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Este es la segunda parte de la narración, cuyo comienzo aparece en el siguiente enlace: https://corpusdeliteraturaoral.ujaen.es/archivo/0856n-historia-de-una-nina-1
Transcripción
Entos’, que ahí vienen… No, pos cuando llegaron, ese rancho lo tienen aquí colindando con Guanajuato y Jalisco pues ¿no? pero aquí a la par de la cordillera que colinda con Jalisco y San Luis Potosí, aquí, a la codillera aquí. Pos que ahí vienen, cuál sería su sorpresa cuando ya llegaron y que| pos sus papás bien contentos, porque iban a tener nuera y extrañaban a su hijo y todo, era el único hijo. Un rancho grandísimo que tenían gentes, no sé cuánta cantidad de gente tenían trabajando. Y ahí ‘ta precisamente la plática donde te digo de la chamaquita cómo protegió a todos los trabajadores, te lo platico todo, cómo protegió a todos los trabajadores.
Llegaron ahí y entonces le dice la mamá y el papá:
—Bueno hijo —dice—, pero te trajiste a los cuñaos y la novia.
—Ya —le dijo él— pos es esa.
—Ay, hijo, si es una niña
Dijo:
—Ya te platicaré ya toda la historia—.
Dice que fueron recibidos los dos niños, así, y lo cumplió Chava. Dicen que al día siguiente, nos platicaba la chamaquita, que los sacaron en la camioneta a recorrer todo el rancho y ya le dijeron: “mira, desde allá es la propiedad a la parte hasta donde alcances a ver”, dicen que tenían ganao, tenían corrales hasta de trescientas reses, en distintas, así ya todos juntos, dijo “y toda esta gente pertenece al rancho” dijo, “luego le tiene el rancho”.
Había de todo, sembradíos de todo, dijo, animales de todos, dices cayó ahí, pero sí les cumplió Chava, dijo “se me van, se me van y nada de que tener bebés”, porque si la niña ‘taba tonta por esa parte, él no, él sabía, protegiendo a la niña para que no tuviera bebés, mientras ella se recibía, entos’ les dio carrera, no recuerdo que carrera tenía pero sí hizo el hermano, era administrador, trabajó. No’mbre dicen que era una alegría para ella, pero resulta que los papás ya ‘taban señores grandes, ya estaban macizos, no puedo confirmarlo, como decía ella si eran papás adoptivos o papás de cerquita, pero lo importante es que ya tan señores grandes y murió primero el señor y luego murió la señora, y quedándose él con toda la propiedad y con todo el dinero que había acumulado el hombre, pero entonces esta le hace una propuesta, él le hace una propuesta a ella, dice:
—¿Por qué no vendemos el rancho? Vendemos el rancho y nos vamos allá con tu mamá, tus casas por allá, y hacemos una casa bonita a tu gusto.
Dijo la chamaca, dijo:
—No —dijo— vendemos el rancho… —fíjate a su corta edad dice-- vendemos el rancho y esta gente ¿qué va a hacer?
—No, el nuevo dueño que compre es problema ya de ellos.
Dijo:
—No, no —dijo—, el rancho a poco vas a venderlo —dice— hay que proteger a esta gente ¿cuántos años le han trabajado a tu padre? Hay que proteger a toda esta gente.
Y enton’ jue cuando le dijo él, dijo él, dijo él:
—Ah, no pero eso sí, si tú quieres el racho ahí está, yo no quiero el rancho.
Ahí jue cuando le dijo ella:
—Dame una explicación por qué no te gusta el rancho
—En primer lugar te voy a decir, a mí no me gustan los caballos —porque decía él que cuando él tenía nueve años dice que un caballo lo tumbó, y no solamente lo tumbó, sino que le llevó un tremendo susto, que le dio una mordida un caballo aquí, en el pecho, aquí en el pecho, él vio los ojotes y vio los dientotes del caballo, cuando de aquí dice que le sacó un pedazo de aquí, desde entonces les tenía miedo y horror a los caballos. Y por si juera poco un becerro lo correteó, así es que él no quería saber nada de rancho, y su padre cuando él, cuando él… cuando él andaba en el rancho andaba en camioneta, y todos los trabajadores andaban a caballo, todo esos tenían caballo y todo eso, y todo esto—.
