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Bibliografía
Esta narración fue recogida en Martínez Reyes (2016: n.º 135).
Transcripción
[Mario]: Lo que estábamos hablando desde hoy con usted, respecto a lo sucedido, es peligroso. Es peligroso. Porque uno no sabe ni con quien platica, ni de quién está cerca. Hay que tener mucho cuidado.
[Juvencio]: ¡Hay que tener mucho cuidado!
[Mario]: No comerle a cualquier gente. Lo que yo le decía hoy, porque por envidia, por odio, por todo: la pueden matar. Que le dan una taza de café: no la tome. Dígale que le hace daño. ¿Quiere agua? No, busque la manera mejor de comprar una bolsita, o ande su tambito. No le agarre. Es que antes sí, la gente era sana. Mi papá me dijo una vez…
[Juvencio]: Le pueden dar camotillo. ¿Se acuerda del camotillo?
[Mario]: Sí, es un bejuco. ¡Yo lo conocí cipote!
[Juvencio]: El camotillo es como… es como la palmita de, de, de coco. Es como la palma de coco. Es una pelota que es como papa. Sí, entonces está enterrada que… | y la palmita es así como de coco. Entonces… eso se lo, se lo echan en la comida, ¿entiende? para causar mal. Entonces ya después se quedan los órganos que dicen solo a estar ensuciando, ensuciando, ensuciando, hasta que se muere.
[Mario]: Si lo cortan el día, el día de laso solo dura un día. Tres días, tres días dura.
[Juvencio]: Y depende, y depende el tiempo…
[Raúl]: Por eso le dicen a uno: “Camotillo te voy a dar …”.
[Mario]: Entonces uno, hay que tener máximo cuidado, siempre. No hay que atenerse solo al Señor. Porque nosotros lo que decimos: “A mí Dios me protege”. Correcto, somos hijos de él, él mira por nosotros, pero hay que tener cuidado.