El mesón de la Cofradía de las Ánimas

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Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00027 11).

Transcripción

[Recopilador:] Aquí tengo yo apuntao que había en la Vera Cruz, en la cofradía, había unos limosneros, que pedían limosna. Se llamaban los canastilleros, que les nombraban los mayordomos, ¿eso no se acuerda usted?

[Anselma:] Canastillos que hay ahora, que salen a pedir los niños los domingos, pero yo eso ya no, eso no.

[Recopilador:] Y luego, donde se reunían los de la Vera Cruz tengo aquí que “generalmente se reunían en la casa de concejo, o sea, en el Ayuntamiento, pero en alguna ocasión se reúnen en la panera del Real Pósito por no haber en la estación presente casas de concejo”. Esto era 1882.

[Anselma:] ¿En dónde?

[Recopilador:] En la panera del Real Pósito. Esto sería, pues en el silo que habría hace un siglo, vamos. La panera de Real Pósito, pues mire, esto es de 1882, así que hace un siglo exactamente.

[Anselma:] No lo recuerdo, no, no recuerdo yo eso.

[Recopilador:] Ya.

[Anselma:] Eso, tía Anselma sí recordará de eso, yo no recuerdo. Como no se reunieran…

[Recopilador:] Lo llama aquí “la panera”.

[Anselma:] Claro, una panera.

[Recopilador:] Ya, pero la panera, el pósito era donde guardaban el trigo y eso, y era la parte que tendrían que dar al rey, imagino, porque esto era una especie de…

[Anselma:] Pues ahora sí que voy yo cayendo. Pues en las escuelas mismas. Mira, eso, hasta que después ya, lo deshizo esas cosas y son la escuela de niños y niñas. Y el piso arriba. Era la panera. Ahí estaba la panera, claro.

[Recopilador:] Ahí estaba la panera y, luego, hicieron las escuelas ahí. ¿Ya ve usted cómo sale todo?

[Anselma:] Ya, claro, eso sí.

[Recopilador:] Claro, y luego, lo del mesón, pues sí que tiene mucha gracia porque dice cómo, cómo…, el que lo arrendaba dice lo que tenía que tener el mesón. Dice “condiciones: ha de tener dicho mesón bien aseado y surtido de lo necesario para los huéspedes tratándoles toda modestia y compostura; la comida y bebida con aseo, sin llevarles más que lo justo, teniendo preparada la cocina con todos los ajuares necesarios para guisar de comer”.

[Anselma:] Claro que había mesón. Donde vive tu tía Mosca, por [¿Illas?], allí había mesón, pero yo le conocí ya tarde, ahí ya no había ni principios de | Allí era el mesón.

[Recopilador:] Ya, pero, ¿esa casa existe ahora o ya no?

[Anselma:] ¡Anda! Está ali- | medio caído, por donde está el paso de [¿Illas?], enfrente, el mesón.

[Recopilador:] Sí, luego, decía: “ha de tener los pesebres bien acondicionados sin agujeros ni ratoneras”.

[Anselma:] Claro, daban los granos cuando llegaban.

[Recopilador:] “Los cribos y cribas bien compuestos, la cebada y paja de buena calidad, lo que ha de vender del precio que se pagara por su justicia y su arancel, que tendrá fijado a la vista para que todos lo sepan”. Luego, decía: “que ha de tener preeminentemente todo el año tres camas decentes con sus colchones, jergones, sábanas, mantas, colchas y almohadas enfundadas las dos en el cuarto principal cada una en la alcoba y la otra en otro cuarto separado; y en el primero no ha de entrometer los ajuares de su oficio de botero por los olores inmundos y fastidiosos que expelen”. Se conoce que el arriero | El que tenía todo eso arrendao en el mesón era botero.

[Anselma:] Era botero. ¿Te acuerdas tú de este, el Melchor que era alfarero? Ya no te acuerdas, ¿verdad? Ya la casa | no es eso ni son figuras, tiene una casa ahora de mona que da gloria, pero ahí era. Sí, señor. Ahí era el mesón.

