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De allí, del niño que se ahogó entre, entre el maíz. Un niño chiquito que se ahogó entre el maíz por el descuido de los padres. El niño se mentía entre el cajón del maíz, pero cuando tenía el cajón, tenía poco maíz. Estos hombres llenaron el cajón de maíz y el niño no sé cómo se metió y se ahogó en el, en el, entre el maíz el niño. Y el niño pues no podía salir de allí, no podía salir de allí por el descuido de sus padres, el descuido de sus padres todo esto. Entonces, esa familia salió de allí y regresó otra familia con un niño también chiquito, más chiquito todavía que ese, que ese niño, porque aquel niño que se ahogó ya caminaba. Y aquel ni-, aquel chiquito otro, empezaba apenas a hacer sus solitos, a dar sus pasitos y todavía no hablaba… pero cuando lo dejaban solo allí en la pieza esa, solo que el niño taba reírse, reírse, pero contentísimo, y que decía la familia: “A ver, asómate, ¿con quién se ríe el niño?”, y se fijaban pa onde volteaba el niño, pa’llá volteaban los papás para tratar de buscar con quién se reía el niño, se carcajeaba tan contento el niño y volteaban pa todos lados y que decía el papá: “Tráetelo para acá para fuera”, dijo, “para acá”, dijo. El niño hacía el intento de regresarse para, para la pieza donde había muerto su | aquel, aquel niño. Y así, sencillamente el niño fue pasando, fue pasando los, los días y el niño era contento, feliz. Nunca estaba solo, porque siempre estaba carcajeando. Maldispertaba y el niño era feliz, era muy feliz el niño.
Pero dispués, dicen que murió alguien, murió alguien en el…, allí en la comunidad y lo velaron y cuando lo fueron a enterrar, lo acompañaron y llevaron al niño, lo llevaron al niño a acompañar lo llevaron. Pues, por, por azares del destino, dicen que lo soltaron, en el panteón soltaron al niño así paradito a un lado de sus padres y el niño corrió derechito on taba la tumba de su amigo y que llegandito on taba la tumba de su amigo oyeron de vuelta las mismas carcajadas. Decían:
—¿Y el niño?
—Míralo on ta—.
Que taba arriba de la, taba on taba la tumba del niño allí, que taba a carcajada el niño, contentísimo. Ese era el amigo que estaba en | que lo tenía | que estaba en el panteón allí y lo iba a visitar a…, y lo iba a visitar a su casa. Hasta allí se dieron cuenta quién era, quién era el amiguito con quien, con quien | porque no se daban cuenta con quién jugaba y por qué se reía el niño. Entonces se dieron cuenta. Entonces este fue amigo, hasta cuando toda su niñez, porque los papás se | realmente se lo dijeron: “Mientras no le hagas daño a mi hijo, tú vas a seguir siendo amigo de mi hijo y puedes venir aquí a tu casa”, dijo, “pero mientras no me le hagas daño”.
El niño creció, po lógico. Dicen que el niño ya a los cinco años empezó a sentir aquel rechazo, porque ya los juegos eran diferentes, ya no era de la edad del niño aquel de | aquel chiquito, aún iba a visitarlo. La última visita que le hizo el niño a su amigo, porque no se tenían miedo el niño y el niño de, de esta vida, porque el niño claro, pertenecía al mundo de los muertos. Entonces el niño, el niño ya no le tenía miedo y ya iba muy pocas veces a visitarlo. Fue cuando le dijo el niño chiquito, le dijo, le dijo: “Mira, ya no voy a venir a verte”, dijo, “porque tú necesitas buscarte amigos ya, amigos de tu edad”, dijo, “tus amigos de tu edad para que juegues”, dijo. “Pero niños”, dijo, “de este, de este mundo”, dijo, “niños, niños vivos”, dijo. “Yo soy un niño que pertenezco al mundo de los muertos”, dijo, “ya no voy a poderte venir a ver”, dijo. “Si alguna vez hay algún otro niño, lo visitaré”, dijo, “pero a ti, nos vamos a despedir”, dijo, “y cuando quieras, ya sabes dónde me vas a visitar”, dijo. “Y quizás ya no me oigas hablar”, dijo, “pero visítame.
Esto nos platicaba don Odón.