Historia de la familia Guerrero

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Había un señor que se llamaba Ricardo… se apellidaba Guerrero, su esposa se llamaba… Arnulfa. Entonces, un hombre trabajador, una pura vez se fue al norte. A mí me tocó la suerte trabajar, yo taba mu jovencito, de a tiro, en el año 57, me tocó ir a trabajar ahí a, ahí a, aquí a la mina, abajo del Siglo XX. Allí se llamaba la mina San Martín Alcántara, allí. Allí trabajamos juntos. Allí, con Ricardo Guerrero. Decía que era pariente de mi papá, pero mi papá nunca me lo mencionó que fuéramos parientes. Un hombre grandotote, no estaba gordo de la panza, estaba cuadrao el hombre, grandotote. Pero muy trabajador, muy inteligente. Trabajaba también la… la esta, la obrajería. Sabía, sabía, sabía trabajar la lana, sabía teñir la lana. Y tenía sus vaquitas allí, mira, las vaquitas que tenía allí.

Mandó hacer una presa, ahí en la canal, una presa al lao de abajo, que todos se sirvieron en ese entonces, mandó a hacer una presita, no una presa grandote, pero sí como unos tres metros de, de altura. Y de allí mandó el agua pa’l lao de abajo de su casa, por gravedad na más abría las válvulas y, y llegaba el agua a una, una pila grande en su casa, una… un quicio, una pilota grandota a su casa allí, un depósito. Y de allí, la mandaba más p’arriba para onde tenía sus vacas y tenía y tenía sus, sus… | onde lavaba su familia, onde se bañaban, todo. Porque era un agua bien limpiecita. Ya la gente, pos evitaba, la que estaba más cerquita ahí del callejón, se evitaba eso de ir a la | hasta allá hasta la…, hasta la pre-, hasta el canal o a la presa. Pos de allí agarraba agua, pos con la autorización de ellos, pos el portón lo tenían siempre abierto, pa que la gente agarrara el agua de allí. Y esta la vendían | y esta la aventaban p’arriba con una bomba, la que ya tenía más arriba, con una bomba de gasolina. Una bomba chiquita de gasolina. Pero este, pos de mecánica, pos no sabía nada, me imagino. En Estados Unidos aprendió a manejar, allá, pero… pos de mecánica, de la bomba, no, no, no sabía nada. Él, mientras la bomba taba funcionando todos, todos felices, tu familia, los vecinos, tenían agua. Y tenía agua, bastante agua pa sus vacas. Entonces, a él le arrimaban la alfalfa, en, en burros, para, pa, pa sus vacas allí. Y él tenía las ilusiones de una camionetita, de una camionetita. Llegó, llegó ese día, ese momento en el que le escompuso la bomba. Y se topó con uno, se fue y le llevó la bomba al grandote, la enredó en un, la enredó en un costal y se la llevó en el camión hasta Silao, porque decían que le, le, le recomendaron un, un, un…, un d’estos, un mecá-, no mecánicos, son d’estos que… componen las bobinas y toda esa cosa así, que recuperan las bombas. Hasta allá llevó la, la, la dichosa, la dichosa bomba, hasta allá. Y le tocó un maestro que, tan hon-, tan honrao, porque no era de los sinvergüenzas que dicen: “Déjemela aquí” y luego… no le hace nada a una cosilla tan simple. No, no, dijo:

—Ahorita se la arreglamos —dijo—, han de ser las, las, las bujías —dijo.

—Ya le revisó las bujías y las bujías están buenas —dijo.

—Han de ser los carbones —Y de inmediatamente la, la abrió y— mire, estos son los carbones que ya se le acabaron —dijo—, ahorita se la arreglamos, ahorita—.

En término de que plática y plática, se le arregló la bomba y le dijo:

—¿Desde dónde viene?—.

Dijo: —De Marfil —dijo.

Dijo: —Ah… ¿y en qué se la trajo?—.

Dice: —En el camión—.

Dijo: —Ah… Pues eso es un poco... medio…

—Pos tá chiquita —dijo.

—Pos es muy pesada—.

El hombre estaba grandote, ¿no?, entonces ya le dijo que se había de comprar una camionetita… se había de comprar una camionetita y le dijo él:

—Pos sí —dijo— pero si traían una cuenta baratita por ahí…—.

Dijo: —Mire, yo le voy a recomendar una si quiere, le recomiendo una persona que está vendiendo unas camionetas. —Entonces le dijo:— Yo le recomiendo uno —dice—, mire, aquí p’abajo onde tá el panteón, hay una comunidad que se llama los Medranos —dijo—, aquí p’abajo, del panteón p’abajo —dijo—, hay, hay una comunidad, un ranchito —dijo—, que se llama los Medranos, y ese hombre está vendiendo camionetas —dijo—. Un hombre muy… tiene mucho, mucho dinero —dijo.