Por eso la chamaca… | Pero para eso, ya para ese entonces ya ella ya se había embarazado, ya tenía, ya tenía, ya tenía una chamaquilla ella, y pasando tanto tiempo… | Bueno ¿y la madre? ¿qué pasó de la madre? El ingeniero sabía toda la realidad, él sí sabía, porque él mandaba el dinero hasta allá, y a veces iba para allá, tenía contacto con la madrina, jue cuando le dijo, la madrina le dijo: “Ahí ‘ta ya la señora, lo que usted me da de renta se lo está gastando la mamá de los niños” dijo.
Pero hay una sorpresa que ya tenía dos chamaquitos, ya grandecitos. En la instancia de que se fue y lo que ellos se terminaron su carrera, ya los chamacos ‘taban grandes, y como la chamaquita sería lo que sea que una muchachita y aparte de su corta edad, tenía su tiemple, por eso él no le decía nada a la chamaca “que tu mamá ya ‘ta en el rancho, y ‘ta viviendo de lo que tamos pagando de renta” ¿Cómo le hacía él? Al que le dijo que era un poco más noble, un poco más calmao jue a su cuñao. Ya para ese entonces, ya para ese entonces él ya era el administrador, el chamaco, ya era el administrador y la dueña era ella, había muchos… | tenían | podían tomar el dinero que quisieran. Cuando dice que este fue a ver su madre, el chamaco jue a ver a su madre, y en su recamara tenía los retratos de su hermano, en unos cuadritos. Y cuando, pocas veces entraba y el día que entró la hermana vio los chamaquitos y le parecieron conocidos, hasta eso, dijo: — Ay, carnal, que calladito te lo tenías.
Pero le estaba echando la culpa que eran sus hijos, dijo:
—Mira qué calladito te lo tenías, carnal —dijo— todo se parecen a ti —le dijo la chamaca—, se parecen a ti —eran niños—, se parecen a ti —dijo.
—No —dijo—, no, sí son de la familia, pero no son mis hijos —dijo— estos chamacos son mis hermanos.
—¿Cómo que tus hermanos? —dijo.
—Pos pa’ que entiendas son hermanos de los dos —dijo.
—¿Pero cómo que hermanos? —dijo.
Ya jue cuando le dijo:
—Sí. Mi mamá ‘ta en el rancho, está en el rancho allá —dijo— y está viviendo de la renta que le pasa Chava—.
Le volvió aquellos momentos de… recordó su niñez, on’taba más chiquita. Ay, le dio un coraje a la canija:
—Mis hermanos no tiene la culpa —le dijo a su hermano— mis hermanos no tienen la culpa —dijo— de lo que nos hizo nuestra madre —dijo—.
—Pero esa mujer —dijo— no vendrá a mi propiedad hasta cuando a mí se me pase el coraje—.
Que dice que le duró muy poco, porque siempre la madre es la madre y los hijos son los hijos. Ella misma me platicaba “el coraje me duró muy poquito”, dijo, el coraje |, pero le dijo eso a su hermano:
—Mi madre anda aquí no pone un pie en mi terreno, en mi propiedad —dijo— hasta que se me pase el coraje —dijo—. Pero eso sí, te me vas a ir y quiero verlos personalmente aquí —dice— pero con una intención para que no crean que los vamos a robar ni los vamos a secuestrar. Dile a esa señora que es tu mamá, y que es también mi mamá que sí puede entrar aquí en sus vacaciones —dijo— que se vengan aquí.
Se acercaban precisamente el momento de tiempo de vacaciones. Y la mamá aceptó, dijo “sí, como no” ya les dijo la mamá, dijo “tienen unos hermanos” ya para que se reconocieran, se los trajo… No necesitan pensar ni nadita de eso, aquí mismo se los trajo. Jue tanto el amor que los inscribió a la escuela, y dijo:
—Aquí los voy a sacar adelante —y todo eso. Pero lo hacía pa’ estar castigando a la mamá. Pero no… que años, años, un rato como dijo ella, pa’ castigar a la canija señora.
