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Notas
El informante comenta que esta historia ocurrió hace unos 53 años.
Transcripción
Había un hombre… que se llamaba Maurilio, Maurilio. Este hombre, pues tenía un… ¿cómo dijera yo? Este sí creía en esas cosas del demonio. Yo me di cuenta, porque aquí abajo en mi casa había un taller de… de… d’este, de cantera, que trabajaban la cantera y él algunas veces vino y quería que le hicieran un diablito así, mira, chiquito así, y nunca don Teódolo, que era el patrón dijo: “No, yo trabajo santos, trabajo de todo”, dijo, “lo que quieras, pero eso así no, esas cosas así no te voy a hacer yo”. Dijo: “La mera neta no”. Y eso me lo platicaba mi hermano, ¿no?, y todo lo que pasaba… en su vida de él. Yo lo conocí personalmente a este hombre. Se decía que él, él era el velador ahí, él, él era el velador de la… de ahí, de Santibáñez, ahí, de las Galeras ahí, en las Galeras, ahí. Porque taba el taller de la…, el taller del mecánico pues, pero para, para pura maquinaria pesada, pues era, era un jacalón grandísimo, altísimo, ahí, ahí, en todo ese | en ese tiempo tenía Santibáñez la constructora y tenían un velador allí que era él, don Maurilio. Y al caer la | en la huerta tenía a un ciego que se llamaba Rafael Garay y a veces traía a su familia, don Rafael, con permiso del patrón, ahí, aquí, aquí a la huerta y decían que este hombre al ver que nunca, que nunca le hicieron su diablito, porque sí creía en él, dicen que mandó a hacer un sarape, con un diablote aquí en el, en el pecho y un diablote aquí en la espalda. Y se decía que hacía sus diabluras el hombre este, hacía sus diabluras el hombre este, decían que una vez este, pues se le… | se quedó un chamaco un muchacho que taba allí, que taba aprendiendo ahí mecánica y su pa- y sus familiares eran muy estrictos, que tenían un horario para, para llegar a su casa y si no, ya no le abrían. Tiene que ir a, ir a buscar a quedarse con un amigo o con otros familiares no sé hasta qué parte más retirado de Guanajuato. Entons, que le dijo al maestro, porque se quedaron tarde, se quedaron tarde… le dijo:
—¿Sabe qué, maestro? Deme chanza de quedarme aquí —dijo—, ahí me quedo ahí en la bodega —dijo. Tenían camionetas, había de todo. Dijo—, me quedo en la maquinaria de ahí—.
Dijo: —Ándale, quédate ahí—.
Dicen que este lo vio. Lo vio, lo vio, a don este, lo vio cuando bajó, a otra galera pa’abajo, tenía carros viejos allá… maquinaria que ya tenían allá pues… ni | sería con la finalidad de descomponerlos o quitarles piezas para los demás, pa los demás camiones, trocas, de, de, de tolvas y… y la maquinaria que tenían abajo allá. Dicen que lo vio, cuando se bajó pa’abajo el viejo. Dice que no se explica el muchacho, pos de pa’abajó se asomó a una ventana y que lo vio. Dice que un sonadero de, de… como si fuera una máquina que andaba moviendo todos los, los carros viejos allí, todo un sonadero Dijo: “¡Ay, Dios!”, dijo, “¿Pero cómo es posible que se oía un ruidos enorme?”, griterío hasta de gatos, todo eso que se oía. Y eso que los gatos sí, sí, sí te lo, sí te lo digo porque no me lo dijo no solamente él, sino don, don, don Antonio, don Antonio… Torres. Don Antonio Torres, él decía que, que por su balda, ahí por su casa, dice que era como un camino que pasaban los gatos y hasta dicen que les ponía hasta trampas, les ponía veneno y nunca se tragaban nada, que ellos se iban a la fiesta, las fiestas que hacía don este, don Maurilio allá en las galeras allá. Porque él se, él se hacía | él tenía su, su altar allá adoraba al diablo allá.
