[Recopiladora:] ¿Había mal de ojo en el pueblo?

[Charo:] Sí, sí, sí. Cuando yo era niña, por lo menos, tenían fichada a una mujer que, cuando pasaba... Oye, pues que era verdad. Vamos, que era verdad. La tenían pánico, porque como pasara y viera un animal o una oveja y, si la miraba, se moría esa oveja. Se moría, fíjate. No sé qué, qué mal de ojo tenía. Bueno, lo decían que era así. No sé.

[Recopiladora:] ¿Había alguna sanadora allí en el pueblo que curara estas cosas?

[Charo:] No, lo que había era una partera, que llaman. Cuando daba a luz las mujeres, ahí no se llamaba a médicos, ni a nada, ni se iba a ningún hospital, ni se | Ahí, daban a luz en casa. Y iba esa mujer, que era una aficionada, que no tenía estudios, ni tenía preparación de nada. Pues ella era la que iba y a ayudar a salir la criatura. La tía Adelina, que tuvo a Mari con cinco kilos, ¡pa sacarla! Ni te cuento lo que tuvieron que pasar. Entonces no | No sé si la rajarían algo abajo para que saliera, pero de verdad, que muy mal, muy mal.