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Media risa, se llamaba Víctor, na más que le decían el media risa, porque siempre andaba riéndose. Entonces él decía que era cierto: “Mira”, dijo, “onde tan tos los angelitos, gentes que les llevan sus cochecitos, a las niñas les llevan sus monitas”, dijo, “todo así”. Dice: “Todos sus cochecitos ahí pa que jueguen a la noche”. Dice: “Y como, yo como panteonero”, dice, “todos dicemos el aire es el que comete todo esto. Porque el aire, ya su juguetito ya anda allá, mira”. Dice: “No, que esto es raro”. ¿Por qué dice que es raro? Que se veía, mira, se miraban on-, onde rodaban, onde rodaban las rueditas de los, los cochecitos, así, mira, así. Y que el aire. Y que el aire y que todo eso, que es lo que hacía que moviera todo aquellos.
Dice: “Pero… un día me tocó”, dijo, “me tocó la suerte,” dijo, “que tábamos esperando” no sé a qué estaban esperando allí. Dice: “Yo me quedé”, dijo, “allí”, dice, “y cuando empecé yo a oír un ruido”, dijo, allí, dijo. Dijo: “Precisamente estaba con don, don Utilo, pero no sé qué papeleo había, lo que iba… como, como es que lo sacan… ¿lo exhumaron? ¿cómo? A-, algo así, bueno, sacaron… | que llegaban, que llegaban las autoridades y tenía que ser de, pues no sé por qué de noche. No, no me explico…, o se les hizo tarde… o no…, pero tenía que ser ese día, antes de que pasara…, tenía que ser ese día, tenía que tar él allí, ¿eh? Y él como pantionero, porque el… don Utilo era el velador. Ellos se conocían. Y ya aquel, el, el media risa dice: “Pos que no vienen las autoridades…”, porque tenían que sacar al | un, un difun- | cerca, cercas de on taban los niños. Dice: “Mira, taba el tiempo calmao, calmadito, y yo… pos allí desesperao, pero porque no llegaban”. Dijo: “Yo tenía que ir a mi casa a cenar y todos y….”, dice, “y ¿cuál será la sorpresa?”. Dice que me voy y empezaron, que se empezaron a mover los, las, los cochecitos. Dice: “Ya oía yo…”, dice, “no voces, no, no, no, porque si fuese una voz…, no, digo no voces, pero murmullos de, como de niños: ‘ehhh, ehhh’. Así, como con dando juego ‘ehhh’ con los cochecitos… y que veo que se empiezan a mover los cochecitos así, mira. Así. Y empezaba yo a decir: ‘Mira, hasta las flores se mueven’”. “Todo aquello”, dijo, y el hombre decía él, con tanta seriedad dice:
—¿Y tú qué piensas? ¿Crees que toy… que toy tocao —dice—, que toy tocao?—.
Le dije: —No, Víctor —le digo— yo sí te creo. Y te creo—.
Dice: —Mira —dijo— los niños salen en la noche a jugar así —dice—.
Por eso las mamás, cuando llegaban a visitarnos. Y hay mamás que iban diario. Que no abandonan a sus hijos, que antes es el ruego diario, que van a abandonar, que van a ver a sus hijos. Dice con el, con el, con el… | van con el, con el, con el pantionero:
—¿Por qué le mueve sus, sus, los juguetes a mi niño? ¿Por qué tan los juguetes de mi niño allá? —dijo. Que, pensando que la mamá de otro de, del difuntito aquel allá, pos le va y le arrima todos los juguetes a su hijo, a su niño ya difuntito allí.
—No, señora… —dijo—, ellos andan jugando en la noche —dijo—, y pues allí se… se quedarían dormiditos —dijo— y los juguetes se quedaron allá.
—No —dice— pues tenga cuidao, esos juguetes son de mi niño, aquí.