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[Don Luis]: Él dice que allí por… por el Espinazo… sí, por el callejón del Espinazo dice que vio a una mujer que taba siempre | la miraba que taba sentada en una silla allí por fuera y, y… que siempre la saludaba porque él también le gustaba mucho caminar al, al campo. Y fuimos y dice que la vio. Dijo: “¿Qué le pasa, señora?”, porque dice que siempre la miraba sentada. Pero cuando esta se iba a meter para dentro, la vio que tenía muchas dificultades, dice, “y todo fuera una señora así, ya maciza”, dijo, “de edad”, dijo, “una señora de unos cuarenta, cuarenta y cinco años”, dijo. Entons, dice que se quedó parao y le dijo:
—Oiga, señora, ¿qué le, qué le pasa? —dice— ¿qué le pasa? —dice. Porque él, él tenía ese don de que… como que tenía una vibra, se daba cuenta. Dijo— ¿Qué le pasa, señora?—.
Dijo: —No —dijo—, mire —dijo—, de repente —dijo— mire, ya no pude caminar —dijo, dijo— y…—.
No, y que se, se acercó. Dijo: —¿Me permite acercarme más cercas a usted?—.
Dijo: —Sí, cómo no—.
Y ya que le dijo, que le dijo: —Míreme directamente —que le dijo— míreme directamente a los ojos.
Dijo: —Sí, bueno —y que le dijo la señora, pues estaba con un poco de desconfianza— bueno, ¿y para qué?, ¿y para qué es eso? —dice— pues yo a usted no lo conozco —dice— lo veo ahí que pasa…—.
Dijo: —No, mire, señora —dijo— es que dice… | si usted —dijo—, si usted me mira a los ojos —dijo—, yo le… | puedo darme cuenta de si usted está enferma o no de una enfermedad curable o incurable o algo—.
Ya le hizo preguntillas allí y dijo no… como que la señora como que se resistía, ¿verdad? Como que… que estaba hasta así como agarrada ya de la puerta, como para… pues pa ser posible, meterse lo más pronto, que es que hacía unos escaloncitos. No, dicen que ya, que ya como que lo cerraron, que iba a meterse pa’dentro, que se le quedó viendo, así la señora. Y que le dice el, el Terán, de repente, así, que la señora, así, de repente como desperada, que la desperada, que empezó, empezó a llorar la señora así, a llorar como… con una desesperación, pero las lágrimas que le salían hasta acá, mira. Y le dijo:
—¿Por qué lloras, señora?—.
Dice: —Pos no sé qué siento cuando usted se me acerca así—.
Dijo: —No, señora, yo soy muy buena persona —dijo, dijo— y mire, yo le voy a decir —dijo—, usted ta, ta, ta enferma. Usted tiene algo —dijo—, tiene algo —dijo— que si yo puedo y está al alcance de mis manos —dijo— yo puedo ayudarla. Pero si usted se permite—.
Y dice que le salían las lágrimas hasta acá. Y que dice que él llevaba | dice: “Yo llevaba, yo llevaba aquí mi bolsa cleenex, cleenex, no un paño, un cleenex que llevaba yo aquí en mi bolsa”, dijo que llevaba, dijo. Y que le dijo, pues combinaba que le salían las lágrimas tan fuertes, que le dijo:
—Mire, señora —le dijo—, tenga —dijo. Le enseñó, le enseñó y dijo— toma, tenga un cleenex, límpiese por favor sus lágrimas —dijo—, no me gusta verla llorar —le dijo este, le dijo él, dijo—, no me gusta verla llorar, señora. Tenga, límpiese—.
Dicen que la señora agarró, agarró la, la, el, el, el cleenex. Agarró un pedazo, no todo, agarró una parte de pedacito así y que se limpia. O sea, que se limpió así, mira. Se limpió la, se limpió sus ojos así y luego dice… | y que le dice el mismo Terán, dijo:
—A ver, señora, —que entonces ya con el kleenex que se había limpiao, se quedó con él en la mano, pero entonces ya le dio el otro pedazo, el que le había sobrao del rollo. Dijo— tenga señora, su, su kleenex. —Y de todas formas seguía llorando. Y le dice— A ver, señora, vía qué hay en el kleenex —le dijo él— vía que hay en el… | —dice que se limpió sus lágrimas, dice… | y que la señora se asustó. Dice que va viendo unas manchas, pero negras. —Dice— ¿Ya ve, señora? —dice— Mire, aquí está… —dice—, mire —dijo— y pior, pior si usted, si usted, si, si es esas manchas son negras —dijo— ¿Pero qué tal si fueran rojas? —dijo— No… eso ta, ta peligroso, ¿verdad?—.