El hombre llevaba centavos aquel, aquel… este, Ricardo, y se fue. Y se fue a buscarlo hasta allá. Le tocó una suerte, que se topó con el patrón, y ya le dijo:

—Hombre, patrón, pues ahí vengo a ver si puedo comprar una camionetita, si es que vende unas camionetitas —dijo.

—Te las vendo, vendo, vendo todas —que tenía bastantes camionetas allí.

Pero tenía una, una camioneta tan viejita, que parecía que… parecía como dijera… con su cabina media cuadrada. Me acuerdo de esa camioneta, cuadrada. Dijo:

—Mira —dijo, le dijo—, esta camioneta que la ves así de viejita, esta nada más la usaba mi esposa cuando iba a la, la, aquí al centro a Silao a comprar la provisión. Esta no ta trabajada—.

Y tenía un zumbido especial, y eso me hace recordar cuando tenía el doctor Virgilio la, el, el, el ratón, que le nombraban, su carrito, el MG y así ese, ese carrito. Zumbaba como, date cuenta, como un tractor chiquito, como un tractor. Pos… yo digo que el precio no se lo había dao muy caro, la compró la camionetita, dijo:

—Ándele pues—.

Dijo: —Este le gustaba mucho a mi esposa —dijo—, le gustaba mucho esta camionetita —dijo—. Pero ya no… ya mi es-, ya mi esposa murió —dijo— y, y este recuerdos que tengo de mi esposa —dice—, cada vez que veo la camioneta, me recuerda mucho —dijo— y pues, quiero deshacerme de ella —dijo.

Entonces, hicieron el trato, ya cuando fue por la camio-, cuando fue por su bomba, ya llegó. Se había enseñao, se, se había enseñao a manejar en Estados Unidos. Ya se… | ya llegó Ricardo Guerrero ahí con el maestro en Silao, ya al taller. Ya llegó con su camionetita. Y el mismo maestro le dijo, dijo:

—Esta camionetita na más la usaban pa cuando venían, cuando venían aquí al centro a comprar las provisión —dijo—. La camioneta ta bien buena—.

Y el mismo patrón, con tanta voluntad, dice que hasta tenía los garrafones de, de gasolina, le, le llenó el tanque de gasolina y la camionetita. Dice:

—Ándele, pa que, pa que alcance llegar hasta allá —dijo— y…

—No hombre, la camioneta está buena.

No, pos él venía bien emocionao, bien contento con su camionetita, ya subió su esto y llegó… | Así es que, pos te imaginas toda la famila… ¿quién tenía camioneta por ese enton- por esos rumbos ahí? La, la, la bolsa. Así es que entró Guerrero, estaba el último que vivía, hasta mero adentro entró Guerrero con, con su camionetita y pos su familia, ¿verdad?, pos a asomarse, a asomarse a ver, pos que ya llegó en camioneta Guerrero y todo y… ya le hizo, ya con el tiempo le hizo su rampa, una rampita pa subirla más arriba, porque él tenía la huerta de este lao y la huerta de aquel lao de allá. Tenía ver- | fruta de toda y de todo… cualquier espacio que tenía, sembraba alfalfa. No… pos sí es | todos felices, contentos. Y de esa camioneta se iba hasta las alfalfas, que era de, de, la propiedad de Ramsay, de Bobbie Ramsay, que ese ta enfrente de aquí, los campos de, de Santa Teresa, enfrente, donde le nombran los Pinos, o más bien, ahí la Quinta. Toda esa propiedad de, de… | y todavía se siembra mucha alfalfa ahí. Que era propiedad de Ramsay, Bobbie Ramsay, no sé ahora de quién serán los dueños. Hasta allá se iba y ya no le compró alfalfa al alfalfero, hasta así, él traía su alfalfa, compraba rastrojo por ahí p’al cerro con su camionetita. Total, que él feliz.

