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Como cada quién despide a sus, a sus difuntos de una manera muy diferentes. Según Dios les dé a entender, ¿verdad? Mira, aquí, para aquí, la parte de aquí, de nuestras comunidades, aquí para abajo. Cuando se muere alguien, no lo velan como nosotros. Le ponen sus velas, sí, pero no los suben en una mesa, o muchas ocasiones, cuando no tiene uno, pos en el suelo y sus, sus velitas a los lados. No, aquí en El Rancho, aquí en las comunidades, digamos. Estamos hablando de Campo Sano, por estos rumbos por acá, lo, lo ponen en una silla, una silla, pero na más lo suben de la parte de arriba para que té volteando para, pa que té así, pa que no esté acostado, así viendo todas sus propiedades, sus tierras, sus parientes. Y acuerdo como va pasando la noche, y va llegando los, y va, va llegando el hermano, el primo, el compadre…, todos amigos así, le van dando vuelta y le hacen el pedimento, que cuide de su familia, que cuide de su, de sus cosechas y todo. Y así le van dando vuelta toda la noche. Ya para el amanecer, le dan vuelta, para que té viendo su casa, que es ya, se dice que es ya la despedida, ya cuando lo sacan de su casa.
Eso se me hace curioso, pero más curioso se me hace acá, pa estos rumbos de acá de Arperos, estos rumbos de Arperos. Acá lo velan, lo normal, lo normal, lo suben arriba de, de una mesa. Si no tienen, sino ponen dos sillas y lo trepan arriba y con sus velas. Lo que son cirios gruesos, para que aguanten toda la noche. En toa la noche no, no, no se ter-, no se terminan los cirios. Ni partes del día. Entonces, ya estos en el día, cuando ya van a partir a llevarlo al, al, al panteón, primero le dan una con las velas, le dan una paseada, le dan una vuelta a toda su propiedad que viene siendo puros | por estos rumbos se acostumbran muchos potreros, de piedra, estos rumbos para acá, luego de aquí, aquí para acá de Tulum para acá de, de León para allá, de, de ahí de León, Jalisco. Puros potreros y llevan al difuntito dándole vuelta los familiares. Cargao ya como si fuese una procesión. No van directamente al, al panteón. Y en cada esquina de los, de los d’esos, de las propiedades, van dejando una, van dejando una velita, lo que sobró de la, de, de todo lo que se fue gastando en la noche y el día. Ahí van, la van dejando en cada esquina de las propiedades de los potreros, van dejando una en cada esquina. Y eso tiene un sentido, tiene un sentido, porque sencillamente lo que significa, la, la luz, lo que dicen, pues dice “vela”, que es lo que nosotros entendemos “veladora”. Na más que allí diría yo, diría una palabra “velador”, porque según eso, le hace el pedimento a la… difunto: “Cuida de nuestras propiedades, cuida de nuestros hijos, cuida de, de nuestros animales… y por eso allí, van y ponen su velita y allí ta el velador, el espíritu, que le nombran, el espíritu velador pa que cuide de todas esas propiedades así. Y ya cuando se lo llevan, las velas ahí se quedan. Ya los familiares o amigos o algún vecino que quiere, que también el difunto pues cuide de sus propiedades, de sus animales o familia, ya lleva una velita y se la lleva a su casa, ¿me entiendes? La lleva uno a su casa, se la lleva a su casa, pero se la lleva encendida. Ya cuando dispués, cuando oye ruidos, una cosa extraña cerca de sus propiedades. Estos… |
Entonces, decían que, la velita se la llevan prendida, a su casa, pero llegando a la casa, la apagan, porque eso es una velita duradera, ¿me entiendes? Es una velita duradera, que na más cuando oyen ruidos, cuando hay cosas extrañas, dicen que prenden la velita y al prender la velita, dicen que se aparece, que se aparece una sombra en los, en los esquinas de, de, de los, de los postreros, que se aparece una, una, una sombra así, y eso es lo que le nombran | decían, pues esas pláticas son precisamente de don Odón, que decía que esas eran, eran los, los veladores, los veladores, los espíritus de, de los difuntos, pos ellos se protegían de esa manera, cuando se iban a una fiesta y que dejaban la casa sola. Allí estaba el velador, se le encargaba al velador.
