la parte de abajo —dijo— y allí pasaban mira, derechito, no a la casa sino al panteón ahí derechito mira.

Serían los efectivos o serían, pero que sí los ayudaban decía, porque mi tía como te digo, mi tía conocía la plata, mi tía era galereña, de todo eso.

No te digo que mi tía Sebastiana, ¿si ya te la platiqué, veda? Mi tía Sebastiana una vez jue a verla, pero mi agüela Ignacia esa no conocía ni… no conocía, no se conocía ni a ella misma, pero qué tal mi tía Sebastiana...

Todas aquellas que vivían con un que era minero conocían la plata, y mi tía la conocía también, la conocían también que decía que tenía un hombre allá, dicía que sacaba sus chivitas, también era… sacado sus chivas, ahí las tenía guardando para cuando ya… —dice: “Ya tenemos para irnos acá con don Herculano en Embajadoras”. Cuál fue mi tía, mi tía Sebastiana a visitala y pos’ que el montón no crecía, y mi tía Sebastiana allí que era... ahí la tenía y dijo: “Pos’ no crece el montón… hombre, y no crece”.

Y era tan viva mi tía Sebastiana que mira agarraba puñitos y puñitos y se venía como hacer como hacer sus necesidades de por acá con estos rumbos de por acá, porque ‘tamos hablando de La Luz. Se venía por acá, mira, venía haciendo montoncitos ahí tapaditos despistadita y que no crece hasta cuando ya la tuvieron cuidando, dicen que la tuvieron cuidando a mi tía Sebastiana, ¿eh? Misma mi tía Pachita, —dijo.

—Oyes, Sebastiana —dice—, mejor me habías de pedir, mira pos’ no dejas que el montón crezca.

—Ay pos’ un puñito que te agarré, mira me lo voy a llevar no más como de recuerdos.

Pero decía mi tía “no…”, dijo “ya…”, dice que se vino siguiéndola, no, pos’ dice que venía mi tía con un costal, traía pues sus burritos ¿no? No lo traía acá cargando, sus burritos, y que venía por acá mira, junte y junte montoncitos y montoncitos, pos’ te digo que conocían bien la plata todas las mujeres, en aquellos entonces y ‘ora pues… Al día háblame de las galereñas, claro que no te saben ni qué es eso, y anteriormente los terreros, los terreros iban y quebraban las piedras y sabían, la conocían.

Mira, aquí en la Piedra China había un, un mito, había un mito de, de que había una mina de cuando los españoles y que cuando taparon la mina, taparon la mina y que ahí ‘taba la mina, que riquísima la mina. Pero no sé cómo estuvo la cosa, que todo el arroyo a un lado de lo que era la mina la Bola Blanca, todo ese arroyo, más chico y menos profundo, mira había, me platicaban que había así como bolas de con calaveritas de piedras, de piedras blancas, pero nadie se fijaba en ellas. Que andaban buscando la mina, porque decían que ‘onde daba la sombra a las cinco de la tarde, ahí taba la boca de la mina. ¿Pos’ cuándo la encontraban?

Esa ya la platiqué, nada más lo que no platiqué es lo que te estoy platicando orita, que esa ya está del, del de eso… del par de pichicatos, no, sino lo que le pasó a mi, a mi tía Pachita, ella conocía bien esa plata.

Mi papá te digo que se fue, no… Dice que vio un garambullo seco grandotote, porque decían que ‘on’taba… no’mbre… ya pa’ estos entonces ¿cuáles, cuáles pitayos, garambullos había? Había en el fondo, pero ya en las lomas ya no había nada, dijo mi papá, dijo:

—No, yo voy a… me voy a traerle a… le voy a traer una leña a mi vieja.

Se llevó los burros, no, pos vio el garambullo, dice que no… estaba bien seco y le quitó todo los lazos, cinchas y todo al burro, y amarró, amarró el este garambullo y lo jaló, y luego lo amarró con los burros y dice:

—No… Me se vino todo el garambullote, ay bien, no… Pos con el ruido, los burros salieron corriendo hasta abajo —dijo—. Yo nomás me fui.

Pero dice que algo vio mi papá, ya lo vio que de la pata, porque ya habían, ya habían recogido todo, ya habían barrido todo, ni en el arroyo, ni creo miraron una piedrita así blanca que tenían quien sabe que cantidad de oro la plata, de más plata que oro, más bien más oro que plata.

Entonces dice que se le hizo muy raro, llevaba el hacha, el hacha, dice que se le hizo muy raro esa piedra, que salió de la pata del, del de garambullo y como mi papá también conocía la plata, pero esa plata no la conocía, ese metal, entonces dijo se le hizo raro. Mientras los burros bajaban corriendo hasta el río, se regresó y vio, dijo que este era como si una calavera, así mira grandota la piedra, ya le dio vuelta dijo, se le hizo muy sospechosa la piedra y la voltió y le vio el ojo, pos’ como quiera se la trajo rodando y aquí en el río, dijo: “Hasta la lavé” dijo “la lavé”.

Dijo que le miraba, así como, como, como venitas, como unas venitas así, dijo: “Ay, tiene la plata, lo mero bueno adentro”, dijo: “No, si le doy con mi hacha se vaya a quebrar mi hacha”, dijo.

Dice que así la agarró y a un burro que se trajo todo el árbol arrastrando, y al otro se lo trepó arriba de la… del, del, del burro, una piedrota se la fajó y ahí viene, dice:”Nomás venía juntando lo que se me venía quebrando ahí, lo que me gustaba me lo juntaba y el burro dijo, llegó con poco leña“ dijo. Porque ahí la venía dejando por todo el camino. Llegandito aquí dijo, ya llegó:

—Ay no te tardates. —Le dijo mi tía Pachita y dice que tenía muy poco que se había metido con mi mamá, pero mi tía era tan viva… Dijo:

—Mira tía, me traje esta piedra de ahí de la Piedra China—.

