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Otras versiones de "El padre usurero"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
En un pueblo de Jaén, cerca de la capital,
sucedió el caso más grande que enseñó la humanidad.
Por un hombre sin concencia, sin distinto y su ego,
quiso perder a su hija por la ambición del dinero.
—Me ha dicho don Nicolás que te quiere por esposa.
Serás una mujer muy rica y una señora dichosa.
—Padre de mi corazón, ya sabes que tengo novio
honrado y trabajador, que eso es el mejor tesoro—.
Este padre tan infame se fue a la capital:
—Ella se quedará sola y usted la convencerá—.
Y este padre tan infame, llevado a la ambición,
se fue en busca el señorito; de esta manera le habló:
—Mi hija se queda sola; usted la convencerá
y, dispués de convencerla, usted se casa con ella
y yo me entrego en la finca. Dispués, venga lo que venga—.
Cuando llegó el señorito, la joven estaba barriendo.
Le preguntó por su padre; dijo que estaba en el pueblo.
Y el señorito creído que todo saldría bien,
quiso abrazarla y besarla, pero nada hubo que hacer.
Y esta bonita joven, aprovechando su momento,
se encerró en una habitación y echó la llave por dentro.
El señorito que vido fracasado su intento,
a fuerza de puntapiés, derribó la puerta al suelo.
Pero, al derribar la puerta, la joven se preparó.
Al entrar el señorito, un hachazo le pegó.
A los gritos acudieron vecinos y autoridad.
Aquel señorito infame declaró en el hospital:
—Señores de la justicia, les pido de corazón,
no le hagan a la joven; la culpa la tuve yo.
También su padre culpable, porque me ofreció su hija,
aunque ella no quisiera, por entregarse de una finca—.
El padre murió en la cárcel, Nicolás en el hospital,
y esta bonita joven ya se casó con su novio, pa vivir tranquilidad.