Dice: —Pero ¿dónde? —dice— si no tengo ni… —dice— ni me arrimo a jugón… —y que se miraba las manos la señora.
Dijo: —No, señora —dijo—. Le salieron de, le salieron las lágrimas le salieron de acá de adentro —dijo— es una enfermedad que usted tiene, ¿eh? —dijo—. No, no, no, no los tire —dijo—, esto, esto sí —dijo—, no hay que tirarlos, hay que quemarlos —dijo—, esos kleenex —dijo. Dice— ¿quiere comprobarlo? —dijo— To- | aún tiene unas lagrimitas en sus ojos —le dijo, pero ya, ya, ya, ya le había abierto la vi- | la…, la mentalidad, porque ya lo que había visto la dejó sorprendida. Lo que vio ella, porque él, imagino que sabía lo que iba a ver, ¿eh?— Límpiese —dijo—, voy a agarrar otro pedacito y límpiese —¿eh?— y límpiese—.
Porque dice que la señora con sus manos, con sus manos hizo así, así, se limpió así. Pero…, pero se limpió con sus manos así con sus manos y se veía. Ella se miraba, se miraba las manos. Que no, no tenía esas manchas negras. Y le dijo:
—No —dice—, agarre otro pedacito, agarre otro pedacito de… de kleenex y límpiese—.
Dicen que agarró la señora otro pedacito, pero ya hasta más chiquito, pero ya no se, no se, no se rapó así, na más se puso así en los ojos, y que se va viendo y dijo: —Pos sí, mire, aquí sí se ve negro—.
Dijo: —Ahí está —dijo—.
Dice que fue cuando entonces la señora abrió la puesta y ya se… | y agarró la sillita, pa sentarse allí ajuera. Dijo:
—Ay, pero yo soy una mujer muy pobre, yo no tengo —dijo.
Y ya le dijo: —¿Sospecha de alguien o a quién le hizo usted un mal alguien…?—.
Entonces, fue cuando dijo: —No, si | pues yo la mera neta —dijo—, no me meto con nadie —dijo—, lo único que sí tengo aquí en mi corazón que tengo —dijo—, que corrí a mi nuera —dice— yo la corrí a mi nuera —dice—, porque yo la encontré con un hombre —dijo— y, y mi hijo no me creyó, pero yo la corrí —dijo— y, y esto —dijo— pues ve la puertita chiquita —dijo— ta chiquita aquí la puertita —dice—, pero mi casa es grande —dijo—, pa dentro es grande —dijo—, tengo mi casa grande —dijo— y, y ya la di a fuerza —dice—. Mi nuera quiere venirse aquí porque quiere quedarse con la casa. Ya le dijo a mi hijo que, que, pos que por qué andan, por qué andan rentando casas teniendo su, su casa, y que la llevara. —Dijo— yo no lo la admito aquí en mi casa —dijo—, a esta señora, ya le dije a mi hijo “aquí entra cualquier mujer, pero menos esa —porque no era ni su esposa, era su amante, que aún no se casaban, dijo—, tráete una buena mujer —dijo— y aquí ta tu casa. Pero esa mujer no me entra aquí. —Pos esa era la que la tenía.
Entons, que le dijo, dijo: —mire, vamos a curarla, señora —dijo—, mire, yo voy pa’l río ahorita, y yo de regreso… —dijo— que sea antes de las tres —dijo— o a las siete la noche—.
Dijo: —No… —la señora dijo— pos que sea mejor a las tres —dijo— porque ya en la noche, ya, yo ya no, ya, ya cierro y ya no, casi no, no me gustar salir a la noche —dijo—, porque toy sola —dijo—. Pero sí justo a las tres…—.
Dijo: —Entonces voy a subir ahí pa’rriba —dijo— y ahorita regresamos—.