[Recopilador:] Sí, luego, decía que “no ha de admitir en dicho mesón gentes vagas, contrabandistas ni otros que sean sospechosos, procurando evitar todo perjuicio ni juegos de naipes, taba y otros de envite por las malas consecuencias que acarrean, cerrando las puertas de dicho mesón a las horas competentes, dando parte a la justicia de todas las noches de las gentes que recibe, su estado, tierras vecindadas de donde proceden, pena de ser responsable a cuantos daños se originen”.

[Anselma:] Pues sí, señor. Pero eso, eso hace ya muchos.

[Recopilador:] Muchos años, claro, claro, muchos, muchos, porque esto yo lo he cogido del año 1875, o sea, fíjese, hace doscientos años.

[Anselma:] Pues sí señor, ahí está la casa, pero esta casa ya no está ni | Era muy grande y un portalón había, eso sí que conocí yo. Un portalón del medio. En el medio del portón.

[Recopilador:] O sea, que tenía una entrada o…

[Anselma:] Tenía una entrada para la casa y, luego, por detrás tenía la entrada para los carruajes, las caballerías y todo.

[Recopilador:] ¿Y el pozo estaba en un patio?

[Anselma:] El pozo estaba eso, en el medio del portal.

[Recopilador:] ¡Ah! En medio del portal.

[Anselma:] Sí, donde vive esa. Donde está la tita Mosca, todo eso, que sale la carretera para allá a Medina del Campo y…

[Recopilador:] Curioso cómo salen las cosas.

[Anselma:] Pero si os diera tiempo y eso, pues sí que podríais alargaros un momento a la iglesia. Iros primero a la casa de Anse- | tu tía Anselma.

[Informante desconocido:] Eso ya ahora…, ahora Joaquín, lo que diga él, yo no tengo idea de lo que quiere ver y lo que no.

[Recopilador:] No, bueno, pues si alguna cosa, algún detalle más, si hay, de las Águedas o alguna cosa así, pues…

[Informante desconocido:] Pues vamos a que mi tía Anselma.

[Anselma:] Claro, claro. Hay dos cosas que hacía | que hacían…, un día que no | porque ahora hacen misas por las mañanas, sabe usted, la sacristía grande, que la iglesia está muy bien, ya verá usted. De limpio, eso de limpio, no le digo nada.

[Informante desconocido:] No, esta, Mache también lo hará. Va mucho, ¿no? Mache la de Pepe, ¿no?

[Anselma:] Sí, Mache también, Mache también, pero no, no es como antes ya. Porque ahora | las avisan el… lunes o esto, el sábado, el viernes a dos o tres o cuatro, cada semana, pues… Yo eso también lo he hecho. Lo he hecho antes, pero ahora ya no. Sí, señor, ahora ya, ya no. Sí, señor. Yo he trabajao en el campo como la primera. Ahora estoy muy imposibilitada. Yo he hecho en el campo, lo que es hacer todo del campo menos saltar palos, pero lo demás, todo. Azufrar, azufrar las viñas. Azufrar, a escarbar la remolacha, a recoger esto, forraje. Todo, saltar palos no. Venía mi padre: No, hija, que bastante salto yo.

[Informante desconocido:] Lo que sí que se criaban, tía, yo me acuerdo de pequeño, los garbanzos de esos verdes, ¡qué ricos eran!

[Anselma:] Ahora casi no les siembra ninguno, hijo, porque como son duros… Ni las muelas, ni los guisantes esos tan ricos que íbamos a rebuscarles que los embutíamos las madres y las abuelas. Y les ponían a la puerta de la calle en una sábana extendidos. Se conservaban, ponías los | ahora nada, ni muelas ni nada. Ahora nada, nada más que la cebada, el trigo y las huertas.