Y esto se me viene a la mente precisamente lo que yo te platicaba de doña Ramona, cada quien despide a sus, a sus difuntos a su manera. No te digo que, doña Ramona, cuando se vino para acá para Marfil, pues eran | nosotros nunca, nunca hemos hecho eso, nosotros los velamos muy diferente. Y ella se lo | te platico yo que se fue a misa. Era una mujer grandota, hasta encorvada, así se encorvada la señora, toda de negro. Esa no usaba, no usaba rebozo, sino su chalina, y, y a comparación de don Delfino, se veía [¿?] don Delfino, pero un hombre normal. Entons, platicaba que esta | platicaba Rosa que cuando las misas eran tan temprano, aquellas todas las mañanas oscuras, siempre se iban los dos a misa, porque era una persona muy buenas, muy buenas la señora, él, tanto él como ella no hablaban groserías en su casa, como yo te digo, no era, no era un sagrario, pero sí eran personas muy bien tratadas, sabían expresarse y todo no con malas palabras. Pero ¿qué tal los vecinos, verdad? Pos ahí tenían al Chango Tomás y a la, la Rosa. Entonces, este don | ocuparon a este, a, a Gorgoño, era el que les arrimaba pues el agua, y muchas veces he mencionado eso del agua, en muchas pláticas, en mis platicas que a veces digo yo, que nos abastecíamos del agua de los pozos. Muchas de las veces, pero sí teníamos agua, en aquellos entonces había llaves, por eso estaban las pilas, había aguas, pero no había, no había aguas para directamente a las casas, había llaves, había llaves onde… | como en Guanajuato, en los callejones que había sus llaves, que aún, aún en algunas partes permanece en las bases de lo-, de loza o de cantera o de… | onde ponían hasta, onde ponían las ollas para el agua, así teníamos en aquellos entonces teníamos agua. Pero como el gobierno no tenía, no tenía ingresos, no tenía ingresos, porque era agua, era agua pública, el agua que nos atendía a nosotros en aquellos entonces en la presa de… de aquí de Pozuelos, pero como no tenía ingresos, se… | las tuberías se terminaron, se abujeraron, se rompieron, lo único que se les hizo fácil al gobierno, como no hay ingresos para, para el gobierno, cerrar las válvulas. Ya fue cuando nosotros nos abastecíamos de agua de los pozos. Nuestro Marfil, que aunque ya en ese entonces, estaba Marfil estaba quedando ya chiquito, la gente taba ingre-, taba yendo, yéndose por tos lados, a buscar la vida a otros lados.
Entonces, te platicaba de Gorgoño, era el que les arrimaba el agua a doña, doña Ramona, doña Ramona y a don Delfino, para lavar, para bañarse, ¿eh? Y había agua especial para, para beber en ese entonces. Entonces este, pos los estos hombres se encariñaron con el muchacho y ella | y ellos | y el muchacho con ellos, porque Borgoño lo decía, que lo que más le gustaba era su chocolatito que le hacían a don Delfino con su pan, se le da a él, él también alcanzaba, él desayunaba con ellos. Y el tiempo que tuvieron allí, pos se encariñaron. Y esta vez, que te digo yo, que iba | doña Ramona se fue a misa muy temprano, pos… se les hizo extraño que iba sola, iba sola, no iba con don Delfino. Entonces le dijo, le dijo Rosa:
—Bueno, ¿qué prisas lleva? —Cuando ya salieron de misa, dijo— ¿Qué prisa lleva, doña Ramona?—.