Pero el tiempo, el tiempo que ya la tenía allí, una ocasión, bajó la | una de sus hijas, la segunda de, de Juan, que porque Juan era | la segunda de Juan, porque cuando se fue por allá a, espérate, cuando se fue por allá, a comprar allá… allá, él se fue solo y en esa camioneta se enseñó Juan, su hijo. Entonces este… tenía una hija, la más grande | bueno, jovencita, pero grande, taba… su familia grande, grandotota, no panzona, no, no, no, grandotota, como él y Arnulfa también era grandota. Así es que bajó esta, Mariana, se, se acercó cercas, donde tenía la camioneta, y al tar cercas a la camioneta, Mariana vio que la camioneta se estaba moviendo. Se movía la camioneta así, se movía la camioneta. Pero no se asustó, porque dijo: “No”, dijo, “ha de estar mi hermano, mi hermano adentro de la camioneta o mi papá”, porque ya taba cayendo la… taba cayendo la tarde. Y entonces… cuando ella se subió y vio a su papá y vio a este, a, a su hermano, a su hermano este, Juan, dijo:

—¡Ah! —dijo— Yo creía que taban en la camioneta, cualquiera de los dos —dijo—. La camioneta se está moviendo.

—Pero ¿cómo?

—Sí, digo, se está moviendo. Así se mueve—.

Ya bajaron los dos, bajaron y la vieron la camioneta y dijo:

—No, hombre, son emaginaciones tuya, hija —dijo—, ta, la camioneta ta cerrada.

Ya quedó, les quedó con una espinita a toda la familia. Les quedó una espinita de por qué se movía la camioneta. Entons, pasaron los días, no fue al día siguiente, pasaron los días, cuando le tocó a la muchacha más chica, que era Mike. Pero como ella ya tenía en la mente y lo que había dicho su hermana, de que la camioneta se movía, pos esta al, al bajar, al andar cercas a la camioneta, que tenía una parte abajo así, pos que empieza a moverse la camioneta y esta sí empezó a dar de gritos. Y, pues fue tanto el susto que no podía ni moverse, y gritos y gritos y que “¡ay, ay!”, pos salieron todos. Toa la familia salió, pues cerquita, No… | así, está la casa así:

—¿Qué pasa?, ¿qué pasa?—.

No, esta sí gritaba: —Que la camioneta se está moviendo—.

Pos claro, que ya cuando ellos llegaron, que la camioneta ya no se movió. Pero ya habían… | ya eran dos… Y era Mike y era, era Mariana y era Mike. Allí fue cuando tomó cartas en el asunto Guerrero, dijo: “No”, dijo, “lo que pasa”, dijo, dice, “es que algo pasó aquí, algo, algo extraño…”, dijo, “¿sabes que lo que vamos a hacer?”. Dijo: “Vamos a | voy a llevar la camioneta a que la… que el señor cura le, le, la, le dé, | la, la vendizga, que le eche su agüita bendita”, dijo, “que me la bendice el señor cura la, la camioneta, porque algo ta raro”. Dijo: “¿Cómo es que mis dos hijas vieron que se mueve la camioneta?”, dijo, “pero antes de llevármela”, dijo, “le voy a arreglar el asiento”. Porque ya cuando la compró dice que ya traía un, un d’este, pos un cobertor en el asiento, no tenía abujeros, pero tenía trozadas así el, el asiento del, del allí, donde se sentaban, tanto donde, donde se sentaba él, tanto donde el copiloto, ya tenía… re- | rompidas así, no abujeros. Entonces este, po sacó medidas y todo, porque como te digo, era muy inteligente el hombre. Compró lona, compró la lona y la tiñó de esto, de negro o no sé, de algo así él platicaba, para, para arreglar el sillón, para así ya llevarla y traérsela al señor cura para que se la bendiciera, para que se la bendiciera. Cuando este quitó el sillón, dice que entre los resortes encontró un paño, un envoltorio de un paño rojo, encontró un paño allí. Dijo: “Ah, caray, este paño qué hace entre los resortes aquí… de, de la camioneta”, y al abrir aquello que, que, que, aquel paño, encontró unos aretes, un collar y un anillo, un anillo. Y a la vista, al portador, como decía Guerrero, eran de puro oro. Y además las piedras, y él se dio cuenta que las piedras eran, eran diamantes, tan solo el, el de su anillo era un diamante. Él se daba cuenta, dijo: “Estas, estas piezas valen | son carísimas”. Y entre él y su, su esposa pensaron de una manera. Dijo:

—No —dijo—, mira Ricardo —dijo—, si tú te vas a, a, a buscar que te las valo-, alguien te las valorice en una joyería —dijo—, probablemente hasta sean robadas —dijo—, te vas a meter en problemas—.

Y los hijos, claro que Juan y Mariana y todos, pos decían:

—No, papá, pos hay que venderlas —y que todo eso—.

