Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0930r
Categoría:
Informantes
Recopiladores
Notas
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00004B 01).
Título indicado en las anotaciones de campo: "Rosina encarnada".
Muchos de los temas de esta entrevista fueron también transcritos en el Catálogo Folclórico de la provincia de Valladolid.
Bibliografía
IGRH: 5019.9
Otras versiones de "Rosita encarnada"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Ya venimos de la guerra de África, porque todo lo trae la pasión;
ya venimos de la guerra de África, porque todo lo trae el amor.
—(Y) al marcharme, Rosina Encarnada, me decías que tú me esperabas
y ahora vengo a casarme contigo y me encuentro que ya estás casada.
—Casadita, casadita me encuentras, porque todo lo trae el querer.
Casadita, casadita me encuentras con un hombre que yo nunca amé.
—¿No te acuerdas del mantón de grana que de novios yo te regalé?
—Sí me acuerdo del mantón de grana y de varios regalos también.
—¿No te acuerdas del pañuelo de seda que de África yo te mandé?
Si es verdad que tú me has olvidado, Rosina, el pañuelo devuélvemele.
—Sí, es verdad que yo a ti te he olvidado y mis padres la culpa han tenido,
pues trataron de darme la muerte si seguía (y) hablando contigo.
—Si tus padres la culpa han tenido y de muerte a ti te amenazaban,
ellos van a acabar con la vida y también tú, Rosina encarnada.
—Si tú tienes puñal de dos filos, mi pecho quieres traspasar,
matarás a una fiel criatura que en mi vientre inocente está.
—Yo no mato a una fiel criatura, que es un ángel que vive inocente.
Cuando nazca y en el mundo viva, a ti sola te daré la muerte—.
Ya dio a luz la Rosina encarnada una niña más bella que el sol
y Rosina la puso por nombre, como así su padre la mandó.
Y, a los quince días en la misa, (y) el infame al encuentro salió:
—Buenos días, Rosina encarnada, ahora vengo a lograr mi intención.
—Si tú tienes puñal de dos filos, la muerte me vienes a dar,
mira, mira, que te llevan preso y la Guardia Civil por detrás.
—No me importa que me lleven preso—. Y el infame rápido sacó
un terrible puñal de dos filos y en su pecho mil veces clavó.
—Me has pagado, Rosina encarnada, el estarme engañando dos años.
Si tus padres la culpa han tenido, tú solita por ello has pagado—.
Y, al oír este crimen tan grande, su marido al encuentro salió:
—Dime, dime, Rosina encarnada, dime, dime quién te asesinó.
Dime, dime, Rosina encarnada, dime, dime quién fue tu traidor.