Dijo: —Ay, doña, doña Rosa —dijo—, que se me murió Delfino —dijo—, ahorita en la mañana —dijo—. En la primera de misa —dijo—, que tuvieron llamando —dijo—, se me murió Delfino y lo dejé allí —dijo—, lo dejé hasta muy envueltito —dijo—, porque era muy friolento—dice—. Ahorita voy a —dice— ¡ay!, voy a, voy a prepararlo—.
Pos claro que doña, doña Rosa no sentía que prepararlo para qué. Entonces dice que le dijo:
—Dígale a Gorgoño, a Gorgoño —dijo— al niño que vaya temprano pa que me ayude—.
Ya cuando le dijo Rosa al Gorgoño, se fueron luegos, vivía aquí enfrente, fueron luegos, fue a verlo | a verla. Lo primerito que la mandó fue a ver a don Antonio, que le decían el padre santo, el arriero. Porque él conocía a su familia de ella y de él, don Delfino. A avisarles que se había muerto, que le trajeran su caja.
Entonces, este, resulta que, pues la señora no abría la puerta. Se estaban encerraos adentro a su, a su manera de entender, ella, ella iba a entregar a su esposo, entons dicen que empezaron a barrer toda la casa, a arreglarla, a dejara bien limpiecita la casa. Cuando iban a tender, ya la cama onde se había muerto don Delfino, lo sacaron a don Delfino en el pasillo, en el pasillo lo sacaron y lo pusieron en una, una mecedora, en una silla mecedora, pero todavía estaba flexible, porque mientras se calentaba el agua, porque ella taba preparándolo a su modo, cosa que no hace uno, taban ca-, calentando el agua pa bañarlo. Ya cuando taba el agua calientita, no estaba, todavía no estaba rígido, no estaba, no estaba, todavía no estaba rígido. Lo sacaron, lo bañaron con agua calientita y dicen que le… platicaba, platicaba que le pusieron una bata, una bata se pone de dormir, pero blanca, le pusieron su bata a don, don Delfino. Se cree que era una bata mu- | era, era esa de ella, porque era… le quedaba grande. Todo, lo pusieron como un angelito, pero ella lo preparó, no lo puso como nosotros, que le | a siempre, a todos nuestros seres queridos les doblamos sus manitas, se las cruzamos así, se las doblamos así como en crucita, así en el pecho. No, ella no, lo puso con las manos así, con las manos así como… que… como queriendo recibir a alguien, así, o esperando así a alguien así, con sus manitas así a don Delfino. Ya cuando se lo quitaron, lo volvieron a regresar de la cama a la silla, cuando ya lo iba a entregar ella según su manera de entender, ya estaba rígido, ya, ya sentaban más de la esquina de la silla al, al, al, al respaldo de, de la mecedora. Ya lo acomo-, lo acomodaron entre ella y don Delfino | y don este, este, Gorgoño, doña Ramona y don Delfi- | este, Ramo- y este, Gorgoño. Entonces, dicen que le amarraron un listón blanco en la | su frente, aquí un listón y le hizo un nudito aquí, el moñito se lo hizo en la frente, ¿eh? Y ella se puso, dicen que se paró al lao izquierdo de él y le dijo a Gorgoño, dijo:
—Mira, abre el portón, pero no me dejes entrar a la familia, a nadie —dijo— hasta que yo entregue a Delfino—.
