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El informante explica que esta historia sucedió en Marfil, cerca de donde él vive, poco antes de 1905. Se la contó una vecina cuando él tenía unos 12 o 13 años.
Transcripción
Había un niño | había un hombre | tamos hablando de aquí de Marfil, ese sí es de aquí de Marfil. Había un hombre que era holgazán, oye lo que te digo, holgazán. Era un abusivo y un golpeador y un hombre sin sentimientos, ¿me entiendes? Ese hombre mandaba a un niño de nueve años aquí al lao, a la mesita, a cuidar a sus chivitas, ahí cuidaba sus chivitas, todo el día se la pasaba el niño dándole vueltas así, mira, al, al, al cerro. Cuando él tenía o llegaba hasta la, ha-, ha-, hasta mero arriba, a esa hora bajaba a dar agua hasta, hasta el, hasta el este, hasta el…. Hasta el | al Puente Mocho, ¿me entiendes? Y luego, y se volvía subir. Pero era tan malo este hombre | porque el hombre, abusando de esta, de esta criatura que era su propio hijo, el hombre se permanecía en su casa, dormidito, acostado, abusivo y golpeador, ¿me entiendes?, así que si llega-, el chamaco llegaba tem-, temprano, antes de la hora, este tenía que venir más tarde porque los animales tenían que seguir comiendo. Y si llegaba tarde, porque ya era muy tarde, pero lo golpeaba. Y era un hombre que agarraba parejo, golpeaba a los, a los niños y golpeaba, y golpeaba..., a los niños más chiquitos y golpeaba a la mujer. Pero era una mujer sumisa, tonta pues, que dejaba que les pegara a los niños y a ella.
Dicen que una vez, había otro chivero. Pero ese no paseaba aquí en las mesitas, sino este paseaba pal lao del, del | digamos del cerro gordo. Arriba del lao de la Aldana, todo eso para allá. Y ese hombre daba agua al lao de abajo de la Aldana, y el niño daba aquí en el Puente Mocho, que es el mismo arroyo, pero él daba acá abajo agua. Entons, dicen que este se le, se le escaparon las chivas al hombre, a aquel hombre, se le vinieron de pa’bajo y se juntaron, se juntó los dos ganaos, el ganao, el ganao que era del chamaco, del, del muchacho que andaba juntando las chivitas con el señor este, se juntaron, como pudieron ahí conoció a este hombre | conoció a este niño, que era un niño muy agradable. Ahí lo conoció, y entre los dos, separaron las chivas. O se nombre cortar, las cortaron las chivas que eran de él y las que eran | para que… cada quien siguiera su camino. Pero resulta que se fueron tres chivas, tres chivas en el ganao de este hombre para allá. Y este, pues sin darse cuenta se las llevó y este cuando llegó el chamaco, cuando llegó a su casa, era po lógico que el padre las estaba contando. Llegandito le dijo que faltaban tres chivas, le dio una golpiza al chamaquito, una golpiza y ya el chamaquito le dijo que tenía hambre para… | como era tan tarde, le dio una golpiza y le dijo que si no regresa-, que tenía que ir a buscar las chivas y no regresaba con ellas, que le iba a ir peor todavía. Ahí va el chamaquito vuelto la canija corriendo a buscar sus chivitas y el chamaquito, po lógico, con el miedo y todo, nunca regresó. Nunca regresó. Entons, todavía el papá tenía el cinismo, porque era cínico, tonces decía que se las había robao. Un niño de esa edad, decía,, no, le decía la mujer, porque decía la mujer, dijo:
—Mira —dijo— que no ha venido —dijo.
—No, pero si anda dándole la gran vida. Las habrá vendido —dijo—. Y robarle a su propio padre…—Dice que lo acusaba al niño, que lo acusaba de que lo había vendido, que las había vendido.
Entonces, se dice, mira, y ahora la primera sorpresa es esta, dice que al día siguiente, al día siguiente, el niño fue y vio al, al este, al, al chivero, fue hasta allá y le dijo, dijo:
—¿Usted tiene unas chivitas que son mías?—
Dijo: —Sí —dijo— mira, allá están —dijo—, mira, llévatelas—.