Y él y su señora pensaban diferente. Le entró el miedo, porque Guerrero era un hombre bueno. Total, que él tenía miedo, como le decía a mi papá: “Mira, yo los escondí en un lao, las escondí en otro, pa que mis muchachos no fueran a agarrarlas, para que no fueran a garrarlas aquellas, aquellas cosas”, dijo. Dice: “Pero yo tenía la mente así, si nisiquiera pensaba regresarlas, pero no sabía qué hacer con ellas”, sino hasta cuando se las trajo, que vino, pa que el señor cura fuera y le bendiciera la camioneta, le enseñó to lo que le había encontrao. Dijo:

—Mire —ya le bendició la |— te, tengo | mire lo que encontré —dice—, le arreglé su asiento de la camioneta, mire lo que encontré, señor cura, aquí adentro, mire este paño con estas joyas aquí—.

Y el señor cura, te imaginas, pues, le dijo:

—No, Ricardo —le dijo, dijo—, ¿tú tas contento con tu camioneta?—.

Dijo: —Sí, señor cura, estoy contento con, con mi…—.

Dijo: —¿Y el costo de tu camioneta lo pagaste con gusto?, ¿la comprastes con gusto?, ¿no se te hizo cara?—.

Dijo: —No se me hizo cara —dijo—, toy contento—.

Dijo: —Entonces —dijo—, mira, estas no te, estas no te pertenecen a ti. Estas tienes que regresarlas a su dueño y se supone que, que el dueño que te vendió la camioneta es el dueño de estas, de estas joyas —dijo—, son, esas piedras son finísimas —dijo, dijo—, así es que mira, yo te recomiendo pa que no te metas en problemas, regrésalas—.

Pos este lo pensó, lo tuvo pensando muy poco tiempo, no. Dice que agarró a su hijo y dijo: “Mira, vamos a Silao”. Nunca le dijo “voy, voy a regresa-, voy, voy a regresar las, voy a regresar las, las, las, las joyas” que se había encontrao allí, no, se las llevó, se las llevó al patrón, y como la camionetita tenía un zumbido especial, le tocó una suerte de toparse de vuelta con el patrón. Porque el patrón oyó la, oyó la | conocía el zumbido de su camioneta. Dijo: “¡Ah, caray!” y al verlo, salió el patrón y le dijo:

—¿Qué pasó? —dijo— ¿ya me la vienes a regresar?—.

Dijo: —No, patrón —dijo—, no se la vengo a regresar —dijo—. Le traigo algo, le traigo algo que encontré en la camioneta—.

Dijo: —A ver, ¿qué es?—.

Y para eso, que conforme sacó el paño, al patrón no le interesó lo que andaba dentro. Lo que se, se afasó fua al paño. Dijo: “¡El paño!” Pero dándole tanta importancia al paño. No lo que llevaba dentro. Dijo: “¡El paño!”, dijo, “¡el paño!, ¡ese paño yo lo conozco!”. Entons resulta que el patrón le platicó toda la historia al, al Guerrero. Dijo: “Mira”, dijo, “mira”, dijo, “cuando… |”. Que el, el hombre no tenía, tenía, tenía su casa allí, tenía sus camionetas, sino tenía hasta un establo de la parte de abajo tenía muchas vacas. Tenía un establo donde entraba cantidades de dinero y decía que cada mes o cada quince días, su mujer venía a depositar a Silao, al banco todo el dinero que se juntaba de la, de la, de la venta de la leche, de la venta de animales y todo. Pero cuando hacía eso, la mujer | de allí hablaban por teléfono al, al, al taller. Un taller mecánico, onde había un muchacho, que siempre traía un paño amarrao en el pescuezo, y que ese le tenían tanta confianza, el patrón como la, como su esposa, para que fuera. Que el día que iba a depositar el dinero, el, el dinero, se sentía confiada en esa instancia de los, de los, los Medranos a, al centro de donde [¿?]. Se sentía confiada, se sentía apoyada así. Pos resulta que, cuando empezaron a hablar, pos que le hablaron al, al, al taller porque este muchacho vivía enfrente del taller mecánico y le hablaban por teléfono y decía “no”, dice, “mire, tiene ya, tiene como quince días” dijo. Dicen que se fue, sus familiares dicen que se fue a Irapuato, a trabajar allá en un taller mecánico a Irapuato, “a ganar más de lo que yo podía pagarle”, dijo, que allí taba ganando muy buen dinero allá en Irapuato, dijo, “y que se fue”. Llamarlo, lo llamaban y lo llamaban y lo llamaban y lo mismo el mecánico. Decía: “Mire”, que le decía el patrón, le decía al patrón o a la patrona, “déjeme, déjeme ahorita mando un muchacho pa que vaya a su casa, aquí ahí enfrente, a ver si ya llegó”. Y la familia le decía, dijo: “Se desapareció”, dijo y que se fue a Irapuato a trabajar allá. Y todo esto, taba en un plan que tenía este hombre. Era el único que usaba un paño rojo en el pescuezo, ¿me entiendes?, y cuando encontraron a la señora, la encontraron estrangulada en el camino, porque la estranguló y le | se llevó todo el dinero. ¿Cuál sería la razón que no se llevó las joyas? Sería por miedo a que eso, con eso lo descubrieran, por eso no tuvo más tiempo que las metió entre el mismo, el mismo, la misma camioneta y las metió entre la, entre la camioneta. Entre el abujero, la rendija, las metió en la misma camioneta, y, y le estranguló a su esposa. Y en todo esto, le platicó toda la historia el patrón. Y él le dijo:

