El novio que metió la cabeza por las rejas

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1083r

Informantes

Recopiladores

Sotero Martín

Responsable del grupo investigador: Jerónimo Anaya Flores

Bibliografía

Otras versiones de "El novio que metió la cabeza por las rejas"

Mendoza Díaz-Maroto (1990: n.º 215); Pimentel García (2020: n.º 943).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

Un domingo de diciembre,     en víspera de la Pascua,
ocurrió el caso siguiente     que este romance declara.
A las ocho de la noche     se puso el novio en la esquina;
como tosió por dos veces,     ya salió la clavellina.
Estuvo un rato en la puerta    y luego se despidió
y le dice: —No te acuestes,     que a las once vuelvo yo—.
Dando las once en la villa,     el novio se presentó.
La novia estaba dispierta     y al momento le sintió.
Corriendo a abrirle la ventana     y él con ansias la abrazó.
Él le dice: —Prenda mía,     déjame un rato, por Dios,
que tape en la ventana     y gozaremos los dos—.
Se sacó el novio dos clavos,     que en el bolsillo llevó;
cogió un canto como un puño     y en la pared los clavó.
Ya que metió la cabeza,     el novio un beso le dio
………………………     y debajo lo metió.
Y le dice: —Prenda mía,     solos estamos los dos—.
Ella le dice:     —¡Ay, ungüento de mi dolor!,  
si no estuviera la reja,     mascaba tu salchichón—.
Con las caricias aquellas     el novio se calentó
y se puso tan ardiente,     que al momento se aforó.
Por un cuadro de la reja,     él su cabeza metió.
La idea era de meterse,     pero el cuerpo no cogió.
Ya que metió la cabeza,     su novia un beso le dio;
no creas que le dio uno,     que le dio más de un millón.
Ya cuando el novio se hartó     de besarla y abrazarla,
ha tirao de su cabeza     y se la encontró enlazada.
Probó por segunda vez;     la cabeza no sacaba,
y ella le dice:     (………………………)
—No te aflijas, mi querido,     que a mi padre iré a llamar.
Le dice: —Prenda mía,     en eso tú no te metas,
porque si viene tu padre,     yo me muero de vergüenza—.
Se echó mano a las tijeras,     el pelo empezó a cortarle.
Ya el hombre, muy conforme,     sin melena en su cabeza,
probó por tercera vez,     pero se [¿…?].
No creas que era temprano     cuando esa niebla pasaba.
Cinco o seis trabajadores     que bajaban por la cuesta,
riendo al suelo cayeron     viendo un pájaro en ballesta.
Ella les dice con ansia:     —Socorrer a un desgraciado,
que, por cazar un conejo,     él se ha quedado enlazado.
—Goriña, llama a tu padre      —dijeron los jornaleros—,
que tiene un martillo grande,     un fuerte barrón de hierro,
un cortafríos cortante,     para que corte los hierros—.
Salió el viejales corriendo     y a su pobre padre dijo:
—Salga usté a amparar al yerno.     (……………………)
El pobre padre salió,     se levanta en calzoncillos
y ha cogío una escopeta     y en la otra mano un cuchillo.
Salió a la calle corriendo     a darle [¿y ellos no lo vide?].
Cuando se acercó a la ventana     y vio aquel atalaje,
corriendo se entró en su sala     y se viste con su traje.
(………………………)     Y le dice a su mujer:
—¡Vaya un aplico de rejas     que tendremos que poner!
Yo voy corriendo delante,     que a tu hija va a perder
el demonio del barbucho.     —¡Qué demonios […]!
—Ha metío la cabeza     entre el hierro y la pared.
(……………………)     Piensarás que te hablo en fiesta:
sal y verás  a tu yerno     como un pájaro en ballesta—.
La suegra salió corriendo     y se acercó a la ventana,
(……………………)      y cuando le vio colgado,
fue a tirar de los pies     para sacarlo.
El yerno decía a su suegra:     —No me quite usted las botas,
lo que siento es mi cabeza     que se quedó por las costas—.
La suegra salió corriendo     a la casa del herrero
y le dice: —Vántate,     que es una lástima verlo—.
El herrero le pregunta:     —¿Qué ha ocurrido?
—Levántate y lo verás,     que entre el hierro está metido.
Échate un martillo grande     y un fuerte barrón de hierro
y un cortafríos cortante     para que cortes los hierros—.
El herrero se levanta     con todas sus herramientas,
riendo al suelo cayó     viendo un pájaro en ballesta.
Ya ha comenzado a trabajar     y daba fuertes porrazos.
La novia dice al herrero:     —No le dé usted un martillazo—.
Al acabar de decir     la novia lo referido,
se le ha escapado el astil     y [¿encima lo tira?] a su querido.
El herrero, acelerado,     barra de hierro cogió,
lo ha cogío por la reja     y el hierro se ladeó.
Y el hombre tanto sufrió     entre el hierro y su cabeza,
que se le puso de gorda     como el hombro de una prensa.
Las hermanas y su madre,     al enterarse del caso,
el corazón de llorar     se les echa fuera del vaso.
Aquí tenís el costón     que el pobre suegro ha ganado:   
de primeras, le dio el susto;     de segundas, constipado;
tercera, echárselo a cuestas;     cuarta, meterlo en su casa;
quinta, como dio trabajo     al herrero,
tuvo que aportar un duro     después de cortar los hierros.

Resumen de "El novio que metió la cabeza por las rejas"

Un novio ronda a su amada y le promete que esa misma noche irá a visitarla. El muchacho intenta colarse entre las rejas de su ventana, con tan mala fortuna que solo es capaz de introducir la cabeza, que queda atrapada entre los hierros. Al amanecer, unos trabajadores descubren el hilarante suceso y le aconsejan a la muchacha que avise a su padre para que rompa las rejas con herramientas que posee. El padre avisa a la madre, que intenta liberar al yerno tirándole de las piernas. Todos los esfuerzos son en vano y se ven obligados a llamar a un herrero que, tras arrojar accidentalmente el astil en la cabeza del joven, consigue liberarlo.