Pos el chamaco entendió… todo, taba, taba acatando las ordenes de doña Ramona. Abrió la puerta y pos no querían meterse sus familiares, dijo: “no”. Los familiares precisamente de don Delfino, decían que estaba loca, ¿eh? Pero familiares de ella, familiares de ella decían que no, que era su, su manera de, su manera de entender cómo iba a entregar a su, a su esposo, a su pariente y dicía Rosa, le decía a mi mamá, dice: “Mira, Chata, yo no era familiar de ellos”, dice, “como yo…, yo no era familiar de ellos, pa qué quieres que te echo mentiras”, dijo, “no”, dijo, “mira, de repente cuando abrió Gorgoño la puerta”, dijo, “se vino un perfume”, dijo, “tan hermoso, tan bonito, un perfume, tan delicado así”, dice, “pero de afuera pa dentro”, dice, dice, “y yo na más miraba a tos los que estaban ahí presentes de la familia, a ver si alguien taba echando, traía algún perfume en la mano, echando para… pa que oliera bonito”, dice, “no, ya na más cuando nos quedamos los que tábamos ya más cerquitas”, dice, “escasos tres o cuatro metros de diferen- | de, de, de la puerta a donde tenían a, a don Delfino”, dicen que lo vio, ella vio, lo primero fue la sorpresa, fue el olor, el, el perfume aquel, y luego, cuando lo taba entregando doña Ramona, que le dijo, dijo:
—La iglesia católica me lo entregó a Delfino, en, de, de matrimonio —dijo— y que hasta que la muerte nos separara —dijo—. Ya la muerte nos ha separado —dijo— y aquí está, aquí está Delfino, yo lo entrego. Lo entrego —dice— aquí está—.
Que lo entregaba, que en ese momento que dijo que lo entregaba, ella parao a un lao, dice que se le soltó, se le soltó el moño, el moñito se le soltó sin que nadie le… un hilito, para que le jalara, se le soltó y le cayó hasta acá abajo el moño. Y dispués daban, daban una explicación que si era precisamente lo que les había separao ya, taban unidos, taban unidos por, precisamente por, por el, por el alma, el cuerpo y la mente, que son tres cosas tan importantes: el alma, ¿eh?, el alma, el cuerpo y la mente, que taban unidos para, por, hasta que la muerte los separara. Hasta allí. Pero se creía que a don, don Delfino lo iban a enterrar aquí, a velarlo, las gentes así se tenía en la mente, pero resulta que no fue así. Los familiares, ya taban la, ya taba la carroza allí, lo metieron en su caja y a su casa y se fueron, y se fueron, se llevaron a doña Ramona, cerraron la puerta y nadien supo en qué, en qué panteón | se supone que en el de Santa Paula, porque todavía no existía el… el panteón aquí de, de Rocha, aquí de, de Rocha. El panteón nuevo.
Entonces… pasaron semanas y pos… doña Ramona nunca regresó así de momento, así a ver, a ver a su casa a sus cosas. Dicen que cuando pasaron semanas, fue cuando vino don este, don Antonio y le entregó la llave a esta, Rosa y le dijo, dijo: “Aquí está la llave”, dijo, “de la, de la casa allí”, dijo. “Y que dice doña Ramona que todo, que todas sus cosas se las regalaba a Gorgoño”, no a ellos, a Gorgoño, claramente dijo que a Gorgoño. Así es que, pos… en ese momentito que llevaron la llave, no estaba Gorgoño, no estaba el chamaquito allí, no estaba el muchacho allí. Era un año más grande que yo, estábamos chiquillos pues, ¿no?, era un año más grande que yo, en ese entonces. Así es que, pos ellos taban, na más estaba Rosa y estaba, estaba Tomás. Pos ahí le decían “el Chango Tomás” y a ella pos “la Changa Rosa”, que no les parecía, ¿verdad?, pero tomó la gente, decía: “que viene con el Chango Tomás” y que “la Changa Rosa”. Yo no sé por qué le decían a ella la Changa Rosa, una mujer tan hermosa. Porque ella era hermana del… del Canicas, de Lorenzo, que le decían “el Canicas”. Hermana de Marina, gentes de blancas y de, de ojos de color, unas gentes bonitas, ¿eh, me entiendes?, ella, ella, porque él sí taba prietito, su padre de él era tío, tío de mi, de mi mamá, era tío de mi mamá, era tío | taba prietita, parecía un changuito. A él, a su padre de Tomás le decían el, le decían el, Pedro “el Moñeco”, pero era, era tipo de burla. Porque él taba prietito, el padre de Tomás, el Chango Tomás, porque la difunta, la Mona, le decían Luz “la Mona”, esa también tenía ojos de color, esa era la monita. Y eso te voy a decir: tú las has visto, esas chama-, esas muchachas que están allí vendiendo los jugos, aquí en, aquí luego del panteón, ahí enfrentito, que venden jugos. Esas familias son gentes de, de, de, como te digo, de ojos de, de color, ¿eh? De allí venía el Chango Tomás, por parte de, de mi tío Pedro el Moñeco. Entonces, total que aquí le… cuando ya le entregaron la llave, se fue, se fueron ellos dos.
