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Bibliografía
IGRH: 0210
Versión publicada en Checa Beltrán (2005: pp. 139-140)
Otras versiones de "Conflictos de conciencia en la guerrilla cubana"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Y el cabecilla insurrecto, (y) a los lamentos del militar,
le dice a los insurrectos: —(Y) a los soldados no hay que tirar—.
—Y dime, niño, ¿de dónde eres tú? —Yo soy del pueblo Calatayud.
—Dime el nombre de tu madre y el de tu padre quiero saber.
—Mi madre, Antonia Sánchez y el de mi padre yo no lo sé.
Padre no tengo, puedo decir; dejó a mi madre, también a mí
y, como niño de poca edad, por eso ignoro dónde estará.
—Levanta, hijo, levanta ya; que soy tu padre y t’iba a matar.
—La muerte fiera cerca la vi. —Muerto estuvieras si no es por mí—.
El muchacho, deligente, como un cohete se levantó,
(y) abrazando a su padre, que en hora y media no lo soltó.
—Y tus amigos, vengan p’acá, que quiero darles la libertad
y tú, hijo mío del corazón, quedas conmigo en la situación.
—Papá, no me digas eso, que yo en tus filas no puedo ir.
Tengo a mi mamá en España y no tiene a nadie, na más que a mí;
y si ganamos en este país, a ver a mi madre no puedo ir,
y si perdemos, mucho peor, muere mi madre sin verla yo.
—Toma estos doscientos pesos y se los entregas a tu mamá.
—¡Ay, qué contenta se va a poner de que le escriba y lo va a saber
que en la manigua está su papá y que le manda esta cantidad!
—Dime el nombre de tu madre y el de tu padre quiero saber.
—Mi madre, Antonia Sánchez y el de mi padre yo no lo sé.
Padre no tengo, puedo decir; dejó a mi madre, también a mí
y, como niño de poca edad, por eso ignoro dónde estará.
—Levanta, hijo, levanta ya; que soy tu padre y t’iba a matar.
—La muerte fiera cerca la vi. —Muerto estuvieras si no es por mí—.
El muchacho, deligente, como un cohete se levantó,
(y) abrazando a su padre, que en hora y media no lo soltó.
—Y tus amigos, vengan p’acá, que quiero darles la libertad
y tú, hijo mío del corazón, quedas conmigo en la situación.
—Papá, no me digas eso, que yo en tus filas no puedo ir.
Tengo a mi mamá en España y no tiene a nadie, na más que a mí;
y si ganamos en este país, a ver a mi madre no puedo ir,
y si perdemos, mucho peor, muere mi madre sin verla yo.
—Toma estos doscientos pesos y se los entregas a tu mamá.
—¡Ay, qué contenta se va a poner de que le escriba y lo va a saber
que en la manigua está su papá y que le manda esta cantidad!