Cuando no aguantó la chamaca la… | no aguantó ¿por qué? porque ya iba a ser mamá ella, ya iba mamá, dijo, “mamá…” dijo: “yo no voy a ser como mi mamá”. Ya le dijo a su hermano:
—Mira, ve por ella.
Jue por su mamá, ya la trajo. Dijo:
—¿Pero va a entrar así nomás “ya vine hija”? —dijo— No, aquí me va a dar explicaciones primero —dijo—. Yo reconozco que usted es mi madre, pero dame una explicación.
Dijo:
—No, hija, pos que me engañaron, pos que me quitaron la camioneta, que me quitó todo el dinero de tu padre…
—¿Y esa es una explicación pa’ que nos abandonaras? —Así, de una manera de otra le reprochó todo lo que había sufrido.
Y ella como dijo “la suerte que le tocó” dijo…. Porque como dijo ella… “a mí no me violaron”, dijo, “a mí no me violó Chava, yo ‘taba bien preparada lo que hice”, dice “lo bueno que era un hombre tan bueno y que le cumplió todo dijo, ahora mira, soy el dueño de esta propiedad”.
¿Por qué platico esta platica? ¿Cómo ‘toy enterao por esto? No… Por boca de ella misma, y de ellos mismo, porque nosotros también trabajamos para Boby Ramsey, porque ellos andaban buscando con un geólogo alemán, andaban buscando que el manganeso. Yo nunca conocí el manganeso, yo nomás vi que sacaban como tierra roja, tierra roja como amarillenta así. Agarramos la curva aquí desde León para la parte de las montañas, toda esa parte de aquí hasta la loma Jalisco, sacando muestras, dicen que pa’ Petróleos Mexicanos, porque sí miraba que el geólogo este alemán, era alemán don Raymundo, llevaba como un pomo como petróleo, a mí me parecía petróleo, y en una charolita le echaba, le echaba, le echaba un chorrito y gramos de… puñitos de ese tipo de tierra, así, y el pomo empezaba a hervir como si juera, tuviera caliente, y empezaba a hervir y todo lo que salía que caía en una cazuelita, eso era lo que se llevaba como muestra, no lo que dejaba la tierrita en el pomo, sino lo que salía del pomo, lo llevaba como muestra.
Y era algo tan bonito porque esa señora ahí la conocimos ¿por qué nos dio permiso a nosotros de entrar allí? Dijo:
—Pueden entrar —dijo— lo único que quiero es que todos los agujeros que van haciendo me los atierren —dijo— por mis animales—.
Al que me más llamaba la atención y que más le puso atención, quizás aprendió más que ni yo, fue el este alemán ¿eh?, le ponía tanta atención a la chamaca que, que con la pura mano decía así, que te callaras, todos ahí sentaos ahí platicando con la chamaca, ¡claro! con un caballo ahí amarrao ahí con una pistolota… la chamaca ¿no? Pero sola, sola en la plena sierra por allá, yo juí el más chiquito de todos, más chiquito que andaba, yo era el aguador, con dos cantinfloras de esas de fierro, de lámina, con un tapón de madera así, ir a traer la agua hasta lejísimos, porque me decían allí, la agua ‘ta hasta aquel cerro, allí, en la parte allá del cerro. La cantinflora por aquí, otra por acá. Yo chico, y luego que me decían que había muchos lobos, que había muchos lobos por esa parte de la sierra de allá, una buena persona me dijo:
—Ya no tenga miedo, chamaco —dijo—, sí los hay —dijo—, pero mire como una experiencia, ve aquel chamaco que es, aquel chamaco está más chico que usted —dijo— y anda cuidando sus chivitas —dijo— pa’ que lo de miedo.
Porque yo sí le pregunte:
—Oiga, ¿es cierto que hay lobos aquí?
—Sí, sí los hay pero esos bajan en la noche, bajan en la noche —dijo— aquí no mire, no tenga miedo, no tenga miedo, chamaco, mire ese chamaquillo está más chico que usted y anda cuidando sus chivitas.
Pero sí, un día me atacó un lobo por allá, pero anduve toda la cordillera por allá, y ahí jue ‘onde conocí a estas gentes allá, por medio de Ramsey, de Boby Ramsey, como le digo del alemán este, don Raymundo.