Y que dijo Rosa, le platicó a mamá: “¡ay, Chata!”, de dijo, “lo primero que pensé fue en las cobijas”, ya se venían los fríos, dijo, “las cobijas para los muchachos”, dijo, “que vienen los fríos”. No, pos que cuando entraron, le dijo:
—Ándale, Tomás —le dijo—, acompáñame —y ahí van.
Pos… que lo primero que van viendo que le dijo, ya le había platicao Rosa cómo, cómo habían acomodao a don Delfino en la mecedora. Dijo:
—Mira —dijo Tomás, dijo—, pa que te lleves la mecedora —dijo—, la silla pa que descanses cuando vengas de trabajar—.
Pero como era muy insolente, dijo:
—No, yo en esta chingadera no me, en esta chingadera no me voy a sentar y si me la llevo es porque la voy a hacer leña pa quemarla—.
Allí ya fue un riegue que la dijo, porque como te vuelvo a repetir, no era un sagrario, pero en esta familia no hablaban groserías allí, allí. Así es que se entraron, los, los hombres que entraron se fijaron en la cocina que estaba vacía y entraron en la recamara onde se quedaban ellos, lo mismo, no vieron nada y allí volvió la iso-, la charla insolente, dijo:
—No —pero fíjate lo que dijo, dijo—, no —que le dijo, así le platicó la Changa y así te lo platico yo, ¿no?,dijo— no, esta pinche vieja nos engañó—.
Y era | y no era así, no los engañó a ellos, porque las cosas no se las estaban regalando a ellos, se las estaba regalando a su hijo, que ya tando en su casa, ya sabría a quién se las repartía, ya sabría quién se quedaba en su cama o quién usaba sus muebles. Pero no, el regalo no era para ellos. Así que salió el Chango, que hasta se olvidó y dejó la silla allí, se salió muy molesto porque los | porque doña Ramona los había engañao, se supone que a la Rosa, a Rosa y a él. Dijo “nos engañó”. Y allí esa parada no cabía, porque a ellos no les había regalao nada. Y en eso, y no estaba Gorgoño, Gorgoño no estaba enterao de nada, sino hasta cuando volvió, dispués de semanas, que taba malita regresó doña Ramona por, porque ella cuando les trajeron la llave, les dijo: “lo único que quiero que me guarden”, dijo, “es mi fajilla y mis, mis cubiertos”, dijo, “yo dispués, dispués voy por ellos”. Y la señora cuando, cuando, cuando llegó por ellos, Rosa le explicó y… siquiera, ni siquiera se enojó la señora. Dijo: “No”, le dijo Rosa, “pos alguien los ven-, pos alguien los necesitaba. No”, dijo, “no te preocupes”, le dijo Ro-, le dijo doña Ramona, “no te preocupes, señora Rosa. Pos alguien se metió que los necesitaba”, dijo, “pos ya ni modo”, dijo, “yo todo quería para Gorgoño”. Todavía le repitió que era para Gorgoño.