Dicen que le… | y eso vino | fue lo que le vino causando la muerte a él, al Terán. Dicen que lo que le él le | porque la que la tenía, que le hizo el trabajo fue la misma esposa del Terán. Porque la esposa también sabía de esas cosas. Pero claro que el Terán era como espirituísta de estos que adivinan y todas esas cosas así. Era la misma esposa del Terán la que, la que le hizo el, el trabajo a la otra, a la, a la mujer aquella, ¿eh?, esa misma. Por eso fue la razón que el Terán se murió. Entons dicen que esta la curó, dijo:
—No, señora, yo le hago una limpiadita y mire, con esto —dijo— se va ahorita limpiadita —dijo—. En la primera se va a sentir bien y va hasta a dormir bien tranquilita —dice—. Nada más que… deme chanza —y empezó a curarla, dijo—, porque hay alguien que… que dice que le ta atizando duro —dijo—. Y esa persona como que me sigue. Que anda tras de mí, hasta después ya a lo último, al final, el, el, el | qué no le iba a hacer si la tenía en su propia casa a la, a la mujer que le había hecho el mal.
[Entrevistador]: ¿Sí supo Terán que era su esposa?
[Don Luis]: Sí, él supo que era su esposa…, que era su esposa. Porque él, él mismo la descubrió porque la misma, ella misma se descubrió, ¿eh?, que mientras permanecía ahí | porque lo importante que esta mujer muriera… | Taban, la taban atormentando para que muriera la señora pa quedarse con la casa. Pero no, no con, no, no con el acuerdo del hijo, sino la pura nuera, o la que iba a ser su nuera, ¿no?, esa era la que trataba de, de desaparecer a la señora. Y esta mujer le estaba pagando, porque la estaba atosigando, la taba atosigando. No fue un trabajo que dijera “ahí tengo el trabajo y ahí que se muera cuando pueda”, no, la taban castigando, la taban castigando a veces de… con sus, con sus maleficios y to esas cosas, la taban castigando a la mujer. Y el Terán decía que alguien lo, lo seguía. Porque qué concidencias que ella la dejaba, como quien dice “ya pa mañana ya va a estar usted lista” y cuando llega al día siguiente, a ver a la señora, ya no la encuentra en las mismas condiciones en las que estaba antes.
Dijo: —¡Ay! Ayer me sentí yo tan bien cuando yo estaba aquí —dijo— pero mire, ya toy de vuelta igual—.
Dijo: —Mire, señora, hay alguien que me sigue, alguien que me sigue —dijo— y que me persigue por dónde quiera que anda —dijo— que no me deja, que no me deja que la, que la cure, a usted —dijo—, pero yo me voy a encargar —dijo—, tope lo que tope, voy a llegar hasta las últimas consecuencias. —Fue cuando él, no sé cómo lo hizo, pero con sus diabluras o lo que sea, sus creencias, le dijo— Esta vez se alivia, porque se alivia —dijo—, y la persona, la persona que, que la está, que le, le que hizo este mal, no la que mandó hacérselo, sino la que le hizo el mal, a la que tan pagándole —dijo—, la va a ver conmigo. —Dijo— y esta vez se [¿?]. —No, pos dicen, dice el Terán que cuando este le hizo, le hizo el trabajo, le hizo el trabajo a la señora, la dejó lista. Dijo— Y protéjase, señora. No coma nada de nadie y…, y... y usted ya está lista —dijo— ahora —dijo—, esto, esto le va a caer todo encima a esa mujer. Dijo y ahora sí me voy a cuidar las espaldas —dijo— yo mismo, porque yo sé que va tras de mí—.
¿Cuáles serían sus sorpresas para, para el Terán? Que cuando llegó a su casa, taba la mujer taba temblando. A su propia esposa, dicen que la encontró a tiemble y tiemble... y no luego | y la esposa también tenía su don, ¿eh?, que no le, le dijo, le dijo al Terán, dijo:
—Desgraciado —dijo—, si de ahí tas comiendo—.
Dijo: —Pero ¿de qué me hablas? — Él más o menos se daba ideas que | pos que él conocía a todas las gentes que hacían esas diabluras así, de esas… hechiceras que conocía a todos en Guanajuato. ¿Quién no se conoce de la misma calaña?.
Y él se vino y cuando encontró a la señora y le va diciendo:
—De, de, de ahí tas tragando tú también—.