No… dice que conforme la vio, dijo:

—Ay…, hijo, mira nomás, mira ta’ bien bonita —dijo—. Sácate el marro —dijo— y québrala.

Y no…, luego la quebró dice, dice que tenía, así como si jueran como listoncitos, así, mira, así dice ‘taba la piedra, dijo, no’mbre…

Fíjate hasta onde mi tía luego, luego dijo, le dijo a mi mamá:

—Mira Chenta, vámonos —dijo—, vámonos —dijo—, vámonos, échala a los a los burros y vámonos —dijo—, vamos a trai el mandao. —Con tanta seguridad dijo— Vámonos.

Mi papá todavía tenía una duda. Dijo “vámonos”.

Porque don Herculano conocía a mi, a mi tía Pachita. Dijo:

—Vámonos, orita traemos provisión, Chata.

Y mi mamá que sabía de… nomás miraba las piedras ahí. Dijo:

—¿Pos’ qué será?.

Y mi papá tenía la duda también, pos’ esas venitas que le miraba, dijo, pos’ no, no, como dijo, llevarse allá de semejante piedrota pero ya las piedras quebradas chicas, pero llevarlas hasta la Embajadoras. Dijo “y pa’ que digan que no tiene valor de nada”. No, pero mi tía sí sabía. Llegandito que le dijo, que le dijo don Herculano, el viejo, no ‘tamos hablando del nuevo, el viejo:

—Doña Pachita, —Porque le decían la “cuecana”—¿Qué me trae ora?

—Mire nomás lo que le traigo.

El viejo también… él compraba. Él tenía la compra ¿cómo no iba a conocer el material? Luego, luego le dijo, le dijo:

—¿Esta es de la Piedra China? —dijo.

—Sí —­dijo.

—Ya tenía mucho tiempo que no salía de esta, —dijo, dijo—, no… ni la voy a analizar doña Pachita —dijo—, le voy a pagar el kilo ya sabe, le voy a aumentar unos cuántos centavitos más —dijo—, y así como está, así se la pago.

Porque la conocía, la conocía bien la guija esa bien así, y que va sacando, y decía mi papá, se quedó… dijo:

—Pero me quedé… —dijo—. Mira, ni lo que yo saco en tres semanas lo sacamos en un ratito. Porque entonces eran monedas las que pagaban —dijo—, era un alto así de monedas —dijo—, ya ves hijo, mira nomás y ahí viene —dijo.

—Mira, mira hijo —Me platicaba mi mamá, mi mamá, no mi papá, mi mamá— Trajimos los burros con maíz, con frijoles, carne pa’ comer, y hasta Miguel con una botellota de mezcal —dijo—. Hasta veníamos en el camino y él chupándole al pomo —dijo—. Y doña Pachita con los centavos acá, mira, —dijo—, que nomás le sonaban acá los centavos.

Pos’ dispués de eso le entró la codicia a mi papá. Dijo: “No que la chingada”, dice: "Chingarme todo, todo, toda una semana pa’ pa’ lo que me pagan en la mina”.

Dijo que se fue a la… | dice: “Hijo, mira, pa’rriba, por todo el arroyo, por la ladera, pa’rriba pa’bajo, no’mbre, encontró una piedrita así”, dice.

Una suerte como te digo, una suerte, pero te digo mira el conocimiento que tenía, que tenía mi tía… ya me salí, ya me salí de la plática…

[Entrevistador]: Y en el panteón escondían las chivitas, o sea, los montones…

[Don Luis]: Allí las escondían.

[Entrevistador]: Y los muertos, si tomaban, ¿no traían…?

[Don Luis]: No, no. Mira, más bien los muertos les ayudaban, pero no, no les ayudaban cuando… cuando las ganancias de lo que, lo que les pagaban que ellos se lo malgastaran ¿eh? Que se los malgastaban, los castigaban, que iban y que:

—Ayuda y que mira y que la canija… —llegandito a la puerta allí, pos’ que…—Ábreme.

—No, como quieres que te abra, como te voy abrir si usted no trabaja aquí.

—Ámonos, ámonos. —Y se retita con el canijo ahí, con el rifle allí—.

—Usted no trabaja aquí —decía.

—No, me dejates sólo hombre…

Y luego dice que le decían los muertitos, dijo:

—Pa’ que queres dinero, para venirte a emborrachar y andar con las viejas —dijo.

—No, yo te ayudo pero pa’ tu familia…

—Pos que ándale, que no, que no seas malito compadre…

Y que iban a ver al otro y que lo mismo, todos así… es que los muertitos se ponen de acuerdo, pero dice que muchos entraban así, entraban así, que el muerto les ayudaban…

—Abre la puerta, pos’ tú ya me conoces.

—A no, sí, pero pos’ ya se murió.

Pero un muerto, no, no, no…, pero ¿qué tal a la salida? Pos’ lo mismo que a la salida:

—Ábrele, ya voy pa’ juera…

Pero cómo fíjate cómo es la cosa, si ya había visto que ya había entrao y que soy yo de güelta, y ya vas pa’ juera…

—Y los costalitos ¿’onde los llevas?

No…, decían que se veían los costales, que iban así mira, así, que no los miraban, miraban los costales que iban hasta volando, así, cargados así, y todos dicen que trabajaban en el panteón allí… Todos los panteones tienen su historia, todos los panteones.