Ya creo que ya se quieren ir ¿verdad?... ya es tarde…
[Entrevistador]: Don Luis, y cómo se llamaban estos… el muchacho y la muchacha ¿cómo se llamaban?
[Don Luis]: Él parece que se llamaba… Raymundo creo que se llamaba Raymundo.
[Entrevistador]: ¿Y apellido?
[Don Luis]: De apellido ese si no recuerdo yo ¿eh?
[Entrevistador]: ¿Y ella?
[Don Luis]: Ella se decía La bola, yo creo que Aurora, Aurora porque entonces se hablaban que La bola, bola, bola, bola, decían bola.
[Entrevistador]: ¿y de dónde eran exactamente?
[Don Luis]: Bueno, ellos eran de parte de Jalisco, más que no recuerdo la comunidad cómo se llamaba, comunidades chiquitas, no recuerdo como se llamaba la comunidad, pero ellos sí, de aquí pa’, aquí para el lado de arriba aquí luego, luego aquí así, sus terrenos ‘tan aquí luego, luego, colindando con Guanajuato y Jalisco y lo que jue parte de San Luis Potosí, aquí así. ¿Pero cuántos años? Esas gentes creo yo que… yo creo que ya no existen creo yo, tantos años que pasan.
[Entrevistador]: ¿Ella era mayor cuándo le contó la historia?
[Don Luis]: Yo era más chico, ya era mayor ella, jovencita pues, pero mayor, mayor que yo, mayor que yo…
[Entrevistador]: ¿Cuántos años más?
[Don Luis]: Yo le calculo como unos siete u ocho, así, siete u ocho más grande que yo.
[Entrevistador]: ¿Cómo fue que le contó ella la historia?
[Don Luis]: No nomás a mí, a todos, porque era Aguirre, mi papá, Ricardo Guerrero, mi tío Gualupe, Bartolito y era yo el más chiquillo, yo era el que le, le… | y había más creo trabajando allí, uno que le decían el Rajueleao, se llaba Tiburcio, pero yo era el más chiquillo, el aguador. Yo era el que les arrimaba agua y pos los iba siguiendo, cuando me agarraba cerquita pos estaba bien, pero ¿cuándo era retirao? Y el agua era nomás pa’ beber, no era para bañarse, pa’ beber pero cuando llegaba yo pos ya te imaginas tú, les llenaba una cubeta, no había ora como los plásticos, una cubetita, les llenaba la cubetita y… | porque muchas veces me caía, muchas veces del terreno y con la cubeta, yo me llevaba la cubeta y a veces la cubeta, me caía y de que me servía, la cubeta se vaciaba y en las cantinfloras no, se va uno de boca, pos como van tapadas aguantan, aguantan.
[Entrevistador]: Pero andaban haciendo pruebas de las tierras en los terrenos de la Bola ¿verdad?
[Don Luis]: Exactamente de la Bola, de la Bola.
[Entrevistador]: ¿Ella era rica ya?
[Don Luis]: Riquísima, pos era dueña de los terrenos ya, ya pa’ ese entonces era dueña de los terrenos y aparte de eso nos dio permiso porque su esposo, más que él buscaba otro tipo de metal, el oro y la plata, él era geólogo y trabajaba para una minería guanajuatense aquí, él trabajaba, en ese entonces no sé. Dispues mis mismos, con los que andaba trabajando, yo ya no regresé, regresaron ellos porque los mandó llamar, con el Chiquio Aguirre dijo que iría conocerla a Guanajuato, llegó aquí, él tenía una tienda y él por lo menos quería conocer la ciudad de Guanajuato, todavía no existía la subterránea, pero sí las momias, por dentro del panteón, como ora están pero por juera, todo eso, no existía tampoco Cristo Rey, Cristo Rey, pos aquí lo vi cuando pasó la cabecita aquí mira, por aquella carretera, todo eso, no, no no, no, todo esto no, no existía todo eso, por eso les digo todo eso, todo eso que les platico yo, yo lo viví, parte de eso yo lo viví, lo nombraban digo porque también ponerle más no.
