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Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante lo titula: Elena tenía amores.
La informante neutraliza /l/ y /r/ en posición implosiva y final.
Aclaraciones léxicas:
desmamparada: por desamparada.
Bibliografía
Otras versiones de "El confesor de su madre"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Elena tenía amores con un chico muy gallardo;
lo cual se llamaba Flores, por apellido Navarro.
Ellos dos se festejaban, se amaban con ilusión;
Ellos dos se festejaban, se amaban con ilusión;
y en poder de Dios quedaban y el mundo con gran valor.
Cuando ha llegado la hora y ha logrado su intención,
trataron de casamiento y Navarro se marchó.
Viéndose desmamparada*, viendo que encinta quedó,
viendo que encinta se hallaba, exclamaba hacia el señor.
Ella sola se decía: —¿Qué es lo que debo de hacer?
Antes que llegue la hora, quitarme de padecer—.
Llegó la hora del parto, dándole Dios un varón;
quedando bien en el acto, (y) Elena se levantó.
Ha cogido su vestido y se dirigió pa’l bosque
y, en lo hondo de un barranco, lo ha dejado a medianoche.
Liadito en un pañal lo dejó encima una mata
y Elena, la criminal, se marchó para su casa.
quedando bien en el acto, (y) Elena se levantó.
Ha cogido su vestido y se dirigió pa’l bosque
y, en lo hondo de un barranco, lo ha dejado a medianoche.
Liadito en un pañal lo dejó encima una mata
y Elena, la criminal, se marchó para su casa.
Anda como siete pasos un pastor que allí se hallaba,
que no muy lejos de allí un angelito gritaba.
que no muy lejos de allí un angelito gritaba.
Y a la catedral del Carmen lo llevan a bautizar,
a bautizar a este niño, a este niño sin piedad.
En la catedral del Carmen, el niño eterno quedó
y, al poco tiempo, lo hicieron cura de la población.
Y una mañana temprano, una señorita entró,
una señora elegante se ha acercado al confesor:
—Padre, tengo una gran pena; he sido una criminal.
Por tirar a mi hijo mío mi vida será fatal;
por tirar a un hijo mío el dieciocho de agosto
de mil nuevecientos cinco en el Barranco del Rostro—.
de mil nuevecientos cinco en el Barranco del Rostro—.
Y el cura, tan pequeñito, entonces se levantó,
diciéndole a la señora: —Ese niño he sido yo—.
Madre e hijo se abrazaron sin poderse contener
y el cura, tan pequeñito, cayó redondo en sus pies.
Madre e hijo se abrazaron sin poderse contener
y el cura, tan pequeñito, cayó redondo en sus pies.