Pero ese día sí estaba Gorgoño, Gorgoño sí taba en la casa. Por eso, Gorgoño cuando llegaron, porque vino con un | vino en un carrito con… | en un carro y, y un familiar. Dijo: “présteme la llave”, dijo, “voy a pasar a | para enseñarle la casa donde vivíamos, donde murió este… Delfino”. Ya claro que estando Gorgoño allí, pos se fue con la que era, venía siendo, venía siendo su patrona, que convivía mucho tiempo con ella allí, el tiempo que vivió la señora, que entró con ella, ¿cuál sería la sorpresa? Que todo estaba igual, como, como si nadie había… | todo estaba igual, la cocina estaba con todo. Entonces, pos po lógico que no, no vieron nada, porque no se los habían regalao a ellos, ¿eh? Y esto se me viene a la mente | porque yo a veces no es que revuelva las pláticas, se me viene a la mente lo que me platicaba el difunto Terán, que el espíritu cambiaba las cosas y yo decía “pos cómo que… también que cambia las cosas si, si aquí tamos haciendo el abujero y que lo cambia por allá y que la envidia y que todo… Decía el Terán que porque la gente era envidiosa, o había gente extraña que no, que no tenía que estar allí, y exactamente, eso se me viene a la mente que ellos no tenían que haber estado ahí en ese momento. Tenían | y, y si vieran estao allí, pero tenían que tar presente de Gorgoño, aunque fuera su papá y su mamá, pero Gorgoño tenía que tar allí, y no estaba Gorgoño. Incluso desde el tiempo que ellos tenían la llave, nunca le comunicaron al chamaco que… que, que ellos tenían la llave y que les había | doña Ramona les había regalao to lo que tenían allí.
No, pos ya entraron, entraron y ya le dijo: “Mira”, dijo, “mira Gorgoño, todo la | mira”, dijo, “todas las cubetas, todos los trastes, todo lo que ves en la cocina, incluso hasta el carbón, todo llévatelo pa tu casa”, dice, “mira, todos los muebles, todos los muebles que tenemos, llévatelos… la cama”, dijo, “todo, todo lo que ves”, dijo, ”nada más”, dijo, “lo que sí me voy a llevar son la, la fajilla”, dijo, “y mis, y mis cubiertos”, dijo, “sí me los voy a llevar”, dijo. “Pero te tengo una sorpresa”, dijo, “te tengo una sorpresa”. Que en un mueble, tenían un puerquito, pero no un puerquito chiquito así, un puercote así gradote, mira, que era una alcancía, así grandotote. Pos ahí le echaba don, don, don Delfino y le echaba ella sus moneditas a | entons, pos pura plata, le echaba Gorgoño allí, al, al puerquito, más bien. Así es que le dijo “llévatelo”, dijo, “este, este era un regalo que te, te íbamos a hacer”, dijo, “entre mi difunto esposo y yo”, dijo, “así es que llévatelo”. No, pos Gorgoño fue lo primerito que agarró, pos le dio bien harto gusto y lo sintió bien pesao, el puerquito ya taba bien, bien gordito. Se lo trajo a su casa, porque vivía enfrente, aquí donde vive mi hermana. Allí vivía, ¿no?, pos este… nadie lo vio, lo escondió, escondió el puerquito, no sé cómo pero él lo escondió. Y quizás hasta con ayuda de, de don Delfino pa que no le vieran su puerquito. Y empezó a carrear las cosas y le dijo a su hermano, que se llama Manuel, el más chico, que le ayudara. Pero allí estaba el Chango Tomás, allí estaba su papá y ya fue cuando le dijo:
—Mamá —dijo—, pos dígale a mi papá que me ayude. Que mi | que doña Ramona me regaló todo—.
Y todavía el Chango Tomás se resistía y decía: —Pero qué chingaos —decía—, qué le… —.
Dijo— no —le dijo —tú estás… —le dijo Rosa, dijo— ya tan acarriando la hacienda, acarriando las cosas los muchachos—.
—Pero ¿cómo?
—Que sí —dijo—, ándele pa que me ayude, que me ayude a desarmar la cama —una cama muy bonita de, de latón— y los muebles que taban más pesaos—.
