Vale, hay dos amigos que se llaman Sapo y Sepo. Y son dos ranas. Entonces, un día, Sepo, creo que es, sí, se levanta y dice:

—Mhm, a ver qué tengo que hacer hoy. Voy a hacer una lista de todas las cosas que tengo que hacer en el día.

Y escribe en la lista “despertarse, desayunar, vestirse, irse a dar un paseo e ir a casa de Sapo”. Y tacha levantarse. Luego va a desayunar y, cuando desayuna, pues tacha “desayunar”. Y luego ve qué le toca en la lista y es paseo. Va a dar un paseo y, por el camino, se encuentra a Sapo, creo que es. Es que no me acuerdo de los nombres, profe. A Sapo. Y va corri- | le enseña a Sapo:

—Oye, Sapo, mira, mira, he hecho una lista con todas las cosas que tengo que hacer hoy.

—¡Ah, cómo mola, sí!

Y viene el viento y se le va, se le va la lista. Corren tras la lista, que la necesita Sepo, la necesita la lista, porque si no, no sabe qué va a hacer en el resto del día. Pero no consiguen cogerla, así que se sienta muy triste y empieza a llorar. Y viene Sa- | viene Sapo y le dice:

—Sepo, no te preocupes. Juntos vamos a ver qué tenías que hacer en la lista.

Y coge un palito y en el suelo empieza a escribir “desayunar”: 

—¡Ah, sí, eso ya me acuerdo, eso ya lo he hecho!

Lo tachan. No, levantarse. Lo tachan. Desayunar. Lo tachan. Dar un paseo:

—¡Ah, sí, mira, yo estaba dando un paseo!

Lo tachan. Ir a casa de Sepo:

—Pues Sepo, a ti ya te he visto, así que no tengo que ir a tu casa.

Lo tachan. Y al final pone “dormirse”:

—¡Ah, dormirse, esa era la que me faltaba!

Y muy contento, se vuelve a su casa a dormir.