—Toy agradecido —dijo—, porque hoy sí sé quién mató a mi esposa —dijo—, nadien | que ese paño lo conozco yo, ese es el único mecánico, muchacho —dice—, que lo culpábamos y que usaba ese paño en el pescuezo —dijo—, ese —dijo—, y toy agradecido. —Y le dice así:— En agradecimiento, en agradecimiento —dijo—, te voy a regalar esa camioneta, mira. Otra camioneta más nueva. —Una camioneta, | porque no tenía na más esa, tenía más. Y allí fue donde, donde Guerrero, como dice él mismo, reconoció que también, también Guerrero fue un poco abusivo, en esos momentos fue también abusivo, porque cuando le regaló la camioneta, dijo:— Ahorita te traigo los papeles de esa camioneta y te la voy a regalar —dijo—, en agradecimiento de que has | —dijo— tú descubristes —dijo—, con este paño descubristes que es efectivamente —dijo—, el, el mecánico ese fue el que estranguló a mi esposa. —Dijo:— Ahora sí ya sé  —dice— por qué andaba la policía buscando por todos rumbos y no lo encontraban, pero ahora —dijo—, ya sé quién es —dijo—. En agradecimiento, te regalo esa camioneta—.

Y como decía Guerrero: “Yo también, abusivo”, le dijo:

—Oiga, patrón, si por qué | si me regala esa camionetita, si ¿por qué no me regala la tolva?—.

Dijo: —¿Te gusta la tolva? —dijo— te la regalo —dijo—, ahorita te saco los papeles—.

Allí fue donde la [¿regó?] Guerrero. Por abusivo también. Si él biera aceptado, él biera aceptado la camioneta que le daba, otra camioneta. Porque no iba solo, iba con su hijo, esa vez que le dijo a su hijo, a Juan, dijo “vamos, vamos” y se lo llevó, si él biera aceptado esa camioneta no biera pasao lo que pasó. Pero como Guerrero, también abusivo, ¿me entiendes? Se cobró, como quien dijo, a lo chino, le pidió al patrón la camio- | la, la tolva. No eran tolvas grandes, eran de estas tolvas chiquitas, que yo reconozco, de esas, de esas tolvas tenían una los Ulloas, tenían una los Acebedos… Bobbie Ramsay tenía una cami- | una tolvita de esas, chicas. Y el patrón le regaló la camioneta. Y tenía, tenía días o meses que se había casao su hijo Juan, ya lo tenía independizado en una casa, pero todos modos, dependía de, de, de Guerrero, porque era un muchacho, como dijera, un poco medio flojo. Ahí ca- | cuando iba a la Cerámica 2, a trabajar, a pulir la, a pulir la, la cerámica, pero la mayoría, iba a la hora que le daba su gana y a veces no iba. Pero estaba todo el día con la mujer allí en su casa a un lao. Dependía de él. Cuando él se trajo la ca- | la tolva, le dijo:

—Mira, tú llévate la camioneta y yo me llevo la tolva —dijo—, ya la camioneta, tú sabes ya, ya te enseñaste en la camionetita, o yo me llevo la tolva—.

Y él le decía a mi papá, dijo: “Ay, mi hijo, mi desgracia, pariente”, dijo, “yo, yo también abusivo, ¿por qué no acepté lo que me dio el hombre?”, dijo, “yo también por… la envidia, no sé qué”, dice, “le pedí la camio- | le pedí la tolva”, dijo. “Y él, y él me la dio”, dijo, “pero yo, eso fue la, la maldad”. Dijo: “Qué sé yo”. Entons le dijo a su hijo:

—Mira hijo, la tolva, la tolva va te la- | la vamos a poner a nombre tuyo, pero eso sí, te vas a independizar, hijo —dice—. Mira, no quiero que te eches, que te eches cinco, seis, diez viajes de arena, de, de grava, de… o de escombro, lo que sea —dijo—. Mira, con tres viajes que te eches, puedes mantener tu familia. El primer viaje, es para que coma tu familia y comas tú. El segundo viaje, eso es para el mantenimiento de la camioneta. Y el tercero, el tercer viaje —dice—, es precisamente pa que pagues al, al, a los macheteros, a los ayudantes que van a ayudarte a caragar la camioneta. Confórmate con tres viajes —dijo—, y si te salen más —dijo—, esos hay que incluirlos. —Dijo. Dice— Incluir precisamente pa tu familia y la camioneta. Págale bien a tu gente, para que te trabaje bien y todo—.

