La joven casada

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Referencia catalográfica: 1223c

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¡Qué desgracia ser casada,     casada en mi tierna edad,
con un viejo impertinente,     que no lo puedo aguantar!
Pero, en fin, ya lo hice;     por supuesto que él se va
todos los días al campo,     (……………………………)
aprovecho la ocasión     con mi amante sacristán
—Paco, yo me quiero ir contigo,     yo sola no quiero estar
—Pues ¿no tienes ahí el gato     que te pueda acompañar?
—Siempre tienes esas bromas     y ningún gusto me das,
siempre con ganas de oírme     y de hacerme de rabiar.
Pero, en fin, ¡vete ya, so gran pelmazo,     y así no volvieras más!,
que es el gusto más completo     que a mí me pudieras dar
(………………………)     con mi amante sacristán.
—Echa en la excusa dos güevos,     un trozo de pan,
que al campo me voy     a almorzar
porque a nuestros gañanes     todo se le va en fumar,
echar tragos y porfías     y nada de trabajar.
—¡Vete ya, so gran pelmazo,     y así no volvieras más!,
que es el gusto más completo     que a mí me pudieras dar
(………………………)     con mi amante sacristán.
[Com: Se marcha. Vuelve el amigo.]
—Estaba en acecho     que se fuera el gavilán
para decirte al oído     y decirte con afán:
“eres mi pan y mi queso,     mi ciruela de san Juan
mi perdiz y mi conejo,     en fin, en todo mi afán”.
—¡Calla, que viene Paco!     (………………………)
—¿Dónde me escondo?     —Bajo la mesa.
—¿Con quién estabas hablando?     (…………………)    
—¿Con quién quieres que hable,     (…………………)    
Paco tonto de mi culo?     Con la llueca.
—Si me dijeras el pollo,     tal vez que me lo creyera.
Salga el señor escondido,     está debajo la mesa.
—Venía pidiendo limosna     para la madre badesa.
—Si vies pidiendo limosna     para la madre badesa,
yo te voy a dar cuatro palos     y descargo con conciencia.