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Notas
Esta narración fue recogida en Martínez Reyes (2016: n.º 370).
Transcripción
A mí me ha gustado mucho la cacería. Yo salía a cazar con un señor allá en El Paraíso. Y veníamos por el campo, por un camino y me dice él:
—Fíjese que, que me ha tocado —decía— que cuando ando de cacería en la noche, y ya para llegar al pueblo, perderme, perderme —. Me decía.
Y le decía yo: —¿Y a qué atribuyó eso?—
Me dice: —Es que hay una planta que cuando uno se para en ella, uno se pierde—.
Y entonces me contaba que, ya llegando al pueblo, ya cerca del pueblo, de repente… miraban las luces del pueblo y ya cuando iban bajando, de repente se perdían. Y ya no hallaban, entonces se sentaban ahí hasta que amanecía. Y ya no… De repente iban caminando y decían: "No, no es aquí", decían de regreso. Y en eso estaban, por último lo que hacían era sentarse hasta que amanecía. Y él nos decía que eso le atribuían ellos a que cuando se pisaba, se pasaba por una, una planta, y uno la tocaba, eso lo perdía.