Allí fue la desgracia de, de, de | cuando lo independizó, pa que él viviera de la, de la tolva. No hombre, Juan Guerrero, lo que decía, que Juan, su hijo, se juntó con unos borrachos. O sea, que él no | tomaba de ca en cuando, pero sí tomaba, pero se juntó con unos machalanes, macheteros borrachos, pero de esos empedernidos. No… pos ahí te imaginas, no hizo lo que su padre le había dicho, que el primer viaje, era pa que comiera la familia. No lo hizo, sino sencillamente el primer viaje era pa comprar el mezcal o el tequila y se iban al río de Santa Ana, hayaron una paradita a la camioneta | a la tolva, y chúpale al, al mezcal… y así se la fueron llevando, al grado de que cayó tan bajísimo, que tenía que ir, y venían, van y venían cruzando el cerro, desde por allá y p’acá, por la… por ahí por el frijolar, por esa avenida por ahí atravesaban el cerro pa llegar a su casa a decirle a, a Guerrero, pos que: “Papá”, o si no mandaba a uno de sus macheteros, pos que vaya a llevarle gasolina, porque la camioneta | la, la tolva se quedó en el río Santa Ana sin gasolina.

Ya no le daba mantenimiento a la, a la tolva, ya no le | y a la familia, a la familia no la tomaba, no la tome en cuenta, ya la dejaba el último, si le sobraba. Así que cuando le tocaron a suertes que lo echaban más de los tres viajes, como decía Guerrero, era ya ven-, ya ventaja para ellos. Y no, la ventaja era para tomar vino. Fue cayen-, fue cayendo tan bajo, cayó tan bajo este, este, este… este Juan, que por eso decía, decía Guerrero, que la maldición que le había echao precisamente por abusivo. Lo abusivo que fue él mismo, hombre, vas a creer que al grado que ya la camioneta aparte porque era chiquita, ya na más le echaban tanto un puñito ahí de, de arena, un puñito de grava… Pos ¿quién, quién los iba a ocupar? Onde llegaban a la obra, llevaban la arena, decían:

—Hombre, pos mira, Juan, pos ¿cómo, cómo que te voy a pagar…?

—No —decía—, pos no me pagues la tolva entera —dijo—, pues págame la mitad.

—Pero si ni a la mitad viene—.

Porque ya que, ya todos borrachos, cómo que le echaba lo… | llenaban la camioneta, ya fuera de grava o de arena. Así es que ya no más iban, no más iban | les daba ya no más para el puro pomo, ya no era para… si quiera pa la familia ni para la mantención de la camioneta. Total, que, allí en esa obra ya no tenían trabajo. Búscale por otro lao, y búscale por otro lao. Y ahora sí hay que llenar la camioneta, lo que es justo. Pos mientras la lle-, la llenaban, los ocupaban, pero ya que, también querían, ya agarraban confiancita, pues ya la camioneta no iba llena, ya que no se miraba la arena, así. Y así fueron, fueron perdiendo, al grado que, pos de plano ya no tenían ni pa tragar. Ni pa, ni siquiera pa mantener a la familia. Enton, lo poquito que había aprendido, en la Cerámica 2, el muchacho este, pos decidió, sin avisar siquiera a su papá, tomar en cuenta a su papá. Este decidió vender la tolva. Dijo: “Vendo la tolva, vendo la tolva”, dijo, “y voy a poner una cerámica”. Se le hacía muy fácil todo. Con lo de la… con la tolva, compró un horno, compró el tanque, compró el tanque y allí, y lo demás se lo chupó de puro vino. Entonces, ya tenía todo allí, lugar y todo preparao y todo. Y compró moldes y todo. Pero le faltaba lo esencial, le faltaba el gas y le faltaba la pasta para trabajar, para hacer la cerámica. Allí, fue cuando metió pos a su papá como socio. Dijo: “No, papá, pues ahora lo que falta es la pasta y me falta el gas y…”. Y todo fue de pa’bajo, fue de pa’bajo, todo, nada de, de, de ganancias. Que en la primera hornada que se aventaban, pos que ya taba, ya taba, ya taba Juan ya taba tirao, ya borracho sin cuidar el horno. Cuando no se les… se chorreaban, los sacaba crudos, tanto el material que metían al horno. Al grado que los de plano, Guerrero le dijo a su propio hijo. Dijo: “Mira, hazle ya como puedas, hijo, yo ya no puedo ayudarme, mira, es un tormento”, dijo, dijo, “mira, lo poquito que voy ahorrando yo te lo estoy dando a ti”. Dijo: “Ahí se están yendo…”.

