Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
1259r
Categoría:
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante neutraliza /l/ y /r/ en posición implosiva y final a favor de [r].
Anotaciones musicales
Partitura
Transcriptor de la partitura
Luis Moreno Moreno
Bibliografía
IGRH: 0000
Otras versiones de "El criado y la señorita"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Que doña Teodora le dice a su esposo don Fidel:
—Me parece que el mulero mira mucho a Isabel.
—Eso se me antoja a mí, se me antoja una comedia;
que si él la mira mucho, mucho más lo mira ella—.
Se marcharon del pueblo para perderse de vista
un obrero trabajador con una señorita.
—Eso me lleva a delirar y me llevan los demonios
en pensar que nuestra hija tiene fama pa los novios.
Sabemos que nuestro chico es un chico muy formal,
pero, ¿pa qué lo queremos si no tiene capital?
Para evitar este lío, hay que cortar por lo sano:
mandarlo a trasladar y el cuento aquí se ha acabado—.
A las doce de la noche, Isabel en la ventana,
platicando con su novio, que amargamente lloraba.
—Pedro, toma este pañuelo que mandé a bordar para ti;
para ti, Pedro adorado, pa que te acuerdes de mí.
—Y tú toma este retrato, porque ayer me retraté
y, aunque estés lejos de mí, aunque ya me puedas ver—.
Ya se despiden los novios, ya se despiden los dos,
y la pobre de la niña enferma fue y se acostó.
—¡Ay, qué malita me he puesto! —la pobre niña decía—
Esto de no ver a mi Pedro se me aumenta mi agonía.
Se me aumenta mi agonía, se me aumenta mi dolor;
el retrato de mi Pedro me dará fuerza y valor—.
Así que la madre vio lo mala que su hija estaba,
mandó a llamar al médico para ver lo que le mandaba.
—Sabrás, esposo Fidel, lo que me ha dicho el doctor:
nuestra hija no se muere; le palpita el corazón.
—Cogeré pluma y papel, que es lo que debo de hacer,
y no perder a una hija por el maldito interés—.
Pedro va en la besana, siempre va pensando en ella;
en sus ojos lleva llanto y en su pecho lleva pena.
Así que sintió la voz, que era la del mayoral,
coge la carta y la lee y como un niño echó a llorar.
Como un niño echó a llorar, como un loco echó a correr
cuando el mayoral le dice: —Toma el dinero pa’l tren—.
A la llegada del pueblo, se encontró el enterraor
con el pico y la pala, que venía del panteón.
—Pedro, ten resignación, que esta mañana a las diez
se le ha dado sepultura a tu novia Isabel.
—¿Cómo has tenido el valor de coger el pico y la pala
sabiendo que Isabel era tu prima hermana?
¿Por qué no la desentierras ahora que nadie nos ve
y darle un beso en sus labios y aluego, morir después?
—Eso no lo hago yo, eso sería una locura;
arrojarme a una prisión por abrir una sepoltura.
—Pues te voy a pedir un favor; me lo vas a conceder:
dime dónde está la tumba de mi novia Isabel—.
A llegada a la tumba, se quedó mudo y sin habla.
No pasaron diez minutos, bajó una paloma blanca:
—No te asustes tú, mi Pedro, no te asustes tú de mí,
porque mañana a las diez conmigo estarás aquí.
Ahí te mando un papel, aunque en blanco te lo escribo,
yo no puedo ir a la gloria como tú no entres conmigo—.
Así que el enterraor vio lo malo que Pedro estaba,
mandó a llamar a dos hombres que se lo lleven a su casa.
Por el maldito dinero, por el dinero cruel,
su padre tuvo la culpa de la muerte de Isabel.
Por el maldito dinero, por el dinero cruel,
ha muerto el pobre de Pedro pensando en Isabel.
Y aquí se acaba la historia de estos dos enamorados,
que por culpa del dinero los dos mueren enamorados.