La mujer del calderero

Audio

Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1229r

Notas

Esta versión se canta siguiendo este esquema, que se repite en todos los versos: "Un caldelero me ronda, / un caldelero me ronda / las tapias de mi corral / ¿dónde vas? / Un caldelero me ronda / las tapias de mi corral / ¡Que le den a usted! ¡Que le van a dar! / Las tapias de mi corral".

Las informantes sesean y confunden /-r/ y /-l/ a favor de [r].

Anotaciones musicales

Partitura
Transcriptor de la partitura

Luis Moreno Moreno

Bibliografía

IGRH: 3007

Otras versiones de "La mujer del calderero"

Atero Burgos (2003: n.º 98); Fraile Gil (2013: n.º  59); Fraile Gil (2016: n.º 81); Moreno Moreno (2016: n.º 107); Pimentel García (2020: n.º 415); Piñero Ramírez (1996: n.º 95); Piñero Ramírez (2004: n.º 65); Piñero Ramírez y Atero Burgos (1986: p. 121); Salazar (1999: n.º 122).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Estudios

PIÑERO RAMÍREZ, P. M. (Coord.) (2001). La eterna agonía del romancero. Homenaje a Paul Bénichou. Sevilla: Fundación Machado.

Transcripción

Un caldelero me ronda     las tapias de mi corral.
Y el maldito caldelero     tiene un ojo de cristal.
Que lo tenga o no lo tenga     yo con él me voy a casar.
La misma noche de novios     no tenían qué cenar,
una poco ensalá verde,     menudita y poco pan.
Al otro día de mañana,     a misa fue el animal
a beber agua bendita     creyendo que era ensalá.
Al subir por los altares:      —¡Calderas que remendar!—.
Al hincarse de rodillas,      se le fue el punto de atrás.
 
[Informante 1: —Ahí termina, ¿no?
Informante 2: —Bueno, pues yo terminaba con las calderas de remendar. No, yo “a los altares”, no, yo:
Al hincarse de rodillas,     se le fue el punto de atrás;
y al otro día de mañana:     —¡Calderas que remendar!—.
Que tú has dicho las calderas antes y yo, después. Pero bueno, que es lo mismo. La misma.]

Resumen de "La mujer del calderero"

Un calderero con un ojo de cristal pretende a una muchacha. Esta decide casarse con él y, en la noche de bodas, como no tienen nada para cenar, comen ensalada y un poco de pan. Al día siguiente, van a misa y el calderero ofrece un espectáculo bochornoso: se lava las manos en la pila del agua bendita o trata de bebérsela creyendo que es ensalada; al arrodillarse delante del altar, se le escapa el punto de atrás o se cae de espaldas; en lugar de decir "creo en dios", dice "creo en la ensalá" o "creo en el canasto del pan"; y al pasar por los altares exclama "¡calderas a remendar!", como si los santos tuvieran que hacer la colada.