Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
1199r
Categoría:
Informantes
Recopiladores
Notas
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00008 24)
Título indicado en las anotaciones de campo: "San Antonio y los pajaritos".
Algunos de los temas de esta entrevista fueron también transcritos en el Cancionero de Palencia, t. I. de J. Díaz.
Bibliografía
IGRH: 0194
Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Estudios
RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.
TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.
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Transcripción
Antonio divino y santo, suplícale al Dios inmenso,
que por tu gracia divina alumbre mi entendimiento,
para que mi lengua refiera el milagro
que en el huerto obraste de edad de ocho años.
Desde niño fue criado con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado y del mundo admiración.
Fue caritativo y perseguidor
de todo enemigo con mucho rigor.
Su padre era un caballero cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto de donde cogía
cosecha del fruto que el tiempo traía.
Por la mañana, un domingo, como siempre acostumbraba,
se marcha su padre a misa, cosa que nunca olvidaba,
y le dijo: —Antonio, ven acá, hijo amado;
mira que yo tengo que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa, gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos todo lo echan a perder:
entran en el huerto, comen el sembrado;
por eso te pido que tengas cuidado—.
Cuando se ausentó su padre y a la iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando y a los pájaros llamó:
—Venid, pajaritos, no entréis en sembrados,
que mi padre ha dicho que tenga cuidado.
………………………………/………………………………
Al ver venir a su padre, luego les mandó callar.
Llegó su padre a la puerta y comenzó a preguntar:
—Dime, hijo Antonio, ¿qué tal, Antoñito?
¿Has cuidado bien de los pajaritos?—.
El hijo le contestó: —Padre, no tengas cuidado,
que, para que no hagan mal, todos les tengo encerrados—.
El padre que vio milagro tan grande
al señor obispo trató de avisarle.
Acudió el señor obispo con grande acompañamiento,
quedando todos confusos al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas, puertas a la par,
por ver si las aves se quieren marchar.
Antonio les dijo a todos: —Señores, nadie se agravien.
Los pájaros no se marchan hasta que yo no les mande—.
Se puso a la puerta y les dijo así:
—Vaya, pajaritos, ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden, águilas, grullas y garzas,
gavilanes, avutardas, lechuzas, mochuelos y grajas.
Salgan las urracas, tórtolas, perdices,
palomas, gorriones y las codornices.
Salga el cuco y el milano, burlapastor y andarríos,
canarios y ruiseñores, tordos, gafarrón y mirlos.
Salgan verderones y las carderillas,
y las cocujadas y las golondrinas—.
Al instante que salieron, todas juntitas se ponen,
esperando a san Antonio para ver lo que dispone.
Antonio les dijo: —No entréis en sembrados,
marcharos por montes y los ricos prados—.
Árbol de grandiosidades, fuente de la caridad,
depósito de bondades, árbol de inmensa piedad.
Antonio divino, por tu intercesión,
todos merezcamos la eterna mansión.