Dijo: —Se juntaron ayer.
—Sí —dijo—, sí—.
Dijo: —Mire. No me las voy a llevar —dijo—, mi papá va a venir por ellas —dijo— y le va a dar las gracias. Mientras tanto —dijo—, mire, gane lechita, ordéñelas—.
Dijo: —Bueno —dice— como quieras —dice—, pero anda tus chivitas, dile a tu papá que no se preocupe, que aquí andan, mira—.
Entonces, allí vio algo raro esto y allí comenzó la historia más bonita, allí vio algo raro este, este chivero. Porque él desde donde se sentaba, él dominaba todo para acá abajo, él tenía un sitio donde se sentaba, y lo vio cuando llegó el niño y cuando dijo:
—Mira, mira —dijo— mira, chamaquito —dijo, dijo, dijo— ya regrésate ahora con tus chivitas —dijo— mira, de aquí…
—Sí, te las estoy viendo allá —dijo, dijo.
—Yo más voy a darle vueltas a mis chivas, mira, que no, pa que no se asomen p’al otro lao—.
Y le dijo el niño. Dijo: —No —dijo—, yo le doy vuelta a las chivitas —dijo— ya allá agarró el arroyo y me voy por allá—.
Dijo: —Ándele pues, se lo agradezco y dígale a su padre que aquí están las chivas—.
Allí fue donde el chivero ese vio algo, algo, algo, algo anormal, no normal, sino anormal. Dice que lo vio cómo se fue el niño y le dio vuelta a las chivitas y se perdió en el arroyo, una distancia pues bastante lejos. En cuanto se perdió en el arroyo, lo vio en | ya lo vio aquí en la mesita. Dice: “¡Ay, qué cosa! Si lo toy viendo ahorita, si lo toy viendo que, que se pierde en el arroyo, ¿cómo es posible que, que ya lo, ya lo te viendo en la mesita allá?” y se hacía cruces y decía “¿cómo es posible?”. Eso se le grabó mucho. Pos empezaron a pasar las semanas, los días y…, y no iban por las chivitas. Dijo: “Yo sí toy consciente”, dijo, “que las chivitas, ya su padre sabe que aquí están”, dijo, “el chamaco ya le dijo”. Y él veía al chamaco diario lo miraba en la mesita, lo miraba… cuidando las chivitas. Y este hombre era tan flojo y tan…tan malo, que iba y las aventaba, aventaba a las chivas al cerro allí, porque eran, eran unas chivitas muy educadas, según él. Las llevaba y las ponía en la mesita y ellas solitas daban vueltas y ellas solitas se vení-, se venían a la casa. Era mentira. Porque el niño las cuidaba. El niño las cuidaba. Chiveros de allá y, y chiveros de por estos rumbos de por acá lo veían, que el niño andaba, mira, cuidando | dándole, dándole vueltas cuidando a las chivitas. No llegaba a su casa.
Una vez vino a su casa, a visitar a sus hermanos, el niño, y les dijo, y les dijo: “Miran”, dijo, “vine a verlos cómo están”, dijo, “pos ya los visitó y todo, ya me voy”, dijo, “ya saben cómo es mi papá”. Pero nunca les dijo dónde estaba ni ónde vivía ni nada. Entons, los niños se les ocurrió decir al papá, porque taba acostadito el hombre. Dijo: “Vino mi hermano”. No, dicen que les dio una golpiza a los niños y una golpiza a la mujer, que por qué no les habían avisao, porque tenía que castigarlo por sinvergüenza, porque toavía lo acusaba así. Dicen que dispués de | a través de las, de las semanas, este fue, pero ya taba todo el destino por, por medio del niño, que iba… | dicen que este se fue a la mesita, el hombre, el hombre flojo, se fue a la mesita y… se quedó parao, dice que vio unos chiveros enfrente. No para este rumbo de acá, sino pa este, pa estos rumbos de acá. Dijo: “voy a ver a estos hombres”, dijo, “para que me den razón de mi hijo”, dijo, “porque por ahí lo han de tener”, dijo, “o ellos compraron el, igual que compraron las chivas”. Ya cuando fue… Pues sí lo encontró y dijo:
—Oiga, disculpe —dijo— yo ando buscando a un hijo —dijo— que me robó unas chivas —dijo—. Ya tengo, ya tengo semanas que no regresa a la casa—.
