Pues un tío mío se murió mocico. Estuvo once años malo y era, según contaba mi madre y mis abuelos, era la guerra. Y decía: —Mirad, va a venir a verme | mama, mama, arréglame la habitación, que va a venir el cura a verme y los monacillos—. Y decía mi, mi abuela: —¡Ay, Diego, hijo mío! Eso es que tienes fiebre—. Al ratillo, el cura dándole en la puerta y los monacillos a verlo. Y mi madre vivía entonces en un cortijo. Y dice: —Llama a la Juana, que me voy a morir y quiero que esté conmigo unos días antes de morirme—. Y mandaron a mi madre a llamar con un hombre aquí de | Entonces no había teléfonos ni había na, pues un hombre de aquí de | fue a llamar a mi madre, el Fogonero. Y dice: —Mama, le han dicho que estoy muy malo y viene llorando la Juana, viene con su cuñao Raimundo y trae el mulo blanco. Tened cuidaico, que cuando llegue aquí, se le va a caer el chiquillo de, del mulo—. Y así fue. Cuando llegó mi madre ahí a onde está la fuente, más abajo, pos bajaron y, al bajarse mi madre de, al bajarse mi madre del mulo, se le cayó el chiquillo al suelo. Mi hermano Pepe. Y luego, le dijo, dice: —Quiero despedirme de to la familia y, si quiere el pueblo entero venir a despedirse de mí, que venga, que me muero pasó mañana a las tres, estará mi cuerpo de cuerpo presente—. Y así pasó.