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Archivo sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00060 09).
En las anotaciones de campo, se identifica con el título "Las brujas y el cheposo".
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Transcripción
Pues era un cheposo que se encontró con otro amigo que también había sido cheposo, también. Dice:
—¡Hombre! Pos ¿cómo estás que no, que no… tienes chepa?—.
Dice: —Anda, ¿pero no lo sabes? —dice— pues es que he ido al país de las grullas y me la han quitao. —Dice: — Mira, tú vete andando, andando, andando, andando mucho —dice— por este camino y ya llegarás—.
Pos el otro, pobre, tenía muchas ganas de no tener chepa, y claro, pues andando, andando, andando sí llegó al país de las grullas. Entonces: “¿Y qué hago yo aquí?”. Era un campo muy grande y no había nada ni nada y se sentó allí a la, a la orilla de un arroyo que había y dice: “Bueno, pos esperaré a ver aquí qué pasa”. Y de repente, se oye una voz que, que dice: “Lunes y martes y miércoles, tres. Jueves y viernes y sábado, seis. La joroba de a- | este, ponédsela a aquel”, esto, esto es, “la joroba de este, ponérsela a aquel”.
Y entonces vinieron una manada de grullas muy grandes y empezaron a picotearle, a picotearle la giba y se la llevaron para allá, y le, le dejaron sin giba. Pero él se, se encontraba que no estaba, que no estaba demasiado limada. Y dice: “¡Caray! Han dicho lunes y martes y miércoles, tres, jueves y viernes y sábado, seis ¿y si yo dijera domingo siete? Pues a lo mejor me la quitaban del todo”. Y entonces empezó a gritar:
—¡Y domingo siete!, ¡y domingo siete!—.
Y se oye una voz que dice:
—La joroba de aquel, ponérsela a este—.
Y entonces vinieron otra vez, ¿le sabías ese?, y entonces la joroba de aquel, pos se la pusieron otra vez a este y ya no hubo manera de quitársela.