[Entrevistador]: ¿En qué años sería cuándo usted era aguador, estuvo con ella?
[Don Luis]: Bueno, era por los años sesenta, sesenta, no, sesenta y… ¿qué serían? Sesenta y siete, sesenta y ocho, por ahí.
[Entrevistador]: ¿Cuántos años tenía usted cuando era aguador?
[Don Luis]: Bueno, yo me acuerdo que tenía como trece, trece años... por ahí como doce, trece años, yo ‘taba chamaco, nada más que yo me les pegaba…
[Entrevistador]: Les contó esta historia ¿por la noche, por el día, trabajando?
[Don Luis]: No, en la tarde, en la tarde, porque no nos quedábanos en el cerro, bajábanos a la parte de abajo, bajábanos pa’ la parte de abajo, y allí conocíamos a la señora, ella se acercaba a nosotros, preguntando que qué es lo que buscábanos y todo eso, porque ella sí dijo, dijo “a mi propiedad pueden entrar todos, nada más me atierran sus abujeros, para proteger mis animales de campo, de cerro pues, me tapan los abujeros, se va a ir un chamaco, una gente, por eso me los tapan, pero les doy permiso todo”. Era muy difícil entrar para allá, porque ‘taban tan cerrada la gente que pal modo de entrar, el permiso federal que llevaba don Raymundo, tenía uno que ir a comunicarse con el delegao, y el delegao tenía que darle protección y indicarle las entradas y salidas de los cerros, por dónde puedo uno entrar al cerro, y salidas y todo, pero ‘taban tan cerrados en ese entonces que los que daban la solución eran las maestras de las escuelas. No… pos no le entendía nada, ya cuando llamaban a las maestras que habían juntas, que había juntas entre los campesinos y propietarios y todo eso, la que daban bien la solución eran las maestras, que ‘taban más bien preparadas… hasta que venga la maestra julana y que venga la directora, y ya llega la directora, y decía, pos mire aquí traigo esto… Ya la señora directora dice: “No, ya hasta trae el sello federal” dijo, “así es que tienen que ceder, de lo contrario, ustedes se niegan, ellos pueden poner una queja y vienen hasta los federales”, dijo, y todo eso, dijo, no no, no, pasen a las propiedades, de esa manera.
Y ella, nos sentábanos, por eso les digo que era… que don Raymundo le ponía tanta atención que cuando alguien hacía ruido, le decía.. decía: “cállense”. Y si no, una plática tan interesante como esta que llevaba de todo, alegrías, tristezas y suerte, para esto nosotros le decíamos la suerte, dijo, eso dijo: “el que no quiera oír esta plática se puede retirar” dijo “nadie está a la fuerza aquí”. Todos allí mira sentaos así, y la chamaca platicando toda la historia, y el chamaco, platicando parte de su vida, lo que sufrieron y todo, y cómo sacó a su familia adelante. Pero ella, la que hablaba más era ella, un noventa por ciento era ella, solamente cuando se dirigía a uno directamente a él, unas preguntas directamente a él, era cuando contestaba, pero él nomás oyía ahí toda la platicaba, él movía la cabeza, decía que sí, que era cierto, como dando lo que sufrimos yo y mi hermana, y él nomás movía la cabeza que sí, que habían sufrido demasiado, él extrañaba a su padre y a su.., al fallecido padre y la madre que los abandonó, más eso sí, como dijo aquel, para no… | nunca conocimos a la mamá, dijo porque quizás si la hubiéramos conocido quien sabe y nosotros no la viéramos perdonao ¿verda? Porque viera dicho: había salido hay vieja jija de la canija, no, no, no, nunca la conocimos a la señora, no a conocí pero a ella sí la conocí, muy bonita la señora.
[Entrevistador]: ¿Usted tenía tan buena memoria a los trece años?
[Don Luis]: Desde más chico, hay algo que se me grabó que no se me puede olvidar. Mi padre trabajó aquí en esta carretera, cuando nos tumbaron la casa, ‘taba yo chiquito, hasta allí mire, todo ese tramo, de ahí… ahí veía a mi padre, ahí me sentaba yo abajo al oír la carretera viendo mi padre barrenando allí, a mi padre.