Pos ahí va el Chango, pero ya se, ya se limitó, | pero ya se había ido doña Ramona. Ya le dijo “mira, la llave se la dejas a tu mamá”, dijo, “para dispués cuando… yo mando por ella o cualquier cosa”, dijo, “y lo que te sirva, lleva todo”, dijo, “y lo que no, lo quemas”. No pos al entrar, al entrar el Chango, pos el Chango Tomás va viendo la cama, ¿cómo es posible que se desapareció? O sí… como dijo aquel, como dice el dicho: “A ciegas mero a santa Inés”. No vieron nada, no vieron absolutamente nada y allí estando todo. Así es que llegó el Chango Tomás y que va viendo la cama y le decía la Rosa:
—¿Pero cómo puede ser? —dijo. Dice— Pero yo —dijo—, yo… —dijo— | de seguro esta Rosa…—.
Dijo: —Pos no ves que yo taba más cegatona que tú, pero que no había nada —dijo—, yo hasta me metí —dijo—, y no había nada —dijo.
—Pos por eso taba, taba molesto—.
No, pos ya se trajeron todo, todas las cosas hasta | pos harta tenía cubetas de fierro, entonces no se usaba el plástico, sus cubetas de fierro, todo, el carbón, todo. Y hasta las sillas se, se trajeron. La que pensaba ser la leña. De momento no encontraron dónde ponerla, la pusieron en el corral. Ahí pusieron la silla, pues ahí los chamacos allí se… allí jugaban con la silla.
Entonces me recuerdo cuando se vino aquel, aquella propaganda… | Porque él, sus deseos de él, más que le tenía desconfianza a su papá. Aparte que tomaba, pos… no le tenía mucha confianza el Gorgoño a su Papá. Por eso no les decía del puerquito. Sus, su deseos, que tenía él, era comprarse un pantalón de, de cintura y unos zapatos bonitos, porque en esa edad a todos nos compraban puros pantalones de peto, todos los chamacos andábamos con pantalones de peto, ya había alguno que otro muchacho que ya traía sus pantalones de, de cintura, bonitos con su cinto y todo. Entonces, andaba | vino una | andaba una propaganda, que del Ajax, el jabón ese, Ajax, que decía que “remoje, exprima y tienda”, pos se compró | pero no venía en bolsas de plástico, venían en cajas, en cajas muy bonitas de… de cartón muy bonitas y allí decía, allí con todas sus letrotas decía “remoje, exprima y tienda”, ¿eh? Así es que, pos la Changa Rosa, pos en un Tonel, empezó a acarrear agua con los muchachos y… y ella, acarreando agua pa echarle agua al tonel, ahí le tarracó tos los pantalones al Chango Tomás. Todo lo que tenía sucio lo echaron, todo… y de los muchachos, todo, órale. Le dio su tiempecito, normal, no lo metió y lo sacó, pero sí tenía, tenía otras cubetas, tenía otras cubetas para… pa enjuagar sí pensó, dijo, también que exprima, saque y tienda, ¿no? Iba a enjuagarlos. No, pos la sorpresa que se va llevando que todas las | toda la ropa estaba pinta. Pos esta se le ocurrió echarlas… | echó las, echó las faldillas allí, que eran de, de, precisamente eran de franela roja y echó el zagalejo, órale, pa dentro de la… | Y era un jabón especial, no te digo que en aquellos entonces había jabón de Teja, era una piedra, pos le daban un, un | pos se parecía Jalea, que se llamaba… lejía, pero, para, pa que hirviera, pa que hirviera. Y este jabón sí, efectivamente daba muchos resultaos y quitaba la | aflojaba la mugre. Pero quedó toda la ropa pinta, toda roja pinta, que no taba | toda pinta así. No, pos la primerita fue esta… sí se empezó a llevar las cosas la, la Changa, con las cubetas con los muchachos, dijo: “vamos hasta el arroyo, hasta la… bajo la presa de Los Santos”.