Le dijo a la mujer: —Yo sospechaba que eras tú —dijo, dijo—, lo sospechaba que eras tú, entonces ahora sí como, como dice uno: tú la curas —dijo— | tú la, tú la perjudicas y, y yo la curo —dijo— así es que vamos entre dos —dijo—, vamos a dejar las cosas así como están, ¿eh? —Ya cuando dijo el Terán—Mira, yo te curo a ti y olvídate de esa mujer. Así como tú lo has hecho—.
Porque ellos tenían, tenían también sus, sus altas y sus bajas. Cuando uno se sentía mal, decía “¿te sientes mal? Yo ahorita, ahorita te, te echo una arregladita”, le decía la mujer a él, y cuando él la… cuando él se, se sentía mal, ella lo curaba a él y así, entre ellos mismos, se protegían, se daban sus limpias y sus, sus rezos y todo pa protegerse. Entonces el Terán | pero a la señora lo que le importaban eran los centavos, los centavos de allá que le taban pagando. Entonces fue cuando el Terán, allí sospechó todo. Fue cuando dijo:
—Tú fuistes, ¿no?
—Pos que sí—.
Le dijo, dijo el Terán, dijo: —Tú eres mi esposa —dijo— y, y la madre de mis hijos —dijo— yo te voy a, yo te voy a curar —dijo— pero vamos a dejar las cosas así como están—.
Entonces dijo la mujer: —A mí me importan los centavos —dijo—, a mí me importan los centavos.
Dijo: —Pos… yo no puedo dártelos, lo que, lo que te tan dando allá —dijo— pero aquí | ¿te quieres quedar así o te curo?—.
Dijo “me dio lastima con mi vieja”, dijo. Así lo decía: “Me dio lastima con mi vieja, verla allí taba toavía así, mira, temblando toda pendeja” dijo, “la curé” y ella fue, ella fue la que se lo llevó al panteón.
Te digo lo que le pasó y delante de nosotros, sin vergüenza y sin nada. Íbamos arriba del tiro del águila cuando nos lo dijo “esta fue mi vieja, esta fue mi vieja”. ¿Pero cómo es posible? Mira, sí, no más se bajó el pantalón y se a-, y se amonó, ¿no?, si quiera que se amonó así, y mira, se sacó una méndiga bolsa así, mira… así taba la bolsa de plástico. Pero la bolsa tenía agujeros así, mira. No, no era una bolsa que, que tenía dentro | no, una bolsa de plástico que tenía unas hierbas adentro. Le digo a… Marcelo, le digo a Juan, digo: “Pero ¿cómo se metió una bolsa?”. Pos hombre, digo, una bolsa y así, mira así de gruesa, mira, así de gruesa, una bolsa así de grande, mira, de plástico dentro. Y dijo el Terán, nos dijo, así con estas palabras tan fuertes, dijo: “Esta pinche vieja me va a matar” pero pensando en otra, en otra vieja. Dijo: “Esta pinche vieja me va a matar” dijo, “porque tenemos una revali-, una revalidad, dijo, “es mi rival”, dijo, “yo curo”, dice, “yo curo y ella enferma a la gente”. Y to por el interés del dinero. El interés del dinero. Y de buenas a primeras, desapareció, despareció Terán. Y por eso él nos lo dijo desde antes, dijo: “esta me va a matar”.
[Entrevistador]: Y cuando dijo “esta me va a matar”, ¿sabía que era su esposa o, o no?
[Don Luis]: Sí, era su esposa. Él ya sabía que era su esposa.
[Entrevistador]: Entonces su esposa no era… | no lo quería a él, ¿verdad?
[Don Luis]: No, claro que no se querían. No, mira, a él | es que, es que había rivalidad, mira. Porque mira, él cobraba, sí cobraba él por curar, ¿me entiendes?, y ella, ella tenía otro, otro | uno curaba y otro, otro hacía los males, pa que me entiendas. Pero cada quien por su lao. Pero ella no quería que, que se metiera en sus, sus trabajos, como te digo, porque ella le había prometío mucho dinero, porque la casa era muy grandísima, la viejita tenía mucho dinero, más bien no la viejita, la casa valía mucho dinero, que decían, no sé si la viejita tenía dinero. Lo importante es que tenían | que la viejita se moría pa, pa cobrarle la casa. Y esa casa estaba | ¿sabes dónde estaba? Y no era ni aquí en el espinazo, estaba al lao, arribita de donde vivía Rey Retana. En a-, a-, ahí se llama… ¿cómo se llama allí?
