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Transcripción
Los hombres son muy viciosos,
hasta no poder ser más;
todo lo gastan en vino,
si no les da por jugar.
Si trabajan en el pueblo
y ganan un buen jornal,
trabajan donde trabajen,
nunca quieren entregar.
A su madre no le entregan
más que solo la mitad;
lo demás es para vicios
y para hacerse el ajuar.
Si la madre le pregunta:
—¿Cuánto dinero has traído?—,
él le dice: —Muy poco,
porque ha faltado el fluido.
Si se llegan a casar,
si acaso en el primer mes
todo el sueldo se lo entregan
a la pobre de su mujer.
Luego que llega el segundo,
le dicen que se ha quedao
para tomarse medio litro
con su padre o con su hermano.
Ya que llega el mes tercero,
y para eso sí es el año,
entonces sí que se quedan
con todo cuanto han ganado.
Si la mujer va y le pide
para comprar en la plaza,
él le dice muy severo:
—Trabaja y no estés en casa.