Historia del General

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Mira, les voy a platicar… de un hombre que era muy cruel, sencillamente muy cruel con los animales. Este le decían “el General”. Entonces, cuando bajaban todas, todas del caolín de las minas de por allá, pos los tenía a los pobrecitos unos… | por ahí precisamente por la… | todo lo que bajaban era por kilos. Entonces dicen que cuando, cada vez que iban a comer o cualquier cosa, él siempre traía en la boca, en, en la boca traía el demonio. Le decían que: “Hoy, que un chilito”, porque le gustaba, era muy chilero el hombre, “este diablo de vieja”. Y se le caían los burros en el camino, de flacos | eran un, unos burros extraños que | extraños se veían extraños, como si fueran ya monstruos, monstruos, porque dicen que le… les mochaban las orejas a pedacitos. No usaba una, una, una vara, y que va y les [¿ametaba?] a los burros trancazos, y siempre lo mismo:

—Estos diablos de burros que no caminan, hay que ver—.

Decían: —No, general, solamente es que comer.

—No –espero que esta palabra no sea, no sea muy ofensiva para… lo que estoy platicando contigo, pero así era su, su modo, decía—, ah, qué hijo de chigada —no lo presionó, esa palabra no la, no lo decía perfecto, completa, así decía— hijo de la chigada, ya se cayó el burro—.

Y así sencillamente, tanto, tanto, que un día dicen que ahí por el Organal, ahí se le apareció un Catrín. Dijo…, le dijo, hasta le saludó:

—¿Cómo está? —dijo.

— No… pues aquí por si me, por si me faltaba… —Los días sábados era muy poquito lo que ganaba, porque precisamente porque no les metía alfalfa o alimento a los animales.

Y luego resulta que, ese le dijo que si quería que él le iba a ayudar. Dijo: —Yo te ayudo—.

Dijo: —¿Cuándo?—.

Dijo: —Desde ahorita. Desde ahorita vas a ver cómo te voy a ayudar—.

No, pos que llegando a | taba llegando a la romana. La romana era, era una báscula de muchos kilos y todo por kilos que lo treparon. Pero fíjate, todos vieron, todos, todos, todos vieron precisamente lo que, lo que, la cantidad de, del caolín que traía. Unos costalitos chiquitos, pa que los burros pudieran, costales chiquitos. Pos que dicen que todos los que estaban ahí viendo cuando subía a la, la báscula, que salió arriba de lo que | ni siquiera una mula. Ni un ato de mulas bajaba la cantidad que bajó él. Pero el romanero, don Jesús el romanero, que sí, que sí no tenía vela en el entierro ni nada con nadie, él sí vio la realidad. Porque decían:

—Ay, mira, pero ¿cómo, cómo traes tanto?, ¿cómo traes tanto, tanto material? —dijo— si… con esos burritos flacos…

—Pos mira, no más—.

Entonces, este, pues llegó el sábado, el sábado de cobrar. Y se metía en una…[¿…?] y todos los que estaban viendo allí, que le dijeron, le dijeron al | allí:

—Órale —y vieron la plata, no era na más una plática, vieron la plata cuando les [¿rotaron?].

Y dijo por, por primera vez el general… | sacó tanto dinero, todos lo estaban viendo… Entons, cuando este cobró, se le vino a la mente, siempre le daba el chivo a la mujer, el chivo y, y lo demás, lo demás, tenía que ser para mantener a los animales, aunque son bestias, necesitan alimento, alimento que, que lo, lo mejor que se pueda, ¿eh?, no… el hombre este mandaba a sus hijos al río, a sacar gramita, pastograma al río, con un costalito para to los burros, que taban flacos los pobrecitos. Entons, resulta que cuando ya se iba, tenía planeao irse a Silao, a ver a las niñas por allá. Dicen que la señora cogía a la o-, a la orilla de la carretera, lo más cerca, ¿no?, vio al general, que ya taba esperando, hasta ya se oía el ruido del camión que iba, que iba de aquí pa allá. Cuando la señora dice que le | y, pero desconfiao taba con los, con los centavos agarraos en la mano, los tenía agarraos aquí, se miraba y agarraba las bolsas y además hasta en la yompa también llevaba, los llevaba así y se los estaba tiente y tiente. Cuando dice que se asoma, se asoma la señora, para juera y le dijo, le dijo la señora desde fuera sin que él se diera cuenta, pero sí le dio el frente, porque esto opera muchas veces, si de, si de, de lado o de, de espaldas opera o todo eso de una bendición de, de alguien que te quiere, pues contri más que fue al marido esto… Entons, cuando él volteó de frente así, vio a su señora dijo “ay”, a lo lejitos, retiradito, le aventó unos, le aventó unas, unas así… lo taba bendiciendo. Desde ese momento él sintió algo diferente, cuando él se sintió y dijo “ay”, sintió que ya no pesaban, porque eran puras, puras monedas de plata y ya no pesaban. Dijo: “Ah, caray, mi dinero” y no había más que, era el único que estaba en la parada allí. Ya taba y le daba vueltas y vueltas, pos que pa’allá y pa’acá. Y la señora pos lo estaba viendo. Dijo:

—¿Qué te pasa, Miguel?

—Pues que se me metió un dinero, no más, se me metió un dinerito y no...—.

Dijo: —No, no, no, no—.

Total, que mejor no se fue. Entons, dice que esa comienza la semana, pos sí le reclamó porque era, era muy [¿…?] ese señor. Lo vio que taba muy sentao el mismo catrín ese, que taba muy sentao allá. Pero este tuvo el valor, el General tuvo el valor de decirle, de preguntarle:

—No, ahora me dices que chigadas, qué chigados, qué chigados quieres o quién eres y todo—.

Dijo: —Bah, pero si tú siempre, siempre me mencionas —dijo— ¿quieres verme en realidad?, ¿quieres saber?

—Pos que sí —dice— a ver cómo…—.

No dijo más nada. Na más se quitó el sombrero y que tenía unos, unos cuernones aquí de para atrás, así como si fuera un borrego acá como un… | pa’atrás. Y, y dijo:

—¡Ay! [¿qué voy a hacer contigo?] —dijo. Todo… | y como era también canijo el, el General, dijo —no…—Entonces al puro cabrón le dijo: —Tú no, tú no, tú realmente no, no das la plata, ¿si?, pa que veas, pa gastarla, no más haces ilusiones y con esas ilusiones que me das a mí, entonces si me van a mandar a la cárcel, ¿qué vas…? | si me van a mandar a la cárcel… [¿…?] y que pague yo la cuenta ¿eso?, ¿es eso que me ayudas? —dijo—. No, anda a la chigada, yo ya no tengo nada contigo—.

Y por eso platicaban que… eso fue lo que pasó.