Dijo: —No, para acá no lo he visto.
Dijo: —Pos yo —dijo, le dijo el hombre ese— Si yo a diario lo miro, lo miro que anda ahí, ahí en la mesita cuidando de, cuidando, cuidando los animales—.
Dijo: —No—.
Dijo: —Sí —dijo— sí —dijo, dijo— yo lo he visto. Yo lo he visto ahí en la mesita. —Dijo— Mire —que taban ahí paraos, dijo—, mírelo —dijo— mire, diciendo que no, no lo ha visto… mire onde an-, onde anda, yo lo veo que en ese arroyito ahí se pierde —dijo—. Pero ahí anda, mírelo.
—¡Ay! —dijo—. Pos tanto tiempo sin… | y mira nomás —dijo.
—No, más viera —dijo—. Me robó —dijo—, me robó unas chivas —dijo— y por eso no llega a la casa —dijo—. Pos ahí lo veo yo cuidando unas chivitas al mucha-, al chamaquito —dijo— mire, todo el día anda para allá y pa’acá con sus chivitas, las baja al agua y todo.
Dijo: —No —dijo.
Entonces este viejo, como tenía un corazón tan negro, este se bajó y trató de sorprenderlo. Le dio vuelta y con, con, con cortó un varejón, una vara para golpearlo. Y le dijo:
—Mire ahí en ese arroyito, ahí se mete—.
Y ya se, se fue el hombre y le sacó la, la vuelta y le | ya cuando se paró ya, cercas de donde se había, donde se había metido el chamaco, le dijo:
—Mira, sal —dijo— porque ya te descubrí —dijo— y te va a ir peor. Ya verás la golpiza que te voy a dar —dijo.
Y entonces dice que oyó él mismo, oyó la voz que le dijo:
—No, papá —dijo— ya no me duelen.
—Ah, ¿no te duelen? —pero se iba acercando. El hombre se iba acercando para ver exactamente ónde estaba escondido.
Dijo: —No—.
Dijo: —Sal —ya cuando taba más | cada vez que se acercaba le gritaba más fuerte con | así— sal, porque ya sabes lo que te espera, ¿eh? Que te voy a golpear—.
Él, él mismo le contestaba la misma palabra: —Ya no me duelen, papá, ya no me duelen, ya no me duelen tus golpes—.
Entons, cuando este se acercó, cuando ya | había como una caída, a la parte de arriba, pues unos le nombran así, el ahorcado, allí, había una, un, un d’estos, un tepehuaje. Cuando él se acercó a la parte de abajo, vio el sombrero, que estaba en el… en la parte baja, en la… como una, como una caída ahí como si una… una cascadita abajo, así como… | allí a continuo, pos allí cayó. Ya los animales ya se lo habían, ya | y le dijo:
—Mira lo malo que te pasó —dice— por desobedecerme —dijo— y robar a tu padre—. Pero todavía viéndolo lo que taba | viendo los huesitos allí. Todos los huesitos, ya los animales ya lo había, ya lo habían, ya se lo habían devorado los animales del campo. Lo único y todavía aquí contaba y lo miraba así, todavía así lo estaba acusando— Ya ves, ya ves —dijo— eso, mira, por haberme robado —dijo— mira lo que te pasó—.