Y luego, de pilón, volvió a meter allí a, a trabajadores allí pa que le ayudaran a trabajar allí los mismos borrachos ¿Cuándo le iba a hacer? Fue tanto la… como decía Mal- | este, Ricardo, fue tanta la maldición que le cayó, que no le duró a este, a Juan Guerrero, no le duró más que dos años y medio y a los dos años y medio murió de cirrosis, de cirrosis, de cirrosis murió, murió Juan Guerrero. Lo agarró el tequila. Murió Guerrero, murió Juan. Fue tanta la pena de… | se sentía culpable precisamente por berlo apartado y por berlo dejao pa que él manejara la camioneta, pa que él se manejara solo, porque él tenía también idea de que le, que Juan le trabajara. Y él administra-, lo administrara todo. Pero le fue en manos de él todo, sin que metiera manos Guerrero, de la camioneta. Así es que, que al morir él de la pena murió Guerrero, se fue Guerrero. Y luego, Arnulfa quedándose sola, porque tenía otros dos hijos, bueno, Mariana y esta, esta Mike, que tenía un chamaco que se llamaba José y el mas chiquillo, este, que se llamaba Dolores. Entonces la señora, pos ya ¿quién le arrimaba, quién le arrimaba alfalfa a sus animales?, ¿quién, quién le mantenía la, la, la bomba pa que tuvieran agua? La señora, como podía, grandotota la señora, se salía ahí p’arriba ella solita con sus animalitos. No eran muchos, eran cinco o seis vacas, pero, pero eran lecheritas. Ahí se salía la pobre señora por ahí. Le tocó la de malas, ya llegando a su casa, se cae la señora. Se lastima la, la esta, la, la espina dorsal, acá, la señora, ¿te imaginas tú? Así es que allí se terminó todo, la señora duró poco, poco… ese dolor la mató a la señora. Se quedó, como quien dice, con una na más, Mariana y los muchachos. Fue tanto el dolor de esta familia, que a los cuantos días, pues digo que todo eso fue así, mira, junto, así. A los cuantos días se muere, se, se muere, se murió esta, también esta…se murió su mamá, su mamá de, de Mariana, o sea, Arnulfa. Se murió. Pos dispués, se muere Mariana, grandotota y… y nunca se casó la muchacha. Nunca se casó la muchacha, porque era una muchacha muy seria. Yo te lo digo por experiencia, a mí me mandaban, a mí me mandaban también a mí, a muchos de mis amigos nos mandaba don Juventino: “Ándele, ayúdele a esa muchacha con su cubetita”, que venían al molino acá con Acebero. Y ya le… | sí, te daba la cubeta y… y ya le decías tú que si quería ser tu novia y que taba muy bonita y que la chingada. Nunca te contestaba nada la muchacha. Le entregaba la cubeta hasta aquí la curva, no hasta allá y… y todo. Y no más, había muchos. Por su seriedad se fue quedando, se fue haciendo vieja. No muy vieja no, como digo, no una viejita, pero sí ya se fue macizando. Entonces, pos lógico que | murió la, murió Mariana. Y luego la otra, pos con la pena de que se murió su hermana, esa sí, terminó una carrera, que era de maestra educadora, esta Mike. Pero… la depresión y todo y de sintiéndose sola, porque quién más que entre mujercitas se entendían bien entre ellas. Ya na más quedaron don José y…, y Dolores. Ellas eran las que | ya a lo último, la que mantenía toda, toda esta casa, era esta, esta Mike. Así es que, la depresión, todo eso empezó a comer… le pasearon, se puso un poco malhechita la mujer y le dio un paro cardiaco, por lo mismo, gordito, la señora | la muchacha, la muchacha. Quedándose todos, se quedaron si na más ya al final de cuentas se quedó, se quedó José y este, otro, y este…Dolores.

