Los mozos de Monleón

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Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1003r

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Notas

La informante indica que el título de esta canción es Madre, deme usted la ropa.

Debido a problemas técnicos, no se registra en el archivo sonoro el comienzo del primer verso.

Bibliografía

IGRH: 0371

Versión publicada en Anaya Flores (1999: pp. 80-81; música p. 165; procedencia y peculiaridades p. 211) y Anaya Flores (2016:  pp. 157-158; música p. 389).

Otras versiones de "Los mozos de Monleón"

Alcalá Ortiz (2003: n.º 3838); Alonso Fernández y Cruz Casado (2003: n.º 44); Álvarez Cárcamo (2019: 16.8); Atero Burgos (2003: n.º 114); Benítez Sánchez (2000: p. 257); Checa Beltrán (2005: n.º 26); Díaz (2007: F.18); Escribano Pueo, Fuentes Vázquez y Romero López (1990: pp. 33-35); Fraile Gil (2013: n.º 64); Fraile Gil (2016: n.º 92-93); Manzano Alonso (2003: p. 391); Mendoza Díaz-Maroto (1990: n.º 132); Moreno Moreno (2016: n.º 116-118); Pimentel García (2020: n.º 435); Piñero Ramírez (1996: n.º 111); Piñero Ramírez (2004: n.º 75); Piñero Ramírez (2013: n.º 72); Piñero Ramírez y Atero Burgos (1987: n.º 94); Salazar (1999: n.º 45); Trujillo Pacheco (2017: n.º 71); Valenciano López de Andújar (1994: n.º 120).

Contaminaciones y engarces

Los mozos de Monleón + La criada y el señorito (ATO, 00038 18); Los mozos de Monleón + Muerte del torero José Gómez «Gallito» (Rico Beltrán, 2009: n.º 53).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Estudios

CARRIL RAMOS, A. (1982). Los mozos de Monleón. En las obras literarias, cancioneros y estudios romancísticos. Revista de Folklore, 17, 166-169.

DÍEZ RODRÍGUEZ, M. y DÍEZ TABOADA, M.ª P. (2005). Antología comentada de la poesía lírica española. Madrid: Cátedra.

GARCÍA MATEOS, R. (1986). Notas varias de tres versiones del romance de Los mozos de Monleón. Revista de Folklore, 67, 13-16.

GOMARÍN GUIRADO, F. (1977-1978). Los mozos de Monleón, una variante. En Publicaciones del Instituto de Etnografía y Folklore "Hoyos Sainz" (pp. 179-190). Santander: Diputación Provincial.

PUERTO, J. L. (1988). Los mozos de Monleón: Oscura tragedia ritual. Revista de Folklore, 95, 154-159.

Transcripción

—[Madre, deme] usted la ropa,     que me voy a torear,
que me han dicho los toreros     que el toro me va a matar.
 —La ropa no te la doy     ni tú a la corrida vas.
—Yo a la corrida sí voy,     mas que la lleve prestá.
—Permítalo Dios del cielo     y la Virgen del Rosario
que si a la corrida vas,     que te traigan en un carro—.
Se juntaron cuatro amigos,     cuatro amigos muy gallardos,
a preguntar por el toro,     el toro ya está encerrado.
—¿Cuánto tiempo tiene el toro?     —El toro tiene tres años.
—Por la leche que mamé,     ha de morir en mis brazos—.
Sale el toro, sale el toro     y empiezan a torearlo,
y le ha(n) metido los cuernos     por un lado del costado.
 —Ya llevamos tres pañuelos     y con este ya van cuatro—.
El rey-conde le ha ofrecido     las tres mulillas y el carro.
Ya lo suben más arriba,     ya lo bajan más abajo;
en la puerta de la iglesia     no han podido confesarlo.
Ya lo suben más arriba,     ya lo bajan más abajo;
en la puerta de la viuda,     allí pararon el carro.
—Buenos días tengas, viuda.     —Buenos días, no son malos.
—Aquí tienes a tu hijo,     la maldición le ha alcanzado—.
A eso de los quince días     salió la viuda rabiando,
que rabiaba, que rabiaba     como el toro valenciano.

Resumen de "Los mozos de Monleón"

Una madre viuda quiere con locura a su único hijo. Cierto día, este le pide que le deje ropa para ir a torear. Su madre se opone porque tiene miedo de que muera en la plaza y, ante la insistencia del hijo, lo maldice para asustarlo y que así desista de su intento: le asegura que si va a la corrida, lo traerán muerto en un carro. El hijo busca ropa prestada y acude a la corrida. En algunas versiones, cuando los mozos se dirigen hacia la plaza, el caporal les aconseja que no entren a torear porque el toro es demasiado bravo. Durante la corrida, el toro empitona al muchacho y muere. En ocasiones, el moribundo pide confesión y los mozos tratan de llevarlo a la iglesia o llaman al sacerdote para que se presente en la plaza, pero no llegan a tiempo. Recogen el cuerpo sin vida del aficionado, lo suben en un carro y se acercan a la puerta de la viuda, a quien se lo entregan para que lo amortaje. La mujer se lamenta de haber maldecido a su hijo. A los pocos días, enloquece y sale al campo bramando como un toro. El narrador aconseja a las madres que no maldigan a sus hijos.