Bueno, claro que eso se lo platicó al maestro, al mae-, a su maestro, a su maestro, al, al día siguiente. Claro que el maestro nunca se había quedado tarde… Pues no, no, como que no le creyó, pero resulta que un día le trajeron una maquinaria y tenía que sa-, esa maquinaria tenía que salir | una máquina, tenía que salir en la madrugada, hacia pa amane- | tempranito. Tenía que salir no sé a qué parte, porque ya tenían allí, allí ellos, ellos mismos la subieron al, al, al, al, al tráiler pues. Entonces dice que ese día se quedó tarde el este, don | el maestro, con sus ayudantes, no, no más él. Pos que ya lo habían subido a la… a la, a la máquina de arriba del, del, del, pues del… del tráiler ¿no? de la traila, la subieron. Pero que ya tando arriba, ya no quiso funcionar. Así es que tuvieron que regresarla, o como qué era | o allí mismo la arreglaron, lo que les faltaba, y… allí fue cuando se dio cuenta el maestro, cuando dicen que lo vieron pasar, fíjate, lo vieron pasar a, a don Maurilio. Porque tenían luces, bastantes luces, lo vieron cuando bajó a las galeras pa’abajo. Dijo: “Ahí va don ese, Maurilio, pa’abajo” el velador que taba en la puerta. Tenía su casita a un ladito y el portón. Dice y cuando el maestro | pero ya habían terminao. Ya andaban recogiendo las cosas. Y ese día, pos que comenzó la fiesta, que un ruidazo, hijo de la canija. No, pos el mero maestro se asomó y dijo: “Ay, Dios, es el mismo, el mismo demonio”. ¿Y sabes qué? Dijo al muchacho, dijo: “Vámonos”, dijo, “aunque no te abran en tu casa, te quedas en mi casa”. Dijo: “No…, este viejo es un… es el mismísimo diablo, ¿qué anda haciendo allá?”, dijo, “vámonos”. Allí tenían su carro. Pero fíjate cómo está la cosa. Ahí tenía su carro, lo vieron, no, no más él, fueron muchos ojos. Por lo menos cuatro o cinco ojos que lo vieron que bajó pa’abajo. Al viejo lo vieron que bajó pa’abajo ¿eh? Lo vieron cuando bajó pa’abajo. Y que se vieron y dijo: “Vámonos cuanto antes de aquí, si, si… este viejo”, dijo, “hace sus aquelarres ahí con el demonio, el canijo viejo este”. Pero venía un problema, dijo, a cagaba a la canija, dijo, “tiene el portón cerrao con candao y el viejo ahí anda abajo”. No, pos de cualquier manera se subieron al carro y se arrimaron al portón. Cuando ellos se arrimaron al portón, que iban entrando al | porque iban acercándose al portón pos para… saber cómo le hacían para salirse. Más sí estaba cerrao con candao, peor va saliendo don Maurilio de su cuarto. Con el mismo gabán... el mismo, el mismo, el mismo estilo ese que digo yo, el sarape ese con el demoniote aquí en la espalda y aquí en el pecho. Si lo vieron muchos ojos que andaba abajo y el ruido que se oía… pues que va saliendo de ahí adentro. Ya les abrió y dijo: “No…” y salieron de allí.
Cuando este hombre, ya se dio | ya, ya no era uno, ya no era uno, ya eran muchos que se dieron cuenta de lo que | de las diabluras que hacía el hombre. Cuando este pidió sus vacaciones, porque nadien supo de aónde era… de aónde era este hombre. Si era, si era, si era del valle, si era de acá de… de Arroyo Campo… Nadien sabía de aónde era. Él pidió sus vacaciones y el patrón se las dio. Y le dijo, le dijo el patrón, le dijo a don, don, a este, a don… al, al velador de aquí de la huerta… don Rafael Garay. Dijo:
—Mira, don Rafael —dijo—, aquí tienes la familia —dijo—. Quiero por favor —dijo— que si te puedes ir pa’allá, pa la… pa’allá pa… para la, la, la purísima —dijo—, pa’allá para la… | el taller —dijo— pa que… una, una miradita allí —dijo—. Na más, na más que por las herramientas—dijo—. Esto… | aquí tienes la familia, mira, aquí no tengo na que se pierda, más que las gallinas ahí —que tenían como granja de gallinas, dijo. Y sí tenían bodegas de mucho, mucho, muchas bebidas, ¿no? Dice: —Ahí tienes la familia, ahí tienes la esposa, tienes ahí tus sobrino.
—No —dijo—, de eso no se preocupe, patrón —era un hombre de todavía esos hombres que… | don, don Rafael, hombre de, de calzón y… | que venía de por ahí de las Yerbas, pues de Dolores Hidalgo, sus calzones y su patillo, todo el hombre— y sí —dijo—, no se preocupe —dijo— yo doy vuelta hasta | le doy vuelta aquí a mi familia y allá... me agarra cerquitas—.