Era que se había caído del barranco para abajo. Entons, dice que todavía tuvo el cinismo este hombre, el cinismo de bajarse y sacó el sombrero y todavía no le perdonaba, todavía un, un a-, un aliento para el niño y decirle “perdóname” o… algo, no: “ya ves, todo por robarme, todo por robarme”. Y se vino. El hombre a avisarle a la mujer para avisarle a la autoridad, al delegao, lo que había pasao, que ya lo había encontrao pero ya, que taban los huesitos ahí ya que se lo habían comido los animales. Po todavía así se vino… Cuando la autoridad intervino, que fue, que fue a una… a, a, a recoger los restos del niño y todo eso y levantar un acta, se dieron cuenta que el pedazo, un pedazo de la honda, o jonda, como le… | un pedazo de la honda estaba arriba, amarrada arriba, que esta estaba toda muy viejita, se reventó… y el otro pedazo estaba abajo. Cuando la autoridad dicía que vieron: “no el niño no se cayó, se ahorcó, el niño pues… ahorcao ahí”. Entonces este hombre, el chivero aquel, al ver tanto movimiento, que miraba desde allá desde el cerro gordo, que miraba “bueno, ¿qué pasará? ¿qué pasará allá?”, dijo, “veo mucha gente allá en, en el cerro allá” dijo. Algo | tenía ese presentimiento que algo había pasado. Entons dice que este, so sacaron, pero todavía muy malo el hombre con sus ideas tontas, que decía que, que porque lo había robao y todo eso. Se vino el hombre aquel, al día siguiente se vino y allí lo encontró, al hombre, al dueño de las chivas y le preguntó que qué pasaba, que qué había pasao, que qué, pos que no miraba al niño y que había mucha gente. Dijo:
—No —dijo— más viera —dijo, dijo— pos pasó una desgracia —dijo— y to por la desobediencia —dijo— de mi hijo —dijo—, me robó —dijo—, me robó tres chivas —dijo— y ahí se cayó. Dicen que se ahorcó —dijo— y que se ahorcó —dijo— y sí, fue la razón —dijo.
Entonces a aquel hombre se le viene aquel en la mente que entonces él platicó en vida, cuando cortaron las chivas, se le habían juntado, lo conoció que era un niño agradable y lo vio, cuando hasta le platicó con él porque fue a reclamarla sus chivas y le dijo | y hasta dice que él le hizo un favor que le dio vuelta a las chivas. Ahí fue donde él tenía aquella impresión de que, cuando ya lo había visto | entonces dice que ya fue de muerto, cuando fue a verlo ya al cerro allá. Entonces este dijo: “Algo está pasando”, pero todo por medio del niño, este hombre soltó todo, toda la maldad que tenía. Le dijo aquel hombre, ¿eh?, le dijo todo. Pero para eso el niño, cuando él se vino a avisar aquí a la fa-, a la casa el hombre este, el hombre malo vino a avisar a, a la casa. Dicen que el niño venía delante. Él venía delante de ellos. Y lo conoció él mismo, el mismo padre lo vio, lo vio que venía delante de él. Sin su sombrerito, porque él traía el sombrero en la mano. Llegandito a la casa, po lógico que pa que los niños no, pa que el hombre no les pegara a los niños:
—Papá —-dijo— vino mi hermano—-.
Y la mujer le decía: —No, no, no te creas, no te creas—. Porque tiene miedo. Una mujer tonta, sumisa, pa que no les pegara. Dijo: —No te creas, no vino—.
Fue cuando él dijo, dijo: —No, sí vino, sí vino…, sí vino—.
¿Y qué crees que vino el hijo a decirles? El niño vino y les dijo a sus hermanitos. Dijo:
—Miren —dijo— es la última vez que nos vemos —dijo—. No me olviden —dijo— pero va a haber un, va a haber un hombre, va a haber un hombre que, que los va, los va a ayudar —dijo— y mi papá ya nunca les va a volver a pegar a ustedes ni a mi mamá —fue todo lo que les dijo—, yo me voy. —Y se regresó, aquel, aquella alma, espíritu que se fue, se, se regresó.
Entonces cuando aquel bajó | el chivero bajó y platicó con él, yo creo que por medio del niño, aquel le soltó todo.
Dijo: —No, yo realmente no, nunca lo que-, lo quería —dijo— yo no quiero a la familia —dijo—, por eso les doy sus buenas golpizas—.
