Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
1282r
Categoría:
Informantes
Recopiladores
Notas
Atero Burgos (2003: n.º 192) titula a este romance "El crimen de Don Benito" y lo clasifica como romance de cordel o de ciego dentro del apartado E. 1) Crímenes pasionales.
En esta versión, se repiten los versos 26, 35, 37 y 47.
La informante neutraliza /l/ y /r/ en posición implosiva y final a favor de [r].
Anotaciones musicales
Partitura
Transcriptor de la partitura
Luis Moreno Moreno
Bibliografía
IGRH: 5131
Otras versiones de "Inés Marcela"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Estudios
FERNÁNDEZ BARJOLA, M.ª I. (2007). El crimen de Don Benito en la literatura regional. En F. Hermoso Ruiz (Coord.), VIII Congreso de Estudios Extremeños (pp. 2099-2115). Badajoz: Diputación Provincial.
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Transcripción
Al salir de misa de once, el malvado criminal
le dio un beso a Inés María, y ella le dio una guantá.
El malvado le decía: ―Me la tienes que pagar―.
Mira si se la pagó, que la mató a puñalás.
El sereno fue el primero que a la puerta se acercó;
pedir un vaso de agua don Carlos se presentó.
―A esto vengo, Catalina; a esto vengo: que he pensado
que me entregue usted su hija, y a esto es a lo que me he llegado.
Le contesta Catalina: ―No lo querrá Dios del Cielo
que yo te entregue mi niña por ambición del dinero―.
Le dio cuatro puñaladas, cayó mortal en el suelo,
y toda envuelta en su sangre hasta subir a los cielos.
¡Con qué pena moriría Catalina Barragán,
en ver que su hija quedaba en manos de un criminal!
―Entrégate, Inés María, que tu madre ya murió.
Los desaires que me has hecho; ahora te devoro yo.
―Don Carlos, fíeme usted y será usted mi padrino,
porque me quiere matar este negro asesino.
―Yo no te puedo fiar ni puedo ser tu padrino
porque me ha dicho Paredes que hará conmigo lo mismo―.
Los bolillos de la silla hincados en la pared
por ver si la vecindad lo podían favorecer.
―Entrégate, Inés María, que tu madre ya murió.
Los desaires que me has hecho; ahora te devoro yo.
―Don Carlos, máteme usted. Con mucha pena y dolor
muero al pie de un criminal, pero defiendo mi honor.
Le dio cuatro puñaladas, cayó mortal en el suelo,
y toda envuelta en su sangre hasta subir a los cielos.
Una mujer que la leche todos los días le llevaba,
en vista que no salía, (y) empujó un poco la puerta
y cómo se quedaría de que vio la mujer muerta.
Dio parte a la autoridad, acudió toda justicia
y vieron llena de sangre la caja del oculista.
Dijeron: ―Este infame ha sido―. Van por él a Villanueva
y lo traen prisionero entre grillos y cadenas.
Por la calle del Polvillo ya no se puede pasar
porque vive doña Alberta; su hijo, un criminal.
Por la calle de la Cruz, cuando el entierro pasaba,
pasó [¿Ficia?] la de Julia; salieron a coronarla:
unas le ponen coronas, otras le ponen la palma
y Julia, como maestra, del ataúd la llevaba.
La cinta era en amarillo, bordada en oro fino,
era un regalo del pueblo que le hicieron los vecinos.
Inés María iba delante y su madre iba detrás
y el negro asesino agarrao a la cinta va.
La cinta era en amarillo, bordada en oro fino,
era un regalo del pueblo que le hicieron los vecinos.
Por la calle Cementerio ha nacido un arbolito
con un letrero que dice: “Mueran tres de Don Benito”.
Tomás Alonso se llama el que ha ido a declarar
la muerte de Inés María, Catalina Barragán.
En la puerta de la cárcel han puesto dos papeles
con un letrero que dice: “Muera don Carlos Paredes”.