Se fue pa’allá, pero don Maurilio no le dejó la llave del cuartito. Y tú sabes que hay tiempos que hace mucho frío, hay bronazos, y él se quedó ajuera, se quedó ajuera, pues que dijo | pues él se andaba, andaba bien vuelto, pero dice: “Me la pasé toda la noche caminando para allá y para acá” pero él oía ruido adentro “y qué diablos, pero si ese viejo no está y tiene el candao”, dijo, “y se oye ruido”, un ruidazo horrible adentro que como que maullaban animales adentro allí. Así, bufaban refeo adentro y dijo: “Bueno”, dijo, le dio vuelta al cuartito allí a todo alrededor, dijo: “Algún animal que ande por ahí por atrás” y no, era dentro. Pos esa noche la pasó ajuera. Entons, le dijo, al día siguiente, cuando llegó el maestro, le dijo:
—¡Ay! —dijo, dijo— más vieras —dijo— cómo me la pasé anoche —dijo— este viejo no me dejó la llave —dijo— aquí está bien como el velador —dijo— pero, pues, cuando fui a sentarme ahí en la puerta —dijo— pero pues toda me la pasé aquí —dijo— pa’allá y pa’acá—.
Entons le dijo uno de los ayudantes, dijo: —No —dijo— mire, debajo de esa loza que está allí —dijo— yo lo veo que ahí mete la llave—.
No, pos que sí, levantaron la loza y allí estaba la llave. Pero eso… no la buscó de momento, sino hasta cuando ya regresó él en la tarde, porque él se iba allá hasta las | de las cinco, seis, ya cuando la gente empieza a salir, del trabajo allí. Y cuando dice que don Maurilio que dice don Rafael, que era el que levantó la loza y sacó la llave, y que abre la puerta, no hombre… dice que va viendo al demonio. Que lo tenía ahí en un altar, ahí un demoniote ahí que sí lo mandó a hacer, dice “qué sería”, dice “ahí lo tenía”, dijo, “lo tenía allí”, “con todo y que salía humo” dijo. Pos dice que lo tenía asentao como en, como en petróleo, así como un tipo de aparato, una cosa, así como un mechón, así lo tenía, mira, y tenía hasta un… unos… | tenía ahí, que así lo tenía y dijo: “¡Ay, hijo de toda la canija!”. Dijo, dijo: “Que se me enoje”, que lo sacó y lo fue y lo aventó al río y luego… | Se vino don, se vino don, don este, que se vino aquí al templo y dijo: “No, pos no había na”. Entonces los templos estaban abiertos. Hoy ya no, ya los cierran, ahora es que los cierran por la ratería. Entonces dice que un pocicillo de agua, y que le bendició todo el cuarto. Dice que sí se sintió horrible, como si alguien… lo rozara así, que salió volando. Dijo: “Yo nunca había visto los d’estos, los estos, los murciélagos adentro” y dice que salieron hasta murciélagos hasta debajo de la cama, así… ¡Ay, hijo de la canija! No, pos que va llegando que no podía entrar don… don este. Cuando ya llegó, que llegó don este viejo, el viejo del diablo, que llegó, pos que no podía entrar el viejo pa dentro, que llegó, y que ya llegó, pero ahí anda, hasta los bigotes los tenía así, mira, se los enroscaba así, como el demonio, así, mira, y enroscaos así, mira. El viejo además tenía unos ojos, que se le iban así. Tenía unos pómulos muy, muy grandes así, unos pómulos el viejo y unos ojos que se le iban pa dentro así. Y que no podía entrar. Y que no podía entrar allí. No, pos que no podía entrar pa dentro y que, pos que algo taba pasando en su casa.
—Pues ¿Qué le pasa? —le decían ahí los…— ¿Qué le pasa?—.
Dijo: —No—dijo—, algo pasa —dijo—, algo que no me deja entrar aquí para dentro —dijo.
¿Eh? Fue cuando pidió su cambio, que le dijo al patrón, dijo: “No, dale, Patrón, cámbieme”. Porque él le gustaba estar en la Soledad. El viejo, por eso dicen que todas sus diabluras que hacía el canijo viejo allí…