Los duendes en Tepec, Amacueca

Audio

Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 0873n

Informantes

Notas

Anotación contextual de Víctor Manuel Bañuelos Aquino: La población de Tepec, Amacueca, en el estado de Jalisco, es una rica en relatos y tradiciones folclóricas. En este ejemplo se pueden apreciar algunas tradiciones entorno a la figura del duende. Llama la atención que se comentan creencias en torno a la cercanía de estos entes feéricos con los niños y con el agua. Al final viene una suerte de cancioncilla que se decía a los niños con la finalidad de que no se quedaran cerca del río y fueran llevados por los duendes. Aunado a esto la grabación está llena de elementos que nos permiten entender cómo se vivía en el México rural de la primera mitad del siglo XX.  

La entrevistada fue profesora de primaria en el poblado de Tepec, en el vecino municipio de Amacueca, donde desempeñó esta labor por décadas y tuvo cargos públicos como el de regidora.

Transcripción

Cuando estábamos en Tepec, la recamara donde estaba dormida Nena, la puerta para entrar era de madera antigua, pero, cosa extraña, le empujaba yo queriendo entrar y no, no se podía. Estaba como que la hubieran atrancado y, este, ya, en un momento, ¡zas, se abrió! Y entonces me dijo tu mamá, ya no se acuerda, tu mamá me dijo: “Es que los duendes estaban todos ahí; este, tú empujabas y ellos empujaban también para que no pudieras abrir”. Fíjate, los duendecillos, le dice, y ya después dice: “No podías abrir, pero se cansaron ellos de estar empujando y se metieron a la pared”. Estaba la Nena, tu mamá, chiquita, de unos seis o siete años, y yo le pregunto ahora: “¿Nena cómo eran los duendes?”. “Ah, pues no me acuerdo”.

  Y también, Beto y Tabo, que estaban chiquitos, tendrían unos seis años, seis o siete, y como la casa tiene huerta, les gustaba mucho irse allá a la huerta y decían: “Vámonos a jugar con los chiquitos”. Y yo les preguntaba: “¿Cómo son los chiquitos?”, y no me contestaban, no me decían. Serían duendes, me imagino. Iban a jugar con ellos.

Más antes, cuando yo era niña, entonces no había agua corriente en la casa, no había, en las casas no había agua, había que acarrearla. Entonces, para lavar la ropa, como dicen, para hacer la colada, o sea, lavar la ropa, iban al río, iban a un río, era un arroyo y ahí lavaban, pero... Me acuerdo yo que a mi mamá le decía una vecina: “Háblele a Silvia porque, si no, los duendes se quedan con su espíritu”, y entonces: “Silvia, no te quedes; Silvia, no te quedes”. Ja, ja, ja.