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Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0913r
Categoría:
Colección:
Archivo oral de la provincia de Jaén
Informantes
Recopiladores
Bibliografía
IGRH: 0194
Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Estudios
RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.
TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.
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Transcripción
Divino Antonio precioso, suplícale a Dios inmenso,
que con su gracia divina alumbre mi entendimiento,
para que mi lengua refiera el milagro
que en el huerto obraste de edad de ocho años.
(Y) este niño fue nacido con mucho temor a Dios,
estimado de sus padres y del mundo admiración.
Su padre era un caballero honrado y hombre prudente,
que mantenía su casa con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto donde recogía
cosechas y frutas que el tiempo traía.
Por la mañana, un domingo, como siempre acostumbraba,
su padre se marchó a misa, cosa que nunca olvidaba.
—Ven acá, Antoñito, ven acá, hijo amado;
mira que te tengo que dar un recado.
Mientras que yo estoy en misa, gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos todo lo echan a perder:
entran en el huerto, pican en sembrado,
por eso te encargo que gastes cuidado—.
Su padre se marchó a misa y en la iglesia se ausentó,
y Antonio quedó pensando y a los pájaros llamó:
—Venid, pajaritos, no picáis el sembrado,
que mi padre ha dicho que gaste cuidado.
Y, para que mejor pueda cumplir con mi obligación,
los voy a encerrar a todos dentro de esta habitación—.
Y los pajaritos, mientras les mandaba,
ellos, muy humildes, por la puerta entraban.
Por aquellas cercanías ningún pájaro quedó,
todos entraron conformes (y) a lo que Antonio mandó.
Lleno de alegría san Antonio estaba
y los pajaritos alegres cantaban.
Y, al ver venir a su padre, (y) a todos mandó a callar.
Y, cuando llegó a la puerta, le encomenzó a preguntar:
—Ven acá, hijo amado. ¿Qué tal, Antoñito?
¿Has cuidado bien de los pajaricos?—.
Y el niño le contestó: —Padre, no tenga cuidado,
que, para que no hagan mal, (y) aquí los tengo encerrados—.
Su padre que vio milagro tan grande
al señor obispo trató de avisarle.
Y vino el señor obispo con grande acompañamiento.
Todos quedaron confusos (y) al ver tan grande pretexto.
Abrieron ventanas, puertas a la par,
a ver si las aves se querían marchar.
Y entonces dijo Antoñito: —Señores, nadie se agravie.
Los pajaritos no salen menos que yo lo mande—.
Se puso en la puerta y les dijo así:
—Vamos, pajaritos, ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden, águilas, grullas y garzas,
gavilanes y avutardas, lechuza, mochuelo, graja.
Salgan las urracas y la calderilla,
palomas, gorriones y las golondrinas.
Salga el cuco y el vilano, burlapastor y andarríos,
canarios y ruiseñores, tordos, garrafos y mirlos—.
Y, cuando iban saliendo, todos juntitos se ponen,
(y) escuchando a san Antonio, (y) a ver lo que les dispone.
San Antonio dijo: —No entréis en sembrado,
marcharse por montes, riscos y los prados—.
Y, al tiempo de alzar el vuelo, cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio y toda su compañía.
Y el señor obispo, que vio tal milagro,
por diversas partes mandó publicarlo.
(Y) [¿árbol de grandiosidades?], fuente de la caridad,
depósito de bondades, padre de inmensa piedad.
(Y) Antonio divino, por tu intercesión,
todos te cantamos la misma canción.