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Archivo sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00044 39).
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Unos padres que tenían seis hijos | siete hijos. Y uno era, dice el, el, el | mi nieto, como este dedo pequeño, como este dedo pequeño, dice uno era como el dedo pulgar. Y resulta que no tenían qué comer porque era leñador su padre, y le dice:
—Pues ¿vamos a ver morir a los hijos?
—Pues no desearía yo verles morir delante de mí.
—Pues mira, mañana les llevamos al bosque y allí les dejamos, cuando estén entretenidos, los dejamos—.
Y pulgarcito lo oyó y salió a la calle y se llenó los bolsillos de chinas, y al ir para allá, pues fue echando las chinas por camino. Y según les dejó ir a sus padres, todos lloraban menos él:
—Que ¿por qué lloráis?
—Se han marchado nuestros padres—.
Dice: —No os apuréis, que yo os llevaré—.
Y ya les llevó. Y ya llegaron a casa y estaban sus padres: “Ay, porque les habrán comido los lobos”. Y ya pues contestaron:
—No madre, que estamos aquí a la puerta—.
Y ya, pues volvieron otra vez a estar un poco de tiempo en la casa, volvieron otra vez.
—Hay que llevarles más lejos, porque resulta que si no, se nos van a volver otra vez a venir—.
En esto que los llevaron más lejos, pero el niño ya no encontró chinitas, y el pan que les dio su padre, su madre para marchar, pues lo fueron regando por camino. Pero el pan se le comieron los pájaros y ya no encontraron el camino.
En esto que encontraron un… | en el camino y era la casa del ogro. Se fueron allí. Y dice uno en el refugio... Total, que dice:
—¡Uy! Si esta es la casa del ogro que come a todos los niños que estén aquí—.
Dicen: —Pues nos oculte usted—.
Y les ocultó debajo la cama. Y llegó el ogro y dice:
—Me huele a carne fresca—.
Dice: —Sí, hombre, no te extrañe, ahí, ahí tienes cordero, tienes lechazos, tienes de todo, ¿cómo no te va a oler a carne fresca?—.
Dice: —No, no, me huele a carne fresca—.
Y ya encontró a los niños:
—Mira, dales bien de cenar, que esta noche…, menuda, menuda cena que voy a darle a mis amigos ogros—.
Y ya, pues les dio bien de cenar. Pero el Pulgarcito se fijó que tenía otros siete niños en otra cámara próxima y que tenían gorros de tela, y a ellos les pusieron siete gorros de papel. Y entonces pulgarcito, pues se le cambió, y a cierta hora de la noche, la mandó que se levantara, se levantó él y les mató. A la mujer la mandó que se levantara a preparar sus cabritos, y cuando llegó a prepararles, vio que eran sus hijos: “Ay, que has matado a nuestros hijos”.
Y ya, pues entonces, el ogro pues marchó… se puso las botas de cien leguas, y se marchó a buscarles. Pero, como era muy borracho, en medio camino se echó a dormir. En esto que ya, cerca de los niños, pues él estaba durmiendo, pero los niños se dieron cuenta, y entonces el pulgarcito, le quitó las botas y se las pusieron ellos. Y ya pues marcharon, el rey se enteró de que era un niño tan listo y le empleó en palacio.
Y colorín, colorete, por la chimenea sale un cohete.