Taban unos charcototes de pura piedra así bien bonitos y enjuagaron y tallaron y to bien preocupada porque qué iba a decir el salao, que así le decía ella: “¿Qué me va a decir el salao Chango?” y “¿qué se va a poner, no se las va a querer poner así” pos parecía un, un payasito. No, pos no, no pudo. Ya ¿pa qué se llevaba la demás ropa a enjuagarla si ya no se le quitaba lo rojo? Que no pinta la… | no, pos tenía la, la más chiquita, que era Aurora. Y pos, y la Changa repitiendo aquello “¡Ay, Dios! ¿Qué me va a decir el salao Chango?” y pos la niña taba oyendo, que por los, los pantalones. No, pos llegando el Chango, lo primero que le dijo Aurorita, la más chiquita, le dijo:
—Papá —dijo—, mire cómo han quedado sus pantalones—.
Pos al ver los tendederos y taban todos los pantalones allí, na más los que traía puestos: —¡Ay!, pero cómo, hijos —con sus, sus maneras de, de hablar—, pero ¿qué voy a ponerme?, ¿cómo hijos voy a salir así al trabajo?, pero Rosa…
—Pos yo qué sabía...
—Pero no, que hubieras seleccionado, no hubieras echao las faldillas allí, ni el zagalejo.
—Pos ya… si ya, ¿qué le hacemos?—.
Pero to eso lo estaba oyendo Gorgoño, su hermano, el, el chamaquito más grandecito. Taba oyendo todo aquello… de que, pos sí, que estaban todos molestos por, por lo que había pasao. Rosa se sentía, pues, culpable. Pero a la vez, pero a la vez, pos el Chango Tomás, ya qué podía hacer. ¿Ya qué podía hacer la Changa, la, la Changa Rosa? Entons fue cuando allí, precisamente, allí fue cuando se acordó Gorgóño y le dijo:
—No, papá —le dijo—, no se preocupe —dijo—, no se preocupe.
—Pero ¿cómo no me voy a preocupar?, ¿cómo voy a ir a trabajar así?, ¿cómo voy a ir a trabajar así?—.
Porque todos los pantalones que se había traído de don Delfino le quedaron los zapatos. Este sí estaba muy agradecido este, Tomás, le quedaron todos los zapatos y le quedaron los zapatos y le quedaron algunas camisas, de don Delfino, no todo quemaron | los zapatos. Porque el que vino, aprovecharon toda la | la mayoría de ropa fue mi tío Nicolás. Tenían el mismo cuerpo de don Delfino. Pero el Chango aprovechó los zapatos y unas que otras, unas otras cosas que, que sí le quedaban. Y eso no porque, no porque la ropa se la dieron a mi tío Nicolás y a mi tío Mercé, porque eran primos, mi tío Mercé y mi tío Nicolás y, y… primos también del Chango Tomás. No porque se la regalaron, se las vendió, el Chango Tomás, el abusivo, se las vendió. Entonces fue ya cuando Gorgoño le dijo, le dijo:
—No—dijo—, mire papá, yo le, yo le doy para que, para que se compre un pantalón—.
Dijo: —Pero tú, ¿de ónde?—.
Dijo: —Yo sé, yo tengo…
Cuando se metió y… se metió, que tenía debajo de su cama o no sé ónde tendría por ahí el puer-, el puerquito. No era un puerquito, era un puercote, así grandotote, lo sacó y pos que lo agarró el Chango:
—¡Ay, hijo de la canija! Ta bien pesao—.
Pos ya lo agarraron y lo que, lo quebraron después, que era un montonazo de puras monedas que tenía ahí. No, pos el, el mismo, el mismo Gorgoño salvó a su papá pa que no saliera a la calle como, como payasito, se fueron a Guanajuato, le decía: “Nos fuimos a Guanajuato, Chata”, le dice, “mira, le compramos sus | lo que él deseaba, le compramos su pantalón de cintura a Gorgoño, sus zapatos, se compró sus pantalones el, el Chango, canijo, más salao, el Chango”, dijo, “le compramos a los muchachos zapatos”, dijo, “y trajimos provisión pa toa la semana”, dijo, “y to y nos sobró un puño de, de centavos”, dijo, “¡cómo querían a mi hijo!”, dijo, “¡cómo lo querían doña | estas familias ahí!”.