El Pernales

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Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1315r

Informantes

Notas

En esta versión, se repite el verso 29.

La informante sesea y neutraliza /l/ y /r/ en posición implosiva y final a favor de [r].

Anotaciones musicales

Partitura
Transcriptor de la partitura

Luis Moreno Moreno

Bibliografía

Otras versiones de "El Pernales"

Alonso Fernández et alii (2017: n.º 53); Atero Burgos (2003: n.º 260); Cid (1974: n.º 30); Díaz (2007: D. 16); Moreno Moreno (2016: n.º 187); Pimentel García (2020: n.º 870).

Contaminaciones y engarces

El Pernales + Muerte del Pernales (Mendoza Díaz-Maroto, 1990: n.º 227).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Estudios

CASAS-DELGADO, I. (2016). La pervivencia del bandido generoso. Del asesino nato a la víctima de las injusticias sociales. Cuadernos de Ilustración y Romanticismo: Revista del Grupo de Estudios del siglo, 22, 35-56.

PÉREZ KÖHLER, A. (2006). Consideraciones jurídicas sobre el Romance de El Pernales. Anuario de la Facultad de Derecho (Universidad de Alcalá), 2005-2006, vol. 2006, pp. 206-228.

Transcripción

(Y) el pobretillo Pernales     está loco de alegría
porque ha dado a luz su Concha     una preciosa chiquilla.
Un día antes de su muerte     (y) en sus brazos la tenía:
—Hija mía de mi alma     —Pernales le decía—,
que por ser tu padre un bandolero,     tú sin honra a este mundo venías.
No tengas miedo, hija mía,     que este oficio dejaré
y, aunque sea fuera     de España,  trabajaré.
Soy joven todavía     y puedo trabajar
para darle a mi nena     un cacho de pan.
—¿Qué tal te parece?     —le decía llorando—,
¿qué tal te parece     lo que estoy pensando?
—Lo que piensas está bien,     Francisquillo de mi vía,
pero, ¿no has pensado en irte?,      mira que pronto es de día.
—Tienes razón, ya me voy,     que es que yo no me acordaba
que soy aquel bandolero      que andan buscando en toda España.
Quédate con Dios, alma mía;     hasta otro día, Concha del alma—.
Y en un cortijo que existe     cerca de Puente Genil,
llegó Pernales una noche     para descansar allí.
Y sin llamar a la puerta,     la ancianita fue y abrió.
—No se asuste usted, abuela,     que soy Pernales,
yo lo que hago es robar,     yo no mato a nadie.
—El robarme a mí, señores,     eso no pue ser;
no tengo dinero,     lo puede usted ver.
El amo de este cortijo     un día nos echa
porque no tenemos     para darle la renta.
—Y el amo de este cortijo     dígame pronto quién es.
—Y es don Rafael Villares,     que pronto lo voy a ver.
—La verdad, traigo apetito     y yo quisiera cenar.
—Eso sí lo puedo hacer     porque la tengo ya prepará—.
Terminaron de cenar     aquel célebre bandido
y le dice a la ancianita:    —Hasta después, me retiro,
y antes de que el día amanezca,     vendré a hacerle un regalito—.
Metió espuelas al caballo     y a Puente Genil marchaba.
—¡Este hombre es un criminal!     —asín la abuela gritaba.
Y en Puente Genil,     en frente un hotel,
donde está la casa     de don Rafael,
sin bajarse del caballo     lo ha visto venir;
quinientas pesetas     le ha robado allí.
Don Rafael asustado,     y al momento se las dio;
y antes que rayara el día     y antes que rayara el sol,
se las daba a la ancianita     pa que salvara su situación.
La Guardia Civil, que estaba     en el pajar escondido,
al ver salir a Pernales,     le dispararon dos tiros.
Y el pobrecillo decía     en su agonía  transido:
—¡Adiós, Concha de mi alma!,     que malo no he sío;
que a los ricos he robao     y a los pobre he socorrío.
¡Adiós, Concha de mi alma!,     reza por mí,
que esta maldita vieja     nos traicionó.
Concha de mi alma,     amor de mi vida,
lo que te pido     es que mires por la niña. [Com.]
 
[Com.: Una cosa asín decía. Ya’stá.]

Resumen de "El pernales"

El Pernales es uno de los bandoleros más buscados de España. Cierto día acude a visitar a su amada que ha dado a luz a una niña. El Pernales se lamenta de que su hija haya nacido deshonrada y hace firme propósito de dejar la vida de bandido para marcharse a trabajar al extranjero. Su amante le recuerda que pronto será de día y que debe huir de allí para no ser descubierto. Acude a robar a un cortijo, donde se encuentra a una pobre anciana que asegura no tener dinero para pagar la renta. Cenan juntos y, al día siguiente, el Pernales sale a buscar al adinerado casero para robarle. Después, entrega el botín a la pobre mujer para que así pueda pagar el alquiler.En algunas versiones, la anciana lo delata, por lo que la Guardia Civil lo acecha y acaba con su vida.