La maldición de una madre

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Referencia catalográfica: 1284n

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Mira, había una maldición aquí, una mujer que había aquí. Aquí le decían… le, le decían, le decían la, la | bueno, le decían “la Chiminiana”, ¿no?, pero el | le decían “la Chiminiana”. Y esa mujer, su padre la dejó, su padre la, su padre dejó a su, a su esposa, ¿eh?, y, y ya a lo último le decían “las Chivas”, le decían, le decía a la Chiminiana, ella se llamaba Carmela, le decían “las Chivas”. Mira, aquí pasaba la señora, en aquellos entonces | yo no la conocí, pero como si la hubiera conocido, mi tía me platicaba, dice: “Mira, aquí pasaba la señora con unas chanclitas así, mira, sonando así, mira, así” pos que pos | sola, la abandonada, la abandonó el marido, la abandonaron los hijos y la hija, que era una malcriada. ¿Qué crees? Que la hija salía y le decía a la madre:

—¡Ay! —le decía— vieja infeliz. Mira no más —dice— por cochina la dejó mi padre. ¡Ay! —dice— Váyase por el otro lao —dice—, por aquí no venga —dice— a causar lástimas, vieja infeliz—.

Así le decía a su madre. Y la madre le decía:

—Mira, hija —dijo—, pero se te ha de podrir el hocico por mentirosa.

—Ándele, ándele, vieja infeliz, retírese por allá, ándele—.

Siempre la humillaba, me decía mi tía a mí que humillaba a su madre pérfiamente. ¿Quién i-? | Pero fíjate que le decía: “Se te ha de podrir el hocico”. La mujer esta, pues murió solita. ¿Quién la que-, que-? | Cuando dicen que la encontraron, le encontraron, ya le encontraron muerta, se dieron cuenta, porque onde estaba en su cuartito, dicen que aquí en su cuartito, donde vivía doña Chui, dicen que ya había empezao a apestar. Ya tenía como dos o tres días muerta la viejita. No, pos las, las autoridades la sacaron y fueron y la enterraron. Ni siquiera los familiares, ni la hija, ni el marido | porque Raúl todavía era su marido, ¿eh?, taba con otra mujer, sí, más joven | y ni la hija, porque no la querían.

¿Cuál sería la | el final de todo esto? Dicen que… de, de una muela, a la canija esa Chivas. Dice que le empezó a doler una chiva y que se le infectó. Y que un dolor, y que se le puso la cara así, mira, y que se le reventó. Dicen que apestaba la mujer horrible, hasta cuando pasaba así, que se estaba pudriendo la boca, porque se le infectó adentro, pus que tenía, tenía adentro así. Dicen que salía corriendo | fíjate dónde | cuando dice uno, cuando, cuando ya hiciste el mal, te arrepientes. Dicen que salía corriendo la mujer. No supo ni donde quedó su madre. Dicen, como te digo que, que el panteón tenía un alambre, no tenía, no tenía candao. Y que se metía y no supo ni onde | que le gritaba desesperada: “¡Mamá, perdóname, perdóname!”, porque quería que se le quitara el dolor, que se le aliviara “mamá, perdóname” y “mamá, perdóname” y andaba por donde quiera corriendo, desesperada, que la andaban buscando. Que “¿on ta?” “Pos que anda por ahí”. Ni quien… ni quien se le arrimara, dicen que apestaba, que le empezó a, a podrir todo. Pero fue tanto, digo, el sufrimiento… porque muchas veces un dolor, pues si es demasiado fuerte, se te para tu corazón o se te… te mueres de inmediato. No, no, si el dolor fue, fue tan intenso porque fue la cantidad de tiempo que duró, ¿eh?, el tiempo que duró que se | hiervas que alguien le daba, que “tómate este”, que “ponte esto”, que “pon lo otro”, pues le amenoraba, pero la infección que tenía… Dice que se le puso la boca así, decía mi tía Pachita, así, mira. Y murió. Ella fue y murió, ahí también, como un perro también, que la andaban buscando y murió, murió ahí en el panteón, pero nunca supo ónde quedó su madre. Por eso que la maldición de los padres dicen que sí cae [¿la madre?]. Y cómo le deci- | y concide cómo murió de, de, de la boca, podrida de la boca la mujer.
Por eso a los papás, los mayores respetos, ¿no?