[Entrevistador]: ¿Aquí en el centro?
[Don Luis]: No, no, no, espérate. Frente al palacio, frente a la, la Normal. Más acacito. Ahí hay un sube, pa subir pa’rriba pa’l lao de la cueva. Esa subida ¿cómo se llama allí? No sé, no recuerdo cómo se llama allí, pero es por la presa. Allí, allí, allí estaba la casa de Rey Retana y, y, y lue-, luego, luego en seguida taba la casa de ellos. Una casa grandísima pa dentro allí. Así que había dinero, había mucho dinero por medio. Que ese era la rivalidad de ellos. Y mira, la última vez que lo vi, fue aquí en el campo. Había aquí un campo de futbol aquí | de béisbol, aquí arriba. Era un hombre chapeteao, era un hombre que se le miraba o rojo… chapeteao así bien, bien alegre, que le gustaba el béisbol. Cuando yo ya lo vi, aquí, tenía el color de tu camisa. De tu, de tu | amarillo, así, así amarillento así. Y todo, así. Mira, así, y era… no, no mu joven, que tendría, pues hombre, unos sesenta años, échale. Pues todavía joven, así, cincuenta y cinco, sesenta años, así. Pero así, mira, [¿de a tiro así?]:
—Ya ni me quieres hablar…
—Ay, Terán —digo—, pero mira… pero ¿cómo…? | ¿qué te pasa?—.
Y fíjate lo que dijo él: —Ay, sí, esta pinche vieja —dijo.
[Entrevistador]: Entonces, después de que le salió la bolsa, ¿todavía duró días?
[Don Luis]: Duró días. Se le hace cosa de, de…
[Entrevistador]: Pero ya le dio la enfermedad.
[Don Luis]: Sí. La enfermedad de acá de que murió.
[Entrevistador]: Y después de días, ya es que murió.
[Don Luis]: Se murió porque este decía que hacía pura sangre, así, que apestaba el reflejo por todo lo que pasó aquí. Pero todavía aquí vino, aquí arriba.
[Entrevistador]: Y ¿a su esposa ya no la vieron después?
[Don Luis]: No, jamás. Bueno, con decirte que yo no la conocí. Yo a la esposa nunca la conocí. Él decía que vivía por Carta, por ahí por esos rumbos por Carta por ahí.
[Entrevistador]: Ah, ¿no vivían juntos?
[Don Luis]: No, no, no. Él por Carta por allá.
[Entrevistador]: Pero, ¿Pedro Terán vivía en una parte y su esposa en otra?
[Don Luis]: No, vivían juntos, por ese rumbo de su casa, vivían juntos. Y su mamá, y su mamá vivía en Santa Ana. La mamá de él. Porque también trabajaba su mamá. Entre ellos dos trabajaban, ¿no? cuando él tenía una dificultad así, iba a consultar a su mamá, ¿eh?, ellos trabajaban aquí juntos, taban juntos, taban juntos, vivían juntos, pero como digo, juntos pero no revueltos porque no se hablaban, ¿me entiendes?, cuando ya entró la rivalidad. Ya no se hablaban. Y la última vez que | me lo dijo a mí, me lo dijo a mí, dice:
—Mira como me tiene esta pinche vieja —dijo.
Y le digo yo, le digo yo pues así como te lo digo, se lo estaba diciendo a él. Digo: —Terán, pero si tú puedes, hombre—.
Dijo: —Mira, si me hubiera dao cuenta antes —dijo— la había dejao a la pinche vieja así como estaba —dijo—, pero esta pinche vieja me, me dijo, me | se adelantó —dijo— ahorita ya no se puede hacer nada —dijo—, ya estoy esperando el momento —dijo—, mira, de esta ya… —Dijo— que concidencia, mira, ahorita tengo todo | tengo hasta cáncer, tengo todo podrido por dentro que [¿?] —dijo— yo pos voy, voy al médico, pero ya me dijo que tengo todo por dentro. Así es que ya estoy esperando el momentito —dijo—. Pero esto —y como decía él—, pero esto —dijo—, mira —como dice—, yo curo, yo curo, [¿y ella friega?] yo tengo la esperanza, yo tengo la esperanza de llegar al cielo —dijo— y yo no le guardo rencor a la vieja, me da coraje, pero no le guardo rencor, así como lo oyes —dijo—, no le guardo rencor —dijo—, porque… si yo le guardo rencor a esta persona…— | Ahí llevan a alguien, mira.
