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Recopiladores
Notas
Debido a problemas técnicos, el comienzo del romance no se registra en el archivo sonoro.
La informante indica: “Ahora voy a decir un romance, que leí cuando era joven”.
Bibliografía
Versión publicada en Anaya Fernández y Anaya Flores (1999: pp. 144-146; procedencia y peculiaridades p. 215)
Otras versiones de "Hijo enamorado de su madre"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
[En la provincia de Cádiz], ocurrió un caso fatal,
cometido por un hijo, despiadado criminal.
En dicho pueblo vivía en la calle del Pilar
un valeroso marino llamado Pedro Bernal.
Con su esposa y con su hijo navegaba en un bajel,
a la pesca dedicado para ganar de comer.
Así felices vivían, hasta que el hijo traidor
llegó a sentir por su madre una insolente pasión,
diciéndole: ―Madre mía, solo deseo de ti
que abandones a mi padre, que yo estoy loco por ti.
Si atorgas a mis ruegos y no desprecias mi amor,
esos mares cruzaremos en un rápido vapor.
Y allá en tierras extranjeras nada de esto han de saber,
y juntitos viviremos como marido y mujer.
[Com.: Ella le responde:]
―Maldición sobre tu frente te caiga del alto cielo;
anda, veste, que no quiero más tus palabras oír.
Como madre te maldigo, como mujer te desprecio,
porque descaro tan necio no se puede resestir―.
Pues temiendo que el padre de algo se fuese a enterar,
al camino de la playa fue al pobre padre a esperar.
Hasta que al fin el anciano al pasar sitio llegó,
y entonces el hijo infame dos puñaladas le dio.
Temiendo de que el delito se fuese a declarar,
al cadáver de su padre lo arroja dentro del mar
para que lo devoraran los peces que andan allí,
y su terrible delito no se pueda descubrir.
Se marcha para su casa con horrorosa intención;
al salir su madre a abrir, dos puñaladas le dio.
Enciende el horno con leña y a su madre la quemó.
Al oler los vecinos el olor a carne asada,
le dan parte a la justicia para que descerrajara.
Y hasta el mismo juez lloraba al ver al hijo traidor
cómo atizaba a su madre con horrorosa intención.
Le piden explicaciones y responde muy sereno:
―En el caso de lujuria, mire usted, señor, lo que he hecho.
A los mocitos del pueblo les voy a dar un consejo:
que respeten a su madre, que miren cómo me veo.