El ateo

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Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1205r

Informantes

Notas

La informante asegura que aprendió este romance de su bisabuela.

Bibliografía

IGRH: 0808

Otras versiones de "El ateo"

Alcalá Ortiz (2003: n.º 4033, 4034); Álvarez Cárcamo (2019: 19.2); Asensio García (2004: pp. 123-124); Atero Burgos (2003: n.º 78); Díaz (2007: A.3); Garrosa Gude (2017: p. 298); Gómez Garrido (2012: n.º 24, 25); Jaén Castaño (2018: n.º 570); Manzano Alonso (2003: pp. 287-288); Marazuela Albornos (1981: p. 381); Mendoza Díaz-Maroto (1990: n.º 62); Piñero Ramírez (1996: n.º 76); Rico Beltrán (2009: n.º 84).

Contaminaciones y engarces

Condenado por no darle limosna a Cristo + El ateo (Fraile Gil, 2016: n.º 308); El ateo + El castillo de la Virgen (Benítez Sánchez, 2000: p. 269; Trujillo Pacheco, 2017: n.º 61; Valenciano López de Andújar, 1994: n.º 165); El ateo + La toca de la Virgen y el alma pecadora (Piñero Ramírez, 2013: n.º 121; Tejerizo Robles, 2007: n.º 492); Labrador caritativo + El ateo (Mendoza Díaz-Maroto, 1990: n.º 63).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Estudios

ATERO BURGOS, V. (1986). Una versión andaluza de Jesucristo y el incrédulo: Sus divergencias con otras formas peninsulares del romance. Revista de Folklore, 71, 167-173.

Transcripción

Jesucristo subió al campo,     como siempre acostumbraba,

se encontró con un mal hombre,     malo y de mala vida.

Le dijo que si había Dios,     le dijo que Dios no había:

—Calla, hombre condenado,     que existe Dios y santa María.

Lo mismo que te ha dao la vida,     también te puede dar la muerte.

—Yo no le temo a la muerte     ni a quien la envía—.

Al siguiente día de mañana,     la muerte a por él venía:

—Déjame, muerte rabiosa,      déjame siquiera un día,

que confiese mis pecados,     y a Dios le entrego mi vida. [Com.]

[Com.: Sé que seguía, en plan de: “No te puedo dejar, hombre”, pero ya no me acuerdo de más.] ate

Resumen de "El ateo"

Jesucristo (o, más raramente, un rey) sale a cazar, pero no halla ninguna pieza. En el camino de vuelta, se encuentra con un individuo al que pregunta si Dios y santa María existen. Este asegura que no. Jesucristo le pide que recapacite porque, al igual que le han dado la vida, pueden arrebatársela. En algunas versiones, el ateo replica que no le importa porque es rico y puede disfrutar de su hacienda; en otras, asegura que no le tiene miedo a la muerte. Al día siguiente o esa misma noche mientras cena, se presenta la muerte. Él le suplica que lo deje vivir un día más para confesar sus pecados, pero ella asegura que no puede esperar porque Jesús le ha ordenado que lo lleve a los infiernos. En algunas versiones, se enumeran las torturas a las que es sometido en el infierno: es obligado a sentarse en un silla envuelta en llamas, a comerse una culebra y a beber trementina, a dormir en un colchón de balas y perdigones, etc.