Julia Rodrigo

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Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00016B 03)

Título indicado en las anotaciones de campo: "Julia Rodrigo".

Bibliografía

Otras versiones de "Julia Rodrigo"

Alguacil González (2012: pp. 63-67); Atero Burgos (2003: n.º 158); Barrios Manzano y Jiménez Rodrigo (2002-2003: n.º 120); Díaz (2007: F.32); Mendoza Díaz-Maroto (1990: n.º 238); Manzano Alonso (2003: pp. 462-463, 484-486); Pimentel García (2020: n.º 555); Suárez López (2009: n.º 248).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

(Y) A nuestro divino Dios     y a la Virgen soberana
le pido me den valor     para explicar esta plana.
Sagrada Virgen del Carmen     dame alientos y valor
para explicar este crimen     que en Tarragona pasó.
Un comerciante ya viudo     vivía en dicha ciudad,
y este tenía una hija     de veintiún años de edad.
Julia tenía por nombre     esta joven desgraciada, 
con un rostro tan alegre     que a todos enamoraba.
La pretendió un barbero,     gran mozo guapo y prudente. 
Julia de él se enamoraba     y el padre no lo consiente
porque quería casarla     con un capitán muy viejo
que era bastante rico,     mas Julia hacía desprecio.
Y su padre la decía:     —Piensa lo que vas a hacer.
Si al capitán le desprecias,     perdida te vas a ver.
Ya sabes que él te quiere     y tiene mucho dinero,
por eso te digo ahora     que desprecies al barbero—.
Y su hija le contestaba,     con el rostro muy sereno:
—Todo lo que hable, pierde,     mas yo no olvido al barbero.
He puesto el amor en él     y no le puedo olvidar,
por eso le desengaño,     que no quiero al capitán—.
Entonces, aquel mal padre,     por ver si la convencía,
enseñándola un revólver,     estas palabras decía:
—Si no olvidas al barbero,     con este te he de matar,
y tú verás lo que eliges:     la muerte o al capitán.
—Haga de mí lo que quiera,     yo no quiero al capitán;
he dado ya mi palabra     y no me volveré atrás—.
Entonces, aquel mal padre     en un cuarto la encerró,
atada de pies y manos,     sin tenerla compasión.
Veinticuatro horas la tuvo     (y) en aquel cuarto encerrada
por ver si la convencía,     pero nada adelantaba.
A los tres días siguientes,     aquel mal padre la encuentra
hablando con el barbero,     mas ya subida la cuesta.
La coge de los cabellos     aquel padre malhechor
y, arrastrada por el suelo,     (y) en un cuarto la encerró.
Y allí estuvo veinte días     hasta que fue descubierta,
mas, ya cuando la encontraron,      la infeliz ya estaba muerta.
La muerte de aquella joven     (y) el novio la descubrió,
y él mismo fue donde el juez     y de este modo le habló:
—Le pongo en conocimiento     que ha desaparecido
la hija de don Fernando,      llamada Julia Rodrigo,
y yo creo que el mismo padre     la haya quitado la vida;
porque trataba conmigo     ya quiso matarla un día—.
El juez le dice al babero     que cuánto tiempo hacía
que faltaba aquella joven.      Le dijo que veinte días.
Coge y marcha el señor juez      y una pareja de guardias;
fueron donde el comerciante     a registrarle la casa.
El señor juez le pregunta     a aquel padre criminal
que dónde estaba su hija,     y él no pudo contestar.
Llamaron a la criada     y muy pronto declaró
que hacía ya veinte días     que en un cuarto la encerró:
—Y dijo mi señorito     que yo no lo descubriera
porque, si lo descubría,      me cortaba la cabeza—.
En un cuarto muy oscuro     donde guardan el carbón,
allí estaba aquella joven     que causaba gran dolor.
Al lado tiene un papel     escrito con lapicero, 
que decía: “Muero mártir     por no darme alimento. 
Porque no quise casarme     con quien mi padre quería,
me ha encerrado en este cuarto     y por él pierdo la vida.
Sin embargo, le perdono,     que yo me voy a gozar
con los ángeles y santos     por toda la eternidad.
Me despido de mi novio,     de mis amigas y tíos,
y a todos pido perdón     si alguno les he ofendido”.
Leyó el padre este papel     y se cayó desmayado
y aún, apenas volvió en sí,     a la cárcel le llevaron.
Lloraban con amargura     todas las mozas del barrio
cuando la sacan de casa     para llevarla al juzgado.
[Com .1: A hacerle la autopsia.]
Las familias de esta joven,     llorando iban detrás,
diciendo: —Que ahorquen pronto     a ese padre criminal—.
[Com. 2: Ahora viene la carta del padre:]
 “A mis queridos hermanos,     perdón a todos os pido,
para que me perdonéis     la falta que he cometido.
Por amor al interés,     yo mismo he martirizado
a una hija tan hermosa;     más quiero morir ahorcado.
Y Dios quiera que mi hija     gozando en la gloria esté,
que murió martirizada     por ser yo un padre cruel.
Esta horrible crueldad     es muy justo que la pague,
ya que he matado a mi hija,     deseo que a mí me maten.
Y ¡por Dios!, quiero morir,     que salir ya de la cárcel,
porque comprendo que he sido     un hombre matador, infame.
Pero ahora me arrepiento     y ¡por Dios!, quiero morir,
pues los castigos tan grandes,     más grandes estoy dispuesto a sufrir.
Y con esto me despido     y arrepentido me hallo,
con esto me despido     de mis parientes y hermanos.
Los padres que crieis hijas     bien os podéis enterar
para que no cometáis     esta gran barbaridad”.

Resumen de "Julia Rodrigo"

Julia Rodrigo está prometida con un barbero. Sin embargo, su padre quiere casarla con un hombre rico y viejo. El padre intenta convencerla mediante la palabra e incluso amenazándola con un revólver, pero ella se niega rotundamente. Finalmente, la encierra en una habitación durante varios días, donde muere de inanición. El novio, preocupado, alerta a las autoridades, que se personan en la casa del padre y, con la ayuda de la criada, descubren el cadáver de la joven. Junto a ella encuentran una carta en la que explica lo sucedido. El padre es condenado a prisión, donde escribe una carta de arrepentimiento.