Pero taba hablando por medio del niño. Todo, la maldad, todo, lo que les hacía a los niños le taba contando a, a, aquel hombre. Aquel hombre que era tan bueno, se encendió, porque no podía permitir aquello. Dijo:
—¿Cómo es que haiga hombres así tan, tan crueles? Golpear a su hijo por nada…—. Así fue cuando ya taba el hombre y que le dijo, le dijo— su hijo nunca lo robó —dijo— las chivas yo las traigo | un día, dispués de que se le perdieron —dijo— se juntaron conmigo —dijo—, yo traigo las chivas —dijo—. Ahí andan —dijo.
Pero fue tanta su coraje de este hombre que se encendió y que dijo: “Yo ya no aguanto”. Dicen que se bajó exactamente en ese mismo arroyito onde se había ahorcao el niño. Dicen que cortó un varejón de esos de… granjero, de esos que no se quebran, que se doblan pero no se quebran y que dijo él, dijo:
—¡Ay!— y le dijo al niño —perdóname, hijo —dijo— yo sí he sabido —dijo— Ta-, te, te robo, te adopto, pero con este hombre, que no, no merece ser ni padre—.
Y este se subió, porque ya no soportaba, se subió dicen que le dio un varejonazo en los pies al hombre, que lo tumbó. Y no le dio un golpe sin, sin darle una explicación. Dijo:
—Mire… por abusivo —y le to-, le tolaba a garrotazos, lo tenía como a un lagartijo en el suelo tirao allí— y por esto, y por esto, y por esto, y por esto —que le dio una golpiza que lo dejó todo | lo tenía tirao allí.
Pos todos los de allí dicen que lo bajó arrastrando de las greñas, porque le decía “párese”, “véngase”. Lo bajó arrastrándolo de las greñas hasta abajo, ¿eh? Y a la parte de arriba onde se había, se había ahorcao su hijo le dijo:
—Hínquese.
—Y que no puedo —dijo.
—Se hinca, o aquí mismo se muere—.
Pero no le iba a matar, a puros garrotazos, a puro golpes que le dio. Y allí lo tienes al niño | y allí lo tienes al hombre, hasta que pos como pudo hizo el poder y por los golpes se, se hincó. Fue cuando le dijo, por primera vez le dijo:
—Perdóname, hijo—.
Pero sí me imagino que le salió de muy de adentro. ¿Pero sería por los golpes? Hubiera sido por los golpes o que le dispertó de aquel sueño, de aquel sueño que tenía que… que taba… no sé qué tendría el hombre, que dispertó y que le dijo:
—Perdóname, hijo, perdóname, hijo—.
Y todavía él lo dejó allí, lo dejó tirao, lo dejó tirao al hombre allí y se fue y le dijo:
—Y ahí tan sus chivas —dijo—, mire—.
Dicen que las chivas llegaron solas, a su casa, y las chivitas. Y él, llegó hasta la vía para la madrugada, venía arrastrándose como un animal todo golpeao que no podía caminar el hombre, pero venía reflexionando, que decía, ¿eh? Cuando… | hasta entonces sintió amor por su hijo, ya después de muerto. Cuando ya llegó a su casa, le dijo: “Pero ¿por qué?” dice “¿por qué este hombre no me, no me, no me hizo entender con tiempo”. Aquel hombre ¿qué iba a saber si era hombre malo o bueno? Nadien puede saber de, de, si es hombre malo o bueno una persona a lo lejos. Decía “¿pero por qué no me topé con él? Si yo perdí a mi hijo por mi culpa” y que se arrepintía, se arrepintía todo aquello, lo malo que había hecho este hombre se arrepintía. Y siempre lo mismo, al grado de que perdió la razón de la | me entiendes, ¿si? Decía “pero me viera topao con tiempo y me viera dao un consejo que me viera dicho cómo tratar a mi hijo”. Pos dicen que… era tanta la desesperación que se volvió medio loco.