[Entrevistador]: Un difuntito.
[Don Luis]: Sí. | —Si yo le guardo rencor a esta señora —dijo—, no hay [¿?] para llegar allá. Pero si yo quisiera, mira, mira, Luisito, si yo quisiera, aunque me fuera al infierno, mira, le hacía sufrir a la vieja, antes de morirme. Y toy tentao con eso, pero no —dijo—, yo toy tentao —dijo—, pero como ya la veo muy cercas —dijo—, yo prefiero que Dios me perdone a mí y que la perdone a ella —dijo—, pero si yo quisiera, si tengo el poder todavía de, de darle a la vieja —a, a su esposa—.
Pues digo, no, el Terán tenía muchas, muchas historias, de su mamá, de, de él.
[Entrevistador]: Su mamá también curaba, ¿verdad?
[Don Luis]: Su mamá también.
[Entrevistador]: Entonces él aprendió de ahí de la mamá.
[Don Luis]: Él aprendió de ella. Unas oraciones tan hermosas que se sabía, unas oraciones que tan hermosas… Y él veía.
[Entrevistador]: ¿Y se sabe las oraciones usted?
[Don Luis]: No, no se me grababan, pos que no más las decía ahí ca-, cua-, cuando él hacía sus trabajos. Y siempre retiradito así. Retiraditos.
[Entrevistador]: Y el papá no, ¿no hacía trabajos?
[Don Luis]: ¿Su papá de él? No, no lo conocí yo a él. No más hablaba de su mamá. Él no, nunca hablaba na más que de su mamá.
[Entrevistador]: Y de Santa Ana.
[Don Luis]: Y ella era de Santa Ana. Pero sí, como te digo… muy conocido el, el Terán aquí en todo Guanajuato, ¿eh? Y tenía hambre, no tenían, no tenían por qué ser tan envidiosos, tenía mucho dinero el Terán, tenía mucho dinero, la señora tenía dinero. Se | pues que andaban en un carrito como ese que tengo yo. Sí tenían sus bue-, bue-, buenos, buenos carritos, buenos carritos.
[Entrevistador]: Entonces ¿de Carta, lo venía a visitar hasta acá?
[Don Luis]: Sí, sí. Este… el, el Pedro Terán, Pedro Terán era amigo mío.
[Entrevistador]: ¿Y cómo se conoció usted con él?
[Don Luis]: Mira, por medio de mi hermano. Mi hermano, porque lo conoció mi hermano, aquí a mi hermano, ya difunto, ¿no?, mi hermano, y por eso me lo presentó. A Pedro Terán, dijo: “Te presento a un amigo”. Y, por medio, pos que le gustaba también el béisbol. Ay, venía aquí a jugar al béisbol y todo eso, y él trabajaba siempre, no sé, siempre así, como yo, mira, ves como tengo los dedos así, los trabajaba así, siempre estaba ahí mira, como ves, mis manos así, mira. Quizás nunca te has fijao que siempre tengo los deos así. Y así trabajaba él, mira, así como, como ves mis, mis manos así. Y esto me critica, me critica la, la China, la China, porque la China se daba cuenta como trabajaba también el Terán. Y así. Y me dice la China “ya tas con, ya tas con tus, ya tas hacie- | tus mamaditas, como el difunto Terán”. Pero no, se me quedó eso, mira, así, él trabajaba así, mira, el Terán, así, con los dedos así, una cruz, así, media, formao así, ¿eh?, na más que él hacía así, mira, así, así, y era así y así empezaba a temblar las manos así, mira, las dos manos y, y, y se le abrían las manos así y se le juntaban así. Todo esto, | son cosas así muy por el estilo, ¿no? Pero… sí tengo muchos recuerdos del Terán.
[Entrevistador]: ¿Y usted agarró de ahí, del Terán, eso de la mano?
[Don Luis]: Sí, ciertas cosas, ciertas cosas que se le pegan a uno, ciertas cosas que se le pegan a uno, pero no, no porque yo le seguí sus pasos.