Entran una vez en un bar un señor con un ratón al hombro y todos sorprendidos allí en el bar, ya sabes, hombre, al ver un señor con un ratón al hombro dicen: “¿Y este, este tío qué…, qué significa aquí?”

Y dice: —Oiga, camarero —dice— ¿me sirve usted un bocadillo? —dice— y si tiene algo pal ratón—.

Dice: —Sí, hombre, sí, al ratón… tenemos queso, que les gusta mucho—.

Dice: —Sí, sí, magnifico, haga usted un bocadillito también pequeño que se le da usted al ratón.

—Vale, vale—.

Llega, y… le hace el bocadillo a él pa ja- | de jamón y el | un bocadillo de queso pal ratón. Se lo comen, ¿no? Más satisfechos que el demonio, pero ahora, a la hora de pagar fue lo malo. Dice:

—A ver ¿cuánto le debo, jefe?—.

Dice: —Son ciento cincuenta pesetas—.

Dice: —Hombre, pero un bocadín de jamón, que no tenía casi nada y un, un cachín de queso para el ratón, ciento cincuenta pesetas —dice— es mucho—.

Dice: —Bueno, mire, no empiece usted aquí que si es mucho, que si es poco, usted paga las ciento cincuenta pesetas y se acabó.

—Le digo a usted que es mucho y… se acabó, no se los pago.

—Le digo a usted, que usted los paga.

—Le digo yo a usted que no los pago—.

La cosa es que de unas palabras se fueron a otras y ya indignao el… camarero le dice:

—Ahora mismo los paga o les parto la cara.

—¿Usted a mí? —dice— si tiene salero salga pa’acá—.

Y dice el ratón, y dice: —Y si tiene usted un gato, que salga también.