Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0943r
Categoría:
Colección:
Archivo oral de la provincia de Jaén
Informantes
Recopiladores
Notas
la informante indica que lo aprendió de pequeña y que se cantaba durante la recogida de la aceituna.
La informante sesea en ocasiones.
Bibliografía
Otras versiones de "Hija de un labrador requerida por el dueño de la finca"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
En los campos de Sevilla, habitaba un labrador
con una hija más guapa que los rayitos del sol.
Carmencita se llamaba, quince años que tenía,
por su hermosura y belleza, todo el pueblo la quería.
Era hija de un labrador, el orgullo de su padre,
que, cuando Carmen nació, falleció su pobre madre.
Y el amo de aquella finca que su padre ha encargado,
desde que vio a Carmencita, de ella quedó enamorado.
—Me tienes loco y sin vida, Carmen, desde que te vi.
Si llegaras a ser mía, tu vida sería feliz.
Te colmaré de riquezas, de fincas te dotaré;
te colmaré de riquezas y yo pobre moriré.
—No hay riquezas en el mundo que puedan pagar mi honor
y mire usted, don Francisco, que de esas no soy yo.
Su señora, don Francisco, mucho tipo y mucho don.
—Mi señora sí es muy guapa, pero como Carmen, no—.
Don Francisco no sabía que Carmen se conservaba
una navaja barbera, que en el pecho se guardaba.
Y, luchando por sus fuerzas, malherido lo dejó,
y a dar cuenta a la justicia a ese pueblo se marchó.
Ha llegado el señor juez y al herido preguntó,
y el herido se declara de todo cuanto pasó:
—Yo he querido avasallar a la hija de mi labrador,
que no la ofendan en nada; la culpa la tengo yo.
Que no la ofendan en nada, no la ofendan, por favor.