Pero viene lo bonito, ¡ay! Verás que | dicen que este hombre, el que estaba allá, estaba con, con el temor de que fuera el | la autoridad por él, porque no taba seguro si lo había, si lo había matao. Por cómo, por cómo sería la golpiza que le dio. No taba seguro si lo había matao, pero a la vez taba contento, él taba contento, su es- | su alma, su espíritu… decía “yo, no me importa que me lleve la autoridad” dice “pero lo castigué porque, porque se lo merecía y se merecía hasta la muerte, pero lo castigué”. Dicen que este, dicen que taba sentado, que estaba sentadito onde mismo. Pero fíjate, nomás meditando el hombre allá desde arriba. Dijo: “Yo, si llega la autoridad, si | no voy a correr, no voy a correr y que vengan”, dijo, “aquí estoy” dijo. Se sentaba onde mismo, cuando dice que, que él vio que unas palomitas le dan vueltas así, mira, al… | aquello como si fueran unas palomitas que le dan vueltas al cerro así, mira, las miraba y luego se perdían, las miraba y se perdían así. Cuando ya llegaron las palomitas arriba, blancas, dicen que desde allí… viéndolas, no se imaginaba así, porque él tenía la mente… en el niño. Dice que descendieron derechitos donde estaba él… sentao. Que sentadito dice y platicaba que se le pararon escasos, escasos centímetros de su cara. Tres palomitas, así, mira, blancas así. Onde no se pegaban con sus alitas una con otra. Y dice que allí, oyó la voz, oyó la voz del niño que le dijo gracias, le dijo: “Gracias, usted salvó a mi familia”. Así. Dice que sintió, sintió un, un, un, como si fuera un, un, un | que los ojos le, le, le pesaron tanto, que lo único que hizo que, que él se empinó, agachó la vista hacia abajo, ¿eh? Empinó la vista porque dicen que se le cansaron los ojos así, un cansancio en sus ojos, porque él quisiera seguir viendo quella hermosura. Empinó la, la, empinó la, la, su cabeza hacia abajo. No tuvo el valor siquiera ni de voltear ni para acá, ni para acá, ni pa’arriba, ni para abajo. Porque su mente estaba dispierta. Dijo: “¡Ay!”, dijo, “¿cómo Dios me dio esa licencia de ver a esta criatura convertida en un, en un angelito que va al cielo?”. Ni siquiera pa’arriba lo buscó porque sabía que… para qué, si él no dudaba. Dijo: “Se fue al cielo” dijo. Dice que cuando ya abrió sus ojos, cuando él, este, este hombre abrió sus ojos, no tuvo ni ese valor. Que se puso a llorar y dijo: “Ay”, dijo, “mira, nomás”, dijo, y que todavía le dijo: “Perdóname lo que le hice a tu padre”, dijo, “perdóname, pero es tu padre”. Y fue una cosa… dice que sintió un alivio, una cosa tan bonita…
Pero tú sabes que hay cosas que no se quedan calladas. Este hombre le platicó a otra persona también, adulta, pues no, no un muchacho, le platicó lo que le había pasado. Es cuando comienza la cosa de… de la, de la burla, ¿me entiendes? Porque lo que nos pasa a nosotros, a veces es difícil que otra gente no lo crea. Entonces cuando este le platicó a otra persona, dicen que en aquellos entonces cuando taba la, la, la d’este, la… | aquí en, la mina aquí del tajo, las Ajuntas, estaba en su apogeo. Dicen que le platicó a uno y luego aquel le platicó a otro y… y llega a la, a la vacilada. Dicen que iba un grupo de muchachos, pero ya dispués con el tiempo, ¿no? pasó el tiempecito. Llegó un grupo de muchachos a… a trabajar pues, a trabajar, cuando le dicen, por eso esto ta comprobado que es cierto todo. Dicen que iban, que iban para allá, cuando le dice uno de ellos, que era malo también así que de estos chachalacos, mentirosos y habladores. Dice que le dijo: “Mire”, que le dijo. Y que le dijo: “Mire”. Le dijo: “Mire”. Que iban a trabajar, un grupo de jóvenes que iban a trabajar allá. Le dijo: “Miren, allá anda, mira, allá anda, allá anda el que habla con los angelitos”. Que efectivamente andaba el, el chivero allá arriba por el cerro… “Allá anda el que habla con los angelitos” pero burlándose de él, burlándose de él. Dicen que de repente, en la cuesta, de la cuesta ta lejísimos, dicen que se oí el grito de un cuervo “jua, jua, jua” y… por la, por la cañada tan onda, pos era, se oía muy… el grito. Dice que ese cuervo se vino derechito a él, desde allá se descolgó, entre todos los amigos que iban allí, se descolgó y le quitó el sombrero, le quitó el sombrero y el pájaro se lo llevó. Y, pos todos… a todos les daba risa. Pero todavía no descubrían el secreto que había allí. Que había toda esa maldad que había tenido en él y la, la mentira. Dicen que todos se reían, el ca-, el canijo cuervo se vuelve el sombrero, pero no pensaron que esto iba a ser diario, que, cuando menos se acordaban, que se descolgaba el cuervo y cuando no le quitaba una, se le | le dicen que le daba | le quitaba hasta el onche, y que este ya era último y le | se tuvo que comprar su sombrerito, que el sombrero se lo daba a sus amigos y el onche a sus amigos, para cortar un varejón, una vara para cuando se viniera el pájaro… y nada más a él, y que el varazo… y que ni un varazo puro darle, que le hacía la vida imposible, la vida imposible a aquel, a aquel trabajador, a aquel muchacho mentiroso. Dicen que hasta que uno de ellos, uno de ellos, pues que un poco dispertó un poquito y le dijo:
—Mira, esto ya es algo, algo de la | no es normal, esto es algo ya anormal —dijo— mira —dijo—, la única salvación que tienes —dijo— yo, a mí se me viene a la mente que esto es cosa del demonio —dijo—, por tus mentiras, cuando andabas hablando mal de este hombre. Que tú no crees y —dijo—, mira —dijo—, pídele perdón —dijo—pero que no té el chivero.
—Pos no está —dijo.
—Pero pos más o menos donde, onde, onde, ¿te acuerdas ónde, onde lo dijiste, ónde lo viste?
—Sí.
—Pues, aunque no lo mires al chivero…—.
Dice que estaba parao en el mismo sitio y que agarró, porque ya taba desesperao, que en el mismo sitio onde, onde lo bía ofendido, dicen que este se volteó pa’rriba, se volteó pa’l cerro y dijo: “Ay, mira, perdóname, perdóname”, dijo, “yo sé que… pues se- | soy muy mentiroso”, dijo, “perdóname” dijo, porque taba ya desesperao.
Dicen que el cuervo ya taba gritando a lo lejos de la, de la cuesta. Dicen que lo vieron al cuervo cuando se, se despegó de un árbol y se trastumbó, ese momentito se trastumbó hasta el otro lado de la, de, de, de la loma, jamás desapareció el… desapareció el cuervo en este momento y no le volvió a hacer maldades. En eso comprobaba, y muchos decían: hablen mal del, del, del, de este, del, del, del chivero, y ya saben lo que les pasa. Por eso mucha gente decía don… don este, don Pantaleón y don este otro, don Ruperto, Ruperto Pantaleón dijo: “Yo no soy capaz de levanta un falso a este hombre. Sea cierto o sea falso, yo no voy a hablar mal de él.
Y, y te iba a decir cómo se llamaban estas gentes, porque lo tengo en la mente. Como se llamaba el este… | Miguel, Miguel, el, el chivero se llamaba Miguel, lo tengo en la mente, Miguel Briceño, y al que le dijo, al primero que le dijo se llamaba Antonio Rea. Y ese… | lo que nunca supe cómo se llamaba el niño, porque ese… | Estas pláticas vienen de aquí mismo, estas pláticas me las platicaba doña Pachita Lona, Pachita Lona, que era la esposa de don, don Emeterio, porque era su vecino, eran sus vecinos, platicaba todo eso.