La maldición de un gitano

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Referencia catalográfica: 1233c

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Transcripción

Hubo un tiempo en que te amé
y en ti cifraba mis dichas;          
pero sin saber por qué
me olvidastes y exclamé:
—Perdí tu amor, ¡oh, desdicha!,
pero al poco tiempo vi
que hablabas muy mal de mí,
y eso me desengañó,
que tu amor yo no perdí,
que él fue el que me perdió,
y en vista de esta partida   
te echo esta maldición.
¿Por qué una noche jurastes,
chiquilla, en nombre del cielo
ser mía o no ser de nadie?
Olvidaste tu juramento,
que has desgarrado mi alma
con la espada de los celos.
Que Dios te niegue tu amparo,
que el mundo te dé tormento,
oiga la paz de tu espíritu  
y de tus ojos el sueño
y de tus labios la risa
y la salud de tu cuerpo.
Y cuando beses a otro,
te sepan a yel los besos.
Que te se mueran tus hijos,
que te apuñalen los celos,
que te desprecie tu amante
y que una noche de invierno
te encuentres muerta de frío
en el borde de un sendero.
Dirás que no tengo alma,
es verdad que no la tengo,
porque tú la has desgarrado
con la espada de los celos.