Cantes durante la vendimia de uva Ohanes

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Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 1335n

Informantes

Recopiladores

Notas

Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Agradecemos la valiosa colaboración de Juan de Dios Ferre, quien nos puso en contacto con el informante.

Transcripción

[Recopilador:] ¿Había costumbre de cantar mientras se recogía la aceituna, de cantar canciones y eso, antiguamente, o no?

[Estanislao:] No. ¿Sabe cuándo estaba | había costumbre de eso? En la muía nunca. En la uva de mesa anterior a est- | la que es variedad Ohanes, que es una blanca que tiene la piel más fuerte, porque eso aguantaba tanto cuando se tiraba meses pa llegar a los mercaos. Esa había que darle engarpe castizo. Con una parra loca, coger un manojillo de racimo en flor, y había que ir dándole a cada racimo un día sí y otro no. Y había mucha gente | bueno, estaba el pueblo poblao, que ahí no se veía ni un trozo. Todos los cerros, todo cultivao. Y había mucha gente comprando castizo, por eso necesitaban | Y había mucha gente cantando, unos a un lao, otros en otro, eso era, ¡vamos! Pero, ¡boh! Eso era siempre, sí. Eso sí era una costumbre de cantando. Y estaba uno a’ mejor en las viñuelas y el otro estaba en las mesetas y se sentía cantarlo. Y había gente que entonaba bien y vamos, sí, hombre. Es que eso era una cosa que había que hacerlo un día sí, otro no. Darle. Se cogía una espuerta de castizo, se llama. La parra | una parra que hay, que le decimos la parra loca. Se cogía una espuerta, se hacían manojillos y se ataba una cañilla así, se amarraba bien y pum, pum, pum, pum, que se ponía el cuello de mirar, ¡vamos! Y cantando, pero vamos. Me acuerdo de, de Consuelo de Romeral. Nosotros estábamos en la parte esta de Cantacuco y Consuelo de Romeral, las hijas y to, ¡oh! ¡Unos cantares! Y aquello, digo: “Mira qué alegría”. Sí, hombre.