Bodas y ajuares

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Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1319n

Informantes

Recopiladores

Notas

Los informantes indican que después de la boda no se solía hacer viaje porque había mucha pobreza, pero ellos visitaron Almería, Granada y Málaga. Su hermana fue a Almería.

Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Agradecemos la valiosa colaboración de M.ª Teresa Aranzana Escudero, que nos puso en contacto con las informantes de la localidad de Alcolea.

Transcripción

[Carmen:] ¡Ah, las bodas! Yo te puedo contar las bodas mías y la de mi hermana. En la casa. Se quitaba todos los muebles de la casa: las camas, todo. Porque se invitaba a la familia y a los que | Y a tos los vecinos. Mi madre, ahí que teníamos el fuego, empezaba por la tarde a hacer buñuelos y terminaba, pos poco antes de llegar la boda. Y luego, pues se hacía… ¿Cómo es? Soplillos, que era lo que la novia llevaba, porque eran blancos y hacían unos bizcochos y… Lo que se podía. Íbamos a Laujar, que había un horno que hacían pasteles y se iban dos o tres mujeres y, luego, pues los traían en los capachos o… Si no había otra cosa. Y no había coches, pos los traían. Y yo me acuerdo de la boda de mi hermana, que dijo mi padre: Que hagáis buñuelos. Si no dos mujeres, tres mujeres a hacer buñuelos. Porque tos los zagales, pos como no había, se ponían ahí en la puerta. Y nosotros, desde los balcones, pos les echábamos buñuelos. Eso. Y cuando yo me casé, pues el mismo cuento.

[Informante desconocida:] También se ponía una habitación con to el ajuar.

[Carmen:] No, eso sí. Eso lo puse yo y mi hermana también. Nosotros bordamos todas las cosas, ¿eh? Que pa qué. Están guardás. Pero están. Bordábamos. Y luego, cuando nos íbamos a casar, todo lo que llevábamos de sábanas, de toallas, de… todo. Lo ponías | Y las colchas se colgaban en la habitación. Y luego, se ponían unas tablas, las de amasar, con sillas o con lo que fuera, se ponían | y se ponía, pues todo, las mantelerías, todo eso. Y eso…, era, ¡buf! ¡Qué puesto! Eso era una cosa muy grande. Pues, no, se llamaba, pues…, el ajuar, el ajuar. Pero todo guardaíco. Yo tengo la sábana de novia, la otra sábana, otra más, porque el que llevaba seis sábanas…, pero el que llevaba doce…, ya era, ¿eh? Y doce toallas, y tres mantelerías… Pos lo que podíamos, ¿eh? Y cada uno llevaba, los pobres, pues lo que podían. Pero lo enseñábamos. Y tos efarnecíos, porque aquella habitación estaba lo menos ocho días o diez días allí clavaíca. Era una exposición. Y luego, pos te regalaban una urna de porcelana, tres platos, el que podía un plato, una fuentecilla, la cacerola… Pues lo que podían. Los pobrecicos, los pobres, lo que podían. Hacíamos to lo posible, pero si no alcanzábamos a más, ¿qué íbamos a hacer? ¿No le parece a usted?