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Yo, mira, yo la vi, yo la vi a mi hermana, y si no que era ella. Mira, yo andaba en, en la ladera del cerro ahí allá, me gusta ir al cerro. Ahorita ya, ya no puedo [¿?]. Cuando yo la vi, mira, allá. La vi su | a lo lejos la conocía cómo se vestía y cómo caminaba, ¿eh?, y bajaba… bajó un arroyo así para abajo y yo me quedé allí sentao porque iba a bajar el arroyo pa pasar por aquí por abajo, "por aquí, tengo que verla", digo, "aunque no sea ella, pero es una persona que debe salir". Ni pa’rriba, porque onde estaba yo, se veía cuando iba a salir pa’rriba o iba a bajar pa’bajo. Me cansé de esperarla que saliera esa persona y me fui caminando… siempre sin perder la vista hacia el arroyo y la vista hacia el arroyo de arriba. Cuando yo ya llegué exactamente onde mira-, miraba to el, pa’rriba el arroyo o pa’bajo. Incluso el arroyito que sí hay del…de la Apestosa, que le nombran, no había absolutamente nada.
Algo sorprendente, como te digo yo, yo conocí el secreto, el secreto precisamente de lo que es el espíritu. El espíritu del, el espíritu del, del guardián de los, de los animales. El espíritu que estaba encarnado en el | como te digo | encarnado en el venado. Yo conocía cómo se podía de-, di-, distinguir el, el que era el, el que cuidador de, de, de las, de las be- | de los animales, ¿me entiendes?, yo pude distinguirlo. Porque no hace la cuestión de | esto era cuestión no perderle la vista. Había uno que era, como te digo, lo que era, lo que era natural, quien andaba cuidando aquí toa parte de la sierra, parte de la sierra que no, que no fueran a matar a los animales, porque había mucho venao antes. El venao bajaba hasta aquí, hasta aquí abajo, hasta la, la, la esperanza, to eso por aquí, bajaba el venao. Y esto, precisamente, había quién los cuidara, había quien los cuidara, y ese tenía la obligación de, de prohibir que, que les tiraran. Pero había el | lo que era el espíritu el venao. El espíritu el venao, el, el, el | también era cuidador. Ese se vestía igual que el, que el, que los cuidaba, pero ¿cómo sabías cuál era el, el verdadero? Era muy sencillo, el que conocía el secreto, había quedar-, quedársele viendo. Sin parpadear, quedarse viendo, de loma a loma, se le quedabas viendo a aquel, mira allá está aquel y aquel, yo sé que no más hay uno, ¿cuál de los dos es el legítimo? El que era el espíritu, se va | te le quedabas viendo fijamente y de tus | de tu vista desaparecía todo aquello como un espejismo y, y veías al otro. Ese era el auténtico.
Y entonces esto era lo que andaba haciendo yo, como te digo, andaba haciendo yo mis experimentos. Yo quería volverla a ver, a ver, ver si era, era mi hermana o no era, ¿me entiendes? Por eso a mí me gusta la, a veces la, lo que es la soledad del, del, del… Como te digo, la noche tiene sus secretos, secretos bonitos, hermosos, solamente quien le tiene miedo al, al, al campo, a la soledad, ese si no… pero cuando cae el ocaso, cuando cae ya el ocaso que viene el… digamos un vendaval o el airecito, cuando todo se mueve, así, que le ves figuras… pero estate allí y encuentras.