El otro más chico, pos ta medio tontito, pero el más pendejo de todos, con el debido respeto, era José, grandotote, flaco, grandotote. No crees que teniendo la camioneta allí, nunca se enseñó a manejar, quería enseñarse cuando ya no estaba su padre, cuando ya no estaba su hermano… pos este creyó que le faltaba, le faltaba, la faltaba aceite y fue y le vació el aceite onde va el distribuidor del agua. Le llenó el distribuidor de, de, de aceite, en vez de echarle agua, le echó aceite, y echó a perder la camioneta. La echó a perder la camioneta. Y como te digo, Guerrero era un hombre trabajador y luchista. Vendía también | compraba y vendía fierro viejo. Si era un hombre movido y todo eso. Y a lo último | digo que así terminó esta familia, terminó esta familia así, y llevándose la conciencia, que decía Guerrero que se sentía culpable por ber sido tan abusivo. Se terminó todo eso, todo eso aquello, esas familias, se terminaron todas esas familias. Y la camioneta allí permaneció. Y como vendía fierro viejo, pues cuando iban los que compraban el fierro, entraba un camión para allá, pues le decían | pos tonto, tonto era, pero, pero | José, que era el flaco, el más grandote, que era el más… como te digo, el más tonto de todos. Pues siempre pensaba que… pues venderla por fierro viejo, no, pues si la camioneta funcionaba. Que él se equivocó, se equivocó y echó, le echó, le echó el aceite en, en el distribuidor donde va el agua. Le echó, le llenó de, de, de puro aceite y la quiso echar a andar y todo eso, pues le echó a perder la camioneta.

Ahí permaneció muchos años la camioneta parada. Cuando llegó una persona, no sé cómo se enteró que había una camionetita | es que compran camionetas antiguas que, pos tienen un valor también. Me recuerdo como el, como el, como el, como el, el ratón, el del doctor. Se enteró que había una camioneta en el fondo allá y que la, que la… y que taba, que taba descompuesta. Entonces esta persona, que fue a ver la camioneta, entraron hasta allá y le gustó la camioneta, que taba bonita verde, parecía un, parecía un perico, verde, muy bonita, la camioneta. Con su vidrio así, plano, no, no así de, de p’adelante, así no, ni arredondao, así, plano. Así. Con sus faros, así, parecía un ratón también así, con los faros arriba de la, arriba de las, de las salpicaderas, ¿eh? Bueno, llegó este, pero el mecánico fue el que lo puso a tiro al muchacho. Revisó la camioneta y dijo:

—No, si la camioneta funciona bien, na más que a mí, yo me equivoqué —dijo—, le eché el aceite en el distribuidor—.

No, entonces el mecánico, muy buena gente el mecánico, le dijo:

—Mira, muchacho —dijo—, no te bajes de este precio que te voy a dar. —Dijo:— Esta camioneta vale mucho dinero —dijo.

—No, voy a pensar venderla por fierro viejo —dijo.

—No, qué fierro viejo ni qué nada —dijo—, ahora más, si tú quieres, y si no te la compra el patrón —dijo— yo te la arreglo. Yo le quito el distribuidor y te lo lavo. Lo lavo y le haré todo lo que le falta —dijo—. Esta camionetita vale mucho —dijo—. Esta camionetita está muy coticiada, de estas camionetitas antiguas —dijo—, pero si el patrón… | —pero que el patrón no oyera con el que iba. Dijo— Mira —dijo—, pídele tanto, pídele tanto —dijo—, tú tas antemano cuánto, cuánto la compraron ustedes.

—Sí —pues él sabía lo que lo había comprao su padre, cuánto le había dado.

Dijo: —No, tú vas a pedirle tanto al patrón, que va a venir, que te va a | que aquí anda —dijo—, pídele tanto, cuántos miles de pesos—.

Dijo: —No, pos si me da tanto —dijo—, pos no, no—.

Le gustó tanto, le gustó tanto al patrón, al que la com- | al que la iba a comprar, dijo:

—Bueno, no aleguemos —dijo—, aquí está—.

Mandaron traer un, un camión para un, una camioneta, otro camión pa que se la llevara cargadita la camioneta. Se hizo de muy buenos centavos, el muchacho. Pero como taba tan pendejo, se los encargó, se los encargó, ese dinero se lo encargó a la su, a su hermano, el más chico. El más chico dijo:

—Mira, pues ya vendí la camioneta—.

Dice: —Pos…, pos será…

—Mira, aquí están los centavos —dijo—.

—Pos… No… —ya le dijo, le dijo Dolores— No te preocupes, yo los guardo, los guardo, los guardo—.

Lo dejó en la… | vendió todo. Se quedó sin nada. Digo una gente así… | y ese es la vida, como te digo, como decía, decía Guerrero